¿Alguna vez has terminado de corregir una pila de trabajos y te has preguntado si fuiste del todo justo? ¿O has entregado una calificación y el estudiante te ha preguntado, con genuina confusión, “pero, profe, ¿qué hice mal?”? Estas situaciones, tan comunes en nuestra práctica docente, a menudo tienen una misma raíz: la ausencia de criterios de evaluación claros y compartidos. La evaluación no comienza cuando ponemos la nota final; empieza mucho antes, en el momento preciso en que decidimos qué vamos a observar y valorar.
Evaluar sin criterios claros es como navegar en la niebla. Nos abre la puerta a la subjetividad, a la inconsistencia y, peor aún, a la desmotivación del estudiante, que no entiende las reglas del juego. Cuando un alumno no sabe qué se espera de él, es imposible que pueda regular su propio aprendizaje o entender sus áreas de mejora.
Este artículo es una guía práctica diseñada para disipar esa niebla. Aquí responderemos de forma sencilla y directa qué son los criterios de evaluación, cómo se diferencian de otros conceptos, cómo se redactan de forma efectiva y, lo más importante, cómo se convierten en el pilar de una evaluación justa, transparente y verdaderamente formativa.
Qué vas a encontrar en este artículo
¿Qué son los criterios de evaluación?
En términos sencillos, los criterios de evaluación son las reglas del juego del aprendizaje. Son los referentes específicos que nos indican qué conocimientos, habilidades y actitudes esperamos que un estudiante demuestre para considerar que ha alcanzado un objetivo de aprendizaje. No son una lista de contenidos a memorizar, sino una descripción de lo que el alumno debe ser capaz de hacer con esos contenidos.
Desde una perspectiva más técnica, los criterios de evaluación son enunciados que describen la calidad esperada de un desempeño o producto. Su función principal es triple:
- Orientan la enseñanza: Le dicen al docente qué aspectos son prioritarios y en qué debe enfocar sus actividades.
- Guían el aprendizaje: Le muestran al estudiante, de forma explícita, cuál es la meta y cómo se verá el éxito.
- Fundamentan la evaluación: Proporcionan una base objetiva y consistente para emitir juicios de valor sobre el aprendizaje, ya sea a través de una evaluación formativa continua o una evaluación sumativa al final de un proceso.
Los encontramos en todas partes: en los planes de estudio oficiales, en nuestra planificación didáctica, en el diseño de rúbricas de evaluación y, ojalá siempre, en la comunicación con los estudiantes y sus familias.
Diferencias clave: Criterio no es lo mismo que…
Es fácil confundir los términos. Aclaremos:
- Objetivo de aprendizaje: Es la meta general, lo que queremos que el alumno logre al final de una secuencia didáctica. Responde al “¿Qué aprender?”. (Ej: “Comprender el ciclo del agua”).
- Competencia: Es un concepto más amplio. Es la capacidad de movilizar conocimientos, habilidades y actitudes para resolver problemas complejos en contextos diversos. (Ej: “Competencia científica”).
- Criterio de evaluación: Es el parámetro específico que usamos para juzgar si el objetivo se ha cumplido. Responde al “¿Qué voy a valorar?”. (Ej: “Explica las fases del ciclo del agua usando el vocabulario científico adecuado”).
- Indicador de evaluación: Es la evidencia concreta y observable de que el criterio se está cumpliendo. Responde al “¿Cómo lo voy a ver?”. (Ej: “Nombra correctamente evaporación, condensación y precipitación en su maqueta”).

¿Por qué son esenciales en la práctica docente?
Definir y usar criterios de evaluación no es un mero requisito burocrático; es una de las prácticas que más impacto tiene en la calidad de la enseñanza y el aprendizaje.
Claridad para el docente:
Para nosotros, los docentes, los criterios son nuestro mapa. Nos ayudan a diseñar actividades que estén verdaderamente alineadas con nuestros objetivos de aprendizaje. Nos obligan a pensar: “Si quiero que mis alumnos aprendan a argumentar, ¿qué actividades les permitirán practicarlo y cómo se verá una buena argumentación?”. Esto nos saca del piloto automático y nos lleva a una transposición didáctica mucho más intencionada.
Claridad para el estudiante:
Para el alumno, los criterios son la clave para la autonomía y la metacognición. Cuando un estudiante conoce de antemano cómo será evaluado, puede:
- Entender qué se espera de él y enfocar sus esfuerzos.
- Revisar su propio trabajo antes de entregarlo (autoevaluación).
- Entender la retroalimentación efectiva que recibe, ya que está basada en parámetros conocidos.
- Reducir la ansiedad y el miedo a lo desconocido, promoviendo un mejor clima escolar.
Equidad en la evaluación:
Este es quizás el beneficio más importante. Los criterios claros y públicos son el mejor antídoto contra la arbitrariedad. Evitan que nuestra evaluación se vea influenciada por simpatías, prejuicios o el estado de ánimo del día. Aseguran que todos los estudiantes sean medidos con la misma vara, lo que es un pilar fundamental de la equidad educativa. Ayudan a evitar los errores comunes al evaluar.
Coherencia pedagógica:
Los criterios son el pegamento que une todo el acto educativo. Crean un hilo conductor lógico entre la planificación (lo que quiero enseñar), la acción (lo que hacemos en clase) и la evaluación (lo que valoro). Sin ellos, estas tres fases corren el riesgo de divorciarse.
Cómo redactar criterios de evaluación efectivos
Un buen criterio debe ser claro, observable y medible. No puede dar lugar a interpretaciones ambiguas. Aquí tienes algunas claves:
Usa un lenguaje claro y directo: Debe ser comprensible tanto para ti como para tus estudiantes. Evita la jerga pedagógica innecesaria.
Enfócate en acciones observables: El criterio debe describir algo que el estudiante hace, no algo que siente o piensa. No podemos meternos en su cabeza, pero sí podemos observar sus desempeños.
Utiliza verbos de acción claros:
- Verbos recomendados: Analiza, compara, clasifica, justifica, resuelve, crea, diseña, interpreta, argumenta, explica, describe, identifica, resume…
- Verbos a evitar (por ser vagos o inobservables): Sabe, conoce, entiende, comprende, cree, se interesa, aprecia, valora, toma conciencia…

Como puedes ver, el buen criterio le dice exactamente al alumno qué tiene que hacer para demostrar su aprendizaje.
Criterios e indicadores: ¿Son lo mismo?
No, y esta es una de las distinciones más importantes para una correcta evaluación.
Pensemos en una analogía médica.
- El criterio es el estado de salud general que queremos evaluar. Por ejemplo: “Goza de buena salud cardiovascular”.
- Los indicadores son las pruebas específicas y medibles que nos dirán si ese criterio se cumple. Por ejemplo:
- Presión arterial dentro del rango normal.
- Nivel de colesterol por debajo de 200 mg/dL.
- Frecuencia cardíaca en reposo entre 60 y 100 ppm.
En educación, la lógica es la misma.
- Criterio de evaluación: Define QUÉ se evalúa. Es el aspecto general del desempeño.
- Indicador de evaluación: Define CÓMO se evidencia que el criterio se ha logrado. Son las pistas concretas, los rastros observables.
Un mismo criterio puede (y suele) desglosarse en varios indicadores.
Ejemplo en el área de Lengua y Literatura:
- Objetivo: Producir un ensayo argumentativo.
- Criterio de evaluación 1: “Argumenta su postura de forma coherente y fundamentada.”
- Indicador 1.1: Presenta una tesis clara en la introducción.
- Indicador 1.2: Utiliza al menos dos tipos diferentes de argumentos (ej. de autoridad, de ejemplo).
- Indicador 1.3: Incluye datos o evidencias que respaldan sus argumentos.
- Indicador 1.4: Refuta un posible contraargumento.
- Criterio de evaluación 2: “Estructura el texto de forma lógica y cohesionada.”
- Indicador 2.1: Organiza las ideas en párrafos, cada uno con una idea principal.
- Indicador 2.2: Utiliza conectores lógicos (ej. sin embargo, por lo tanto, además) para enlazar las ideas.
- Indicador 2.3: Redacta una conclusión que retoma la tesis y sintetiza los argumentos.
Como ves, los indicadores hacen que el criterio, que es más general, se vuelva tangible y fácil de evaluar tanto para el docente como para el alumno.

Cómo usar criterios en la planificación didáctica
Los criterios de evaluación no son un añadido final. Deben estar en el corazón de tu planificación didáctica desde el principio. Una buena práctica es seguir este flujo:
Ejemplo de flujo de planificación:
Definir el Objetivo de Aprendizaje: ¿Qué quiero que mis alumnos aprendan?
- Ej: Que los estudiantes comprendan la importancia de la biodiversidad en nuestro ecosistema local.
Seleccionar Contenidos y Competencias: ¿Qué contenidos curriculares y competencias (si aplica tu modelo) se relacionan?
- Contenido: Ecosistemas, cadenas tróficas, especies nativas. Competencia: Pensamiento crítico, conciencia ambiental.
Diseñar la Actividad o Producto Final: ¿Cómo demostrarán su aprendizaje?
- Ej: En equipos, crearán un folleto informativo dirigido a la comunidad sobre una especie animal local en riesgo y propondrán acciones para su conservación.
Establecer los Criterios de Evaluación: ¿Qué voy a valorar de ese folleto?
- Criterio A: Describe correctamente a la especie y su rol en el ecosistema.
- Criterio B: Explica las amenazas que enfrenta la especie con base en investigación.
- Criterio C: Propone acciones de conservación realistas y bien fundamentadas.
- Criterio D: El diseño del folleto es claro, atractivo y adecuado para el público objetivo.
Desglosar en Indicadores (si es necesario): ¿Qué pistas concretas buscaré?
- Para el Criterio A: Menciona su hábitat, su alimentación y su función en la cadena tróf
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- Para el Criterio A: Menciona su hábitat, su alimentación y su función en la cadena tróf
Elegir el Instrumento de Evaluación: ¿Qué herramienta usaré para medir esto?
- Ej: Una rúbrica que desarrolle los criterios A, B, C y D en diferentes niveles de logro.
Este proceso asegura que tus actividades no sean solo “entretenidas”, sino que estén diseñadas a propósito para desarrollar y evaluar lo que realmente importa.
Aplicación en distintos niveles y contextos
Los criterios de evaluación son universales, pero su formulación y complejidad deben adaptarse al nivel de desarrollo de los estudiantes.
a. Educación Inicial
En esta etapa, los criterios están muy ligados al desarrollo integral y se observan a través del juego y las rutinas. Deben ser sencillos y describir acciones concretas.
- Ejemplo de criterio: “Muestra autonomía en hábitos de higiene.”
- Indicador: Se lava las manos solo antes de comer.
- Indicador: Reconoce y usa sus útiles de aseo personales.
- Para la evaluación en Educación Inicial , los criterios deben ser flexibles y centrarse en el proceso, no en un producto estandarizado. Se registran principalmente a través de la observación directa y listas de cotejo.
b. Educación Primaria
Aquí los criterios se vuelven más específicos y se vinculan directamente con los contenidos de las áreas curriculares. Es fundamental que sean comprensibles para los niños.
- Ejemplo de criterio (Matemáticas): “Resuelve problemas de suma y resta con números de hasta tres cifras utilizando diferentes estrategias.”
- Indicador: Aplica el algoritmo convencional de la suma llevando.
- Indicador: Utiliza la descomposición de números para resolver una resta.
- Indicador: Explica oralmente el procedimiento que utilizó.
- Ejemplo de criterio (Ciencias Sociales): “Ubica en un mapa los principales ríos y montañas de su región.”
- Indicador: Señala correctamente la cordillera principal en un mapa físico.
- Indicador: Nombra y localiza al menos dos ríos importantes.
c. Educación Secundaria
Los criterios aumentan en abstracción y exigen un mayor nivel de pensamiento crítico y habilidades complejas, alineándose con la educación por competencias.
- Ejemplo de criterio (Historia): “Analiza críticamente diferentes fuentes históricas sobre un mismo acontecimiento.”
- Indicador: Compara la información de una fuente primaria (una carta) y una secundaria (un libro de texto).
- Indicador: Identifica el posible punto de vista o sesgo del autor de cada fuente.
- Indicador: Formula una conclusión propia basada en la comparación de las fuentes.
- Ejemplo de criterio (Debate): “Argumenta su postura en un debate utilizando evidencia y respetando las opiniones contrarias.”
- Indicador: Estructura sus argumentos con una afirmación, razonamiento y evidencia.
- Indicador: Escucha activamente los argumentos del equipo contrario y los refuta con respeto.
d. Educación Intercultural o Indígena
En estos contextos, los criterios deben ser culturalmente pertinentes. Esto significa que deben valorar no solo los conocimientos del currículo oficial, sino también los saberes y formas de expresión de la comunidad.
- Ejemplo de criterio: “Narra oralmente una historia tradicional de su comunidad respetando la estructura y el lenguaje propios de la tradición.”
- Indicador: Utiliza las fórmulas de inicio y cierre típicas de los relatos locales.
- Indicador: Emplea un vocabulario rico en su lengua materna para describir personajes y acciones.
- Indicador: Mantiene el contacto visual y utiliza gestos acordes a la práctica cultural de la narración.
- Este es un pilar de la evaluación en educación indígena, donde el “qué” se evalúa debe ser tan flexible como el “cómo”.
Criterios y rúbricas: Una relación inseparable
Si los criterios de evaluación son el esqueleto, las rúbricas son el cuerpo completo. Una rúbrica es una herramienta que desglosa los criterios en diferentes niveles de desempeño, describiendo cómo se ve un trabajo “excelente”, “bueno”, “suficiente” o “en desarrollo”.
La relación es directa: los criterios son las filas de la rúbrica.
Ventajas de esta combinación:
- Hace la evaluación transparente: El estudiante no solo sabe qué se le evalúa (el criterio), sino también qué necesita hacer para alcanzar cada nivel de logro.
- Facilita la retroalimentación: Puedes simplemente señalar en la rúbrica las descripciones que mejor se ajustan al trabajo del estudiante, dándole una retroalimentación específica y constructiva.
- Promueve la autoevaluación y coevaluación: Los estudiantes pueden usar la rúbrica para evaluar su propio trabajo o el de un compañero de manera estructurada.

Errores comunes al usar criterios (y cómo evitarlos)
Usar criterios de evaluación puede transformar tu práctica, pero es fácil caer en algunas trampas.
- Error 1: Copiar y pegar sin adaptar.
- Problema: Usar los criterios del currículo oficial o de un libro de texto sin ajustarlos a la realidad de tu grupo, a tus actividades y a tu contexto.
- Solución: Siempre adapta la redacción. Asegúrate de que los criterios tengan sentido para la tarea específica que has diseñado y para el nivel de tus estudiantes.
- Error 2: Usar criterios que no se pueden observar.
- Problema: Redactar criterios como “demuestra interés” o “valora la lectura”. Son buenas intenciones, pero imposibles de medir objetivamente.
- Solución: Traduce esas intenciones a acciones observables. En lugar de “valora la lectura”, usa “selecciona voluntariamente libros de la biblioteca del aula durante el tiempo de lectura libre”.
- Error 3: Ocultar los criterios al estudiante.
- Problema: Diseñar criterios fantásticos pero guardarlos para ti hasta el día de la calificación.
- Solución: Los criterios deben ser públicos y compartidos antes de la actividad. Discútelos con tus alumnos, pégalos en la pared, inclúyelos en la consigna del trabajo. Son una herramienta de aprendizaje, no un secreto de estado.
- Error 4: Aplicar los criterios solo al final.
- Problema: Ignorar los criterios durante el proceso de enseñanza y usarlos solo para la evaluación sumativa.
- Solución: Utiliza los criterios para dar retroalimentación formativa mientras los estudiantes trabajan. “Recuerda, uno de los criterios es usar evidencia. ¿Dónde podrías encontrar datos para apoyar esta idea?”.
Herramientas y plantillas para trabajar con criterios
No tienes que empezar de cero. Existen muchas herramientas que te pueden ayudar a organizar y presentar tus criterios.
- Modelos de rúbricas: Sitios como Rubistar (aunque algo antiguo) o simplemente buscar en internet “plantilla de rúbrica en Word/Google Docs” te darán estructuras listas para adaptar.
- Planillas de planificación: Diseña tu propia plantilla de secuencia didáctica que incluya explícitamente una columna para los criterios de evaluación. Esto te forzará a pensar en ellos desde el inicio.
- Checklists de observación: Para evaluar procesos o habilidades en tiempo real (como una exposición oral o un trabajo en equipo), una simple lista de cotejo basada en tus indicadores es muy eficaz.
- Plataformas digitales: Herramientas como Genially, Canva, o incluso Google Classroom permiten crear rúbricas interactivas o presentar los criterios de forma visual y atractiva para los estudiantes. Plataformas como CoRubrics facilitan la coevaluación usando rúbricas.
Definir y utilizar criterios de evaluación claros y pertinentes no es simplemente una técnica para calificar de manera más eficiente. Es una filosofía de enseñanza. Es la manifestación práctica de que entendemos la evaluación como una parte integral del aprendizaje, no como su conclusión punitiva.
Cuando sabemos con precisión qué queremos observar, podemos diseñar mejores actividades, ofrecer una retroalimentación más útil y, sobre todo, empoderar a nuestros estudiantes para que se conviertan en los protagonistas de su propio camino de aprendizaje. Un buen criterio de evaluación ilumina el camino para todos: para el docente, que enseña con un propósito claro, y para el alumno, que aprende con una meta visible. En última instancia, usar criterios claros y justos es una de las formas más poderosas y concretas de enseñar con equidad.
Glosario
Criterio de Evaluación: Enunciado que expresa el tipo y grado de aprendizaje que se espera que los estudiantes hayan alcanzado con respecto a los objetivos de aprendizaje. Define el “qué” se va a valorar de un desempeño o producto.
Indicador de Evaluación (o Indicador de Logro): Señal o pista concreta, observable y medible que permite verificar que un criterio de evaluación se ha cumplido. Responde al “cómo se evidencia” el aprendizaje. Un criterio se desglosa en uno o varios indicadores.
Instrumento de Evaluación: Herramienta física o digital que se utiliza para recoger información sobre el aprendizaje de los estudiantes. Las rúbricas, listas de cotejo, exámenes y portafolios son ejemplos de instrumentos.
Objetivo de Aprendizaje: Declaración que describe lo que se espera que un estudiante sepa, comprenda o sea capaz de hacer al final de un período de instrucción. Es la meta general del proceso de enseñanza.
Evaluación Formativa: Enfoque de evaluación integrado en el proceso de enseñanza-aprendizaje cuyo propósito principal es monitorear el progreso del estudiante y proporcionar retroalimentación continua para mejorar su aprendizaje, no para calificarlo.
Evaluación Sumativa: Enfoque de evaluación que se realiza al final de un período de instrucción (unidad, trimestre, curso) para determinar el nivel de logro de los objetivos de aprendizaje. Su propósito suele ser certificar o calificar.
Rúbrica (o Matriz de Valoración): Instrumento de evaluación que desglosa los criterios de evaluación en diferentes niveles de calidad o desempeño. Describe explícitamente lo que se espera del trabajo del estudiante en cada nivel para cada criterio.
Equidad en la Evaluación: Principio que asegura que todos los estudiantes sean evaluados con justicia, utilizando criterios claros, compartidos y libres de sesgos culturales o personales, garantizando que todos tengan la misma oportunidad de demostrar lo que han aprendido.
Preguntas Frecuentes (FAQ)
1. ¿Debo tener criterios de evaluación para cada actividad que hago?
No necesariamente para cada ejercicio diario, pero sí para cada producto o desempeño significativo que evalúes. Para las actividades más pequeñas, puedes tener criterios más generales de proceso (ej. “completa la tarea a tiempo”, “trabaja de forma ordenada”). Para los grandes proyectos, exámenes o ensayos, los criterios detallados son indispensables.
2. ¿Cuántos criterios debería usar para una tarea?
No hay un número mágico, pero una buena regla es la simplicidad. Entre 3 y 5 criterios bien definidos suelen ser suficientes para evaluar una tarea compleja. Demasiados criterios pueden hacer la evaluación confusa y difícil de manejar tanto para ti como para el estudiante.
3. ¿Qué pasa si un estudiante cumple muy bien algunos criterios pero muy mal otros?
Esa es precisamente la belleza de usar criterios: te dan una visión detallada y no un promedio ciego. Tu retroalimentación puede ser muy específica: “Tu creatividad y el diseño de tu trabajo son excelentes (Criterio D), pero necesitas mejorar la forma en que fundamentas tus argumentos (Criterio B)”. Esto es mucho más útil que una simple nota numérica.
4. ¿Puedo cambiar los criterios a mitad de un proyecto?
No es recomendable, ya que rompería el “contrato” establecido con los estudiantes y generaría confusión. Si te das cuenta de que un criterio está mal formulado, lo mejor es discutirlo con la clase, explicar por qué crees que necesita un ajuste y acordar el cambio juntos. La transparencia es clave.
5. ¿Es lo mismo un criterio de evaluación que un criterio de calificación?
Son conceptos muy cercanos. Un criterio de evaluación define la calidad de un aprendizaje. Un criterio de calificación traduce esa calidad en un puntaje o nota. Por ejemplo, la rúbrica que vimos antes usa los criterios de evaluación (las filas) para establecer los criterios de calificación (los puntos asignados a cada nivel de logro). En la práctica, a menudo se usan como sinónimos, pero la evaluación siempre debe preceder a la calificación.
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