Contenidos actitudinales: qué son, ejemplos y cómo enseñarlos

Más allá de las ecuaciones, las fechas históricas o las reglas gramaticales, ¿qué es lo que realmente perdura en nuestros alumnos años después de dejar la escuela? A menudo, la respuesta no está en los datos que memorizaron, sino en cómo aprendieron a enfrentar un desafío, a colaborar con un compañero, a respetar una opinión diferente o a gestionar su propia frustración. Enseñar no es solo transmitir conocimientos; es, fundamentalmente, formar personas.

En un mundo cada vez más complejo e interconectado, el papel de la escuela como institución social trasciende la mera instrucción académica. Es en el aula, en el patio y en cada interacción donde se siembran las semillas de la ciudadanía, la empatía y la resiliencia. Aquí es donde los contenidos actitudinales cobran un protagonismo insustituible.

Pero ¿qué son exactamente estos contenidos? ¿Se pueden planificar y enseñar como se enseña la tabla de multiplicar? La respuesta es sí, aunque de una manera muy diferente. Este artículo es una guía práctica para que, como docente, puedas identificar, promover, y dar un lugar central al desarrollo de valores, actitudes y habilidades socioemocionales en tu quehacer diario.

Qué vas a encontrar en este artículo

¿Qué son los contenidos actitudinales?

Los contenidos actitudinales se refieren al conjunto de valores, normas, actitudes y creencias que guían el comportamiento de una persona. Responden a las preguntas fundamentales del “saber ser” y el “saber convivir”. No se trata de lo que un alumno sabe (conceptual) ni de lo que sabe hacer (procedimental), sino de cómo es y cómo se relaciona con los demás, con el conocimiento y con el mundo.

Estos contenidos son el sistema operativo de la convivencia humana y del aprendizaje. Abarcan tres grandes componentes interrelacionados:

  • Valores: Son los principios o convicciones profundas que guían las decisiones. Ejemplos: honestidad, justicia, solidaridad, libertad.
  • Actitudes: Son las predisposiciones a actuar, pensar o sentir de una determinada manera ante personas, situaciones u objetos. Ejemplos: curiosidad ante lo desconocido, respeto por la diversidad, actitud crítica ante la información.
  • Normas: Son las reglas de comportamiento explícitas o implícitas que regulan la convivencia en un grupo social. Ejemplos: escuchar cuando otro habla, cuidar el material común, cumplir con las normas de convivencia.

En esencia, trabajar los contenidos actitudinales es fomentar la educación emocional, cultivar un clima escolar positivo y desarrollar las habilidades socioemocionales que permitirán a tus estudiantes ser ciudadanos responsables, empáticos y comprometidos.

cómo enseñar actitudes en el aula

Diferencias entre contenidos conceptuales, procedimentales y actitudinales

Para una planificación didáctica integral, es crucial entender cómo se articulan los tres tipos de contenido. Aunque los separamos para analizarlos, en la práctica educativa deben estar entrelazados.

  • Contenidos conceptuales (“saber qué”): Son la base del conocimiento teórico. Se refieren a los hechos, datos, definiciones y teorías. Por ejemplo, en un proyecto sobre el medio ambiente, el contenido conceptual sería saber qué es el reciclaje, qué tipos de residuos existen o cuáles son las causas del cambio climático. Puedes aprender más sobre ellos en nuestro artículo sobre contenidos conceptuales.

  • Contenidos procedimentales (“saber cómo”): Son las habilidades y estrategias que permiten aplicar el conocimiento. Son el “saber hacer”. Siguiendo el mismo ejemplo, el contenido procedimental sería aprender a clasificar la basura en diferentes contenedores, a construir un gráfico con datos de consumo de agua o a redactar una carta para solicitar más papeleras en el barrio. Te invitamos a leer nuestra guía completa sobre contenidos procedimentales.

  • Contenidos actitudinales (“saber ser y convivir”): Son la dimensión ética y social. Se manifiestan en la disposición y el comportamiento. En el proyecto medioambiental, los contenidos actitudinales serían desarrollar la responsabilidad por el cuidado del entorno, la disposición a colaborar con los compañeros en las tareas de limpieza, y valorar el consumo responsable como un hábito de vida.

Como ves, un mismo proyecto puede y debe integrar los tres tipos de contenido para lograr un aprendizaje verdaderamente holístico y transferible a la vida real.

Características de los contenidos actitudinales

Enseñar actitudes es muy diferente a enseñar un concepto. Comprender sus características te ayudará a abordarlos de manera más efectiva.

  • No se enseñan directamente, se promueven y se modelan: No puedes dar una clase magistral sobre la empatía y esperar que tus alumnos se vuelvan empáticos. Las actitudes se cultivan creando un entorno y unas experiencias que las favorezcan. Se aprenden por inmersión, por contagio, por el ejemplo constante. Eres un modelo a seguir, y el rol del docente como modelo emocional es tu herramienta más poderosa.

  • Se desarrollan a largo plazo: Adquirir un valor o cambiar una actitud es un proceso lento y continuo. No es algo que se aprenda en una sola sesión. Requiere consistencia, paciencia y refuerzo constante a lo largo de todo el año escolar y, de hecho, a lo largo de toda la escolaridad.

  • Están ligados al contexto y la cultura escolar: Las actitudes que se promueven y valoran están profundamente influenciadas por el clima escolar y la cultura escolar de la institución. Si una escuela promueve la competencia por encima de la colaboración, será muy difícil fomentar la solidaridad en un aula aislada. El famoso currículum oculto es, en gran medida, la enseñanza no intencionada de actitudes.

  • Requieren coherencia entre lo que se dice y lo que se hace: Esta es la regla de oro. De nada sirve hablar de respeto en una asamblea si luego el docente o los directivos no modelan un trato respetuoso. La hipocresía es el mayor enemigo de la educación actitudinal. La coherencia institucional es clave.

contenidos actitudinales

Cómo seleccionar contenidos actitudinales en la planificación

Los contenidos actitudinales no deben ser un apéndice de tu planificación, sino un eje que la vertebre. No se trata de “encontrar un hueco para los valores”, sino de integrar su desarrollo en todo lo que haces.

  1. Elige según el área, el grupo y el contexto: Piensa en las necesidades específicas de tu grupo. ¿Necesitan mejorar la forma en que resuelven conflictos? ¿Les falta perseverancia ante las dificultades? Además, cada área curricular ofrece oportunidades naturales para trabajar ciertas actitudes.

  2. Vincúlalos a situaciones reales o problemáticas sociales: La mejor manera de trabajar los contenidos actitudinales es conectarlos con la vida. Un debate sobre una noticia actual, un proyecto de servicio comunitario o el análisis de un conflicto entre alumnos en el aula son oportunidades de oro.

  3. Inclúyelos explícitamente en tus objetivos, metodología y evaluación: Al escribir tus objetivos de aprendizaje, no te limites a los conceptuales y procedimentales. Añade un objetivo actitudinal. Por ejemplo: “Además de comprender el ciclo del agua y saber representarlo, los alumnos desarrollarán una actitud de valoración y cuidado de este recurso”.

Ejemplos de planificación por área:

  • Ciencias Sociales:

  • Matemáticas:

    • Contenido actitudinal: Desarrollar la perseverancia y la tolerancia a la frustración ante el error.
    • Cómo trabajarlo: Enfatizar que el papel del error en el aprendizaje es positivo, dar más valor al proceso que al resultado final, proponer problemas que requieran varios intentos, modelar una actitud positiva frente a los propios errores.
  • Educación Física:

    • Contenido actitudinal: Respetar las reglas del juego y a los compañeros, independientemente del resultado.
    • Cómo trabajarlo: Promover juegos cooperativos en lugar de exclusivamente competitivos, establecer un código de juego limpio decidido por el grupo, hacer una reflexión final sobre cómo se han sentido todos los participantes.

Estrategias didácticas para enseñar contenidos actitudinales

Aquí te presentamos estrategias concretas que puedes implementar para que los valores y actitudes cobren vida en tu aula.

a. Aprendizaje basado en valores y dilemas morales

Consiste en plantear situaciones que requieran una reflexión ética. No se busca una respuesta “correcta”, sino promover el diálogo y el desarrollo del juicio moral.

  • Cómo hacerlo: Presenta un dilema moral (real o ficticio). Por ejemplo: “Un compañero ve que otro está haciendo trampa en un examen. ¿Debería decírselo al profesor?”. Organiza un debate, pidiendo a los alumnos que argumenten sus posturas y escuchen las de los demás. Esto ayuda a formar estudiantes críticos y reflexivos.

b. Resolución colaborativa de conflictos

El conflicto es inevitable en la convivencia, pero es una oportunidad de aprendizaje única.

  • Cómo hacerlo: En lugar de imponer una solución, enseña a los alumnos un procedimiento para resolver sus problemas: 1. Calmarse. 2. Expresar cómo se siente cada uno usando “mensajes yo” (“Yo me sentí triste cuando…”). 3. Escuchar la perspectiva del otro. 4. Proponer soluciones juntos. Puedes usar el juego de roles para practicar.

c. Trabajo colaborativo y cooperativo

El aprendizaje cooperativo es una de las estrategias más potentes para desarrollar contenidos actitudinales.

  • Cómo hacerlo: Diseña tareas que requieran interdependencia positiva (todos se necesitan para lograr el objetivo). Asigna roles (portavoz, secretario, gestor de materiales, controlador del tiempo) para fomentar la responsabilidad individual y compartida. La clave es estructurar la actividad para que el éxito del grupo dependa de la colaboración de todos, promoviendo así la empatía, la comunicación y el respeto mutuo.

d. Modelado docente constante

Como mencionamos, tu ejemplo es la lección más poderosa.

  • Cómo hacerlo: Sé consciente de tus propias actitudes. ¿Cómo reaccionas ante un error? ¿Cómo te diriges a tus alumnos? ¿Cómo gestionas el estrés? Pide disculpas si te equivocas. Muestra curiosidad. Valora las preguntas de tus estudiantes. Tu comportamiento diario modela las actitudes que esperas ver en ellos. El vínculo pedagógico que construyes es el vehículo para esta enseñanza.

e. Círculos de la palabra, asambleas y tutorías

Estos son espacios y tiempos sistemáticos dedicados a la convivencia y al desarrollo socioemocional.

  • Cómo hacerlo: Dedica un tiempo semanal (por ejemplo, 30 minutos los viernes) para una asamblea de clase o un círculo de la palabra. En este espacio seguro, los alumnos pueden expresar sus emociones, proponer soluciones a problemas de convivencia, tomar decisiones sobre las normas de convivencia o simplemente compartir cómo se sienten. Es una herramienta fundamental para la gestión del aula.

Ejemplos de contenidos actitudinales por nivel

Veamos cómo se traducen estos conceptos en acciones concretas para cada etapa educativa.

Nivel inicial

En esta etapa, se sientan las bases de la socialización y la autorregulación.

  • Compartir los materiales de juego con los demás.
  • Esperar el turno para hablar en una asamblea.
  • Aprender a decir “por favor” y “gracias”.
  • Identificar y nombrar emociones básicas (alegría, tristeza, enfado) en uno mismo y en los personajes de un cuento.
  • Colaborar en tareas sencillas como ordenar la sala.

Primaria

Los alumnos empiezan a desarrollar un sentido de comunidad y una mayor conciencia del otro.

  • Cuidar el entorno escolar (mantener limpia el aula, regar las plantas).
  • Participar con respeto en los debates, escuchando las opiniones de los demás aunque sean diferentes.
  • Colaborar en trabajos grupales asumiendo responsabilidades y sin imponer las propias ideas.
  • Mostrar empatía hacia un compañero que se siente mal.
  • Desarrollar la honestidad (admitir un error, no copiar).

Secundaria

Las actitudes se vuelven más complejas, ligadas al pensamiento crítico y al compromiso cívico.

  • Defender las propias ideas con argumentos sólidos, pero con respeto hacia quienes piensan diferente.
  • Desarrollar una actitud crítica ante la información de los medios de comunicación y las redes sociales ciudadanía digital.
  • Comprometerse con la calidad del propio trabajo, mostrando responsabilidad y autonomía.
  • Mostrar solidaridad participando en proyectos de servicio a la comunidad.
  • Aceptar y valorar la diversidad en todas sus formas (cultural, de género, de capacidades).

Evaluación de contenidos actitudinales

Este es uno de los temas más delicados. ¿Se pueden y se deben evaluar las actitudes? La respuesta es sí, pero no de la misma manera que se califica un examen. La evaluación de lo actitudinal debe ser siempre formativa y cualitativa. Su objetivo es comprender y guiar el proceso de desarrollo del alumno, nunca etiquetar o juzgar su personalidad.

Instrumentos sugeridos:

  • Observación sistemática y registros anecdóticos: Lleva un cuaderno donde anotes hechos observables y concretos relacionados con las actitudes que estás trabajando. “Hoy, durante el trabajo en grupo, Juan ayudó a María cuando vio que no entendía la tarea”.
  • Escalas de valoración o listas de cotejo: Crea listas con indicadores observables. Por ejemplo, para evaluar la colaboración: “1. Escucha a sus compañeros. 2. Aporta ideas al grupo. 3. Cumple con las tareas asignadas. 4. Anima a los demás”. Puedes marcar la frecuencia (siempre, a veces, nunca).
  • Autoevaluación y coevaluación: Son herramientas muy potentes. Pide a los alumnos que reflexionen sobre sus propias actitudes o las de su grupo usando una guía o rúbrica. Esto fomenta la metacognición y la responsabilidad. Por ejemplo, puedes usar ruedas de metacognición.
  • Diarios de clase o bitácoras: Un espacio donde los estudiantes pueden escribir libremente sobre sus experiencias, dificultades y aprendizajes en el ámbito de la convivencia y las emociones.

Criterios clave:

  • Observar conductas, no juzgar personas: No evalúes “si es bueno o malo”, sino “si demuestra conductas de respeto”.
  • Centrarse en el proceso: Valora el progreso de un alumno a lo largo del tiempo, no solo una foto fija.
  • Usar la información para mejorar: La finalidad de esta evaluación es dialogar con el alumno y la familia para apoyar su crecimiento, no poner una nota en un boletín.

Dificultades frecuentes y cómo resolverlas

1. “No hay tiempo para esto”:

  • Solución: No se trata de añadir una nueva asignatura, sino de integrar lo actitudinal en todo lo que ya haces. Aprovecha un conflicto en el patio, un tema en Ciencias Sociales o la forma en que organizas un trabajo en grupo. Es un cambio de mirada, no de horario.

2. Reducirlo a “buen comportamiento” u “obediencia”:

  • Solución: El objetivo no es tener alumnos silenciosos y sumisos, sino reflexivos y autónomos. Diferencia claramente entre una norma de convivencia (necesaria para el funcionamiento) y el desarrollo de una actitud (como el pensamiento crítico), que puede incluso llevar al cuestionamiento de ciertas normas.

3. Falta de coherencia institucional:

  • Solución: Promueve el diálogo y la formación en tu centro educativo. El trabajo con contenidos actitudinales es más efectivo cuando es un proyecto de toda la comunidad educativa, desde dirección hasta las familias. La participación familiar es un pilar fundamental.

Relación con enfoques pedagógicos actuales

El foco en los contenidos actitudinales está en el corazón de los paradigmas educativos más importantes de nuestro tiempo.

  • Enfoque por competencias: El “saber ser y convivir” es una de las dimensiones esenciales de cualquier competencia. Sin actitudes como la perseverancia, la colaboración o la ética, los conocimientos y habilidades quedan vacíos.
  • Educación Socioemocional (SEL): Modelos como el de CASEL (Collaborative for Academic, Social, and Emotional Learning) estructuran el aprendizaje en torno a cinco competencias (autoconciencia, autogestión, conciencia social, habilidades de relación y toma de decisiones responsable) que son, en esencia, contenidos actitudinales.
  • Educación para la ciudadanía global: Formar ciudadanos comprometidos con los derechos humanos, la sostenibilidad y la paz es un objetivo primordial que se sustenta en valores como la justicia, la solidaridad y el respeto por la diversidad.
  • Nueva Escuela Mexicana (NEM): El perfil de egreso de la Nueva Escuela Mexicana pone un fuerte énfasis en la formación de ciudadanos con identidad, responsabilidad social, honestidad y respeto por la naturaleza, todos ellos contenidos actitudinales.

Los contenidos actitudinales no se enseñan con una ficha o una lección magistral; se construyen, se respiran y se viven en el día a día del aula. Son el tejido invisible que une los conocimientos y las habilidades, dándoles sentido y propósito.

Un aula que trabaja intencionadamente las actitudes se transforma en una verdadera comunidad de aprendizaje, un espacio seguro donde los estudiantes no solo aprenden a ser mejores estudiantes, sino también mejores personas. Como docentes, educar en valores, actitudes y emociones no es una tarea opcional ni secundaria. Es, quizás, la parte más esencial y trascendente de nuestra profesión: es dejar una huella en el corazón de quienes formamos.

Glosario de Términos Clave

  • Actitud: Predisposición a pensar, sentir o actuar de una manera particular hacia un objeto, persona, idea o situación. Es una tendencia interna que influye en el comportamiento.

  • Clima Escolar: Conjunto de características psicosociales de un centro educativo, determinado por las percepciones que los miembros de la comunidad tienen sobre las relaciones interpersonales, las normas y la organización. Es la “atmósfera” emocional del centro.

  • Coherencia Institucional: Alineación entre los valores y principios que una escuela declara en su proyecto educativo y las prácticas cotidianas de todos sus miembros (directivos, docentes, personal).

  • Contenidos Actitudinales: Se refieren al “saber ser y convivir”. Engloban el conjunto de valores, normas y actitudes que se busca desarrollar en los estudiantes para su formación integral como personas y ciudadanos.

  • Currículum Oculto: Conjunto de aprendizajes, normas, valores y creencias que se transmiten de forma implícita a través de las rutinas, interacciones y la cultura no explícita de la escuela.

  • Educación Socioemocional (SEL): Proceso educativo centrado en el desarrollo de competencias para reconocer y manejar emociones, mostrar empatía, establecer relaciones positivas, tomar decisiones responsables y alcanzar metas personales.

  • Habilidades Socioemocionales: Capacidades concretas que permiten a las personas gestionar sus emociones, relacionarse con otros de forma positiva y tomar decisiones responsables. Incluyen la empatía, la comunicación asertiva, la resolución de conflictos, entre otras.

  • Modelado Docente: Estrategia didáctica en la que el profesor actúa como un modelo de referencia, demostrando a través de su propio comportamiento, lenguaje y actitudes aquello que espera que sus alumnos desarrollen.

  • Normas: Reglas explícitas o implícitas que regulan el comportamiento y la convivencia dentro de un grupo social, como el aula o la escuela.

  • Valores: Principios o convicciones profundas que guían las decisiones y el comportamiento de una persona. Son el fundamento de las actitudes y las normas morales.

Preguntas Frecuentes (FAQ)

1. ¿Cómo puedo “calificar” los contenidos actitudinales en el boletín de notas?
La recomendación general es no “calificar” las actitudes con una nota numérica, ya que es subjetivo y puede ser contraproducente. En su lugar, utiliza la evaluación cualitativa. Describe el progreso del estudiante a través de observaciones en informes o durante las reuniones con las familias. Enfócate en conductas observables (“Muestra iniciativa al ayudar a sus compañeros”) en lugar de juicios de valor (“Es un buen compañero”).

2. ¿Qué hago si las familias no apoyan los valores que se trabajan en la escuela?
Es un desafío complejo. La clave es la comunicación y buscar puntos en común. La mayoría de las familias estará de acuerdo en valores universales como el respeto, la responsabilidad o la honestidad. Enfoca la conversación en el desarrollo de habilidades socioemocionales que benefician a todos, y asegúrate de que la participación familiar sea un pilar en el proyecto educativo del centro.

3. ¿No es esto lo mismo que “controlar la disciplina”?
No. La disciplina se enfoca en el cumplimiento de normas para mantener el orden. Trabajar los contenidos actitudinales va mucho más allá: busca que el alumno desarrolle la autonomía moral y la autorregulación para que actúe de manera respetuosa y responsable no por miedo al castigo, sino por convicción propia. Se trata de pasar de la obediencia a la responsabilidad. La disciplina positiva es un enfoque que conecta muy bien con esta idea.

4. ¿Por dónde empiezo si nunca he planificado esto de forma explícita?
Comienza con algo pequeño y manejable. Elige uno o dos contenidos actitudinales que sean especialmente relevantes para tu grupo (por ejemplo, “la escucha activa” o “la perseverancia ante la dificultad”). Hazlos visibles en el aula, habla de ellos con tus alumnos, modélalos constantemente y reconoce cuando los pongan en práctica. No intentes abarcarlo todo de golpe.

5. ¿Hay diferencia entre una actitud y un comportamiento?
Sí. El comportamiento es la acción observable (lo que la persona hace). La actitud es la predisposición interna a actuar de una determinada manera (lo que la persona tiende a hacer). Se puede forzar un comportamiento (obligar a un niño a compartir), pero el objetivo de la educación actitudinal es cultivar la actitud interna (que el niño desarrolle la generosidad y quiera compartir).

Bibliografía

  • Zabala, A., & Arnau, L. (2007). 11 ideas clave. Cómo aprender y enseñar competencias. Editorial Graó.
  • Bisquerra, R. (2009). Psicopedagogía de las emociones. Editorial Síntesis.
  • Puig, J. M. (1996). La construcción de la personalidad moral. Editorial Paidós.
  • Goleman, D. (1995). Emotional Intelligence. Bantam Books. (Traducido como Inteligencia Emocional).
  • CASEL (Collaborative for Academic, Social, and Emotional Learning). Sitio web oficial. (casel.org).
  • UNESCO. (2015). Educación para la Ciudadanía Mundial: Temas y objetivos de aprendizaje.
  • Fierro, C., Fortoul, B., & Rosas, L. (1999). Transformando la práctica docente: Una propuesta basada en la investigación-acción. Editorial Paidós.
  • Díaz-Aguado, M. J. (2003). Convivencia escolar y prevención de la violencia. Prentice Hall.

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