Estrés laboral en el profesorado: Causas frecuentes y soluciones reales

La puerta del aula se cierra y con ella, a menudo, se desata un universo de presiones silenciosas. Enseñar es una de las profesiones más vocacionales y gratificantes, pero también una de las más exigentes. El estrés laboral en el profesorado se ha convertido en una sombra que acompaña a educadores de todo el mundo, un desgaste constante que no solo afecta su bienestar, sino que pone en jaque la calidad de la educación que reciben nuestros estudiantes. Este no es un problema menor ni aislado; es una epidemia silenciosa que crece en las escuelas de América Latina y del resto del planeta, alimentada por una combinación de factores sistémicos y demandas diarias.

El impacto es doble y profundo. Por un lado, debilita la salud física y mental de los docentes, llevándolos a estados de agotamiento crónico, ansiedad y desmotivación. Por otro, erosiona los cimientos del aprendizaje, ya que un profesor estresado difícilmente puede inspirar, innovar o atender con paciencia las diversas necesidades de su alumnado. Este artículo no pretende solo describir un problema. A lo largo de las siguientes secciones, analizaremos las causas más comunes de esta situación y, lo más importante, presentaremos un abanico de soluciones y estrategias prácticas para que tú, como docente, y las instituciones educativas puedan construir un entorno más saludable y sostenible.

Qué vas a encontrar en este artículo

¿Qué es el estrés laboral docente?

Para entender el problema, primero debemos definirlo con claridad. La Organización Mundial de la Salud (OMS) describe el estrés laboral como la reacción física y emocional a exigencias y presiones laborales que no se ajustan a los conocimientos y las capacidades del trabajador, y que ponen a prueba su capacidad para afrontar la situación. Aplicado al contexto educativo, el estrés laboral en el profesorado es la respuesta de agotamiento que surge cuando las demandas de la profesión —sean académicas, emocionales o administrativas— superan los recursos personales e institucionales disponibles para manejarlas.

Es fundamental diferenciar entre dos tipos de estrés. No toda tensión es negativa.

  • Eustrés (estrés positivo): Es una forma de estrés que actúa como un motor. Es la energía que sientes antes de iniciar un proyecto emocionante, el desafío que te motiva a preparar una clase innovadora o la adrenalina controlada que te ayuda a resolver un pequeño imprevisto en el aula. El eustrés nos mantiene alerta, productivos y comprometidos.
  • Distrés (estrés negativo): Este es el tipo de estrés perjudicial del que hablamos. Ocurre cuando la presión es excesiva, continua y no se vislumbra un alivio. Es la sensación de estar constantemente abrumado, la incapacidad para desconectar y la percepción de que, por más que te esfuerces, nunca es suficiente. Es un estado que agota tus reservas físicas y mentales.

Cuando el distrés se vuelve crónico y no se gestiona adecuadamente, puede evolucionar hacia una condición mucho más grave: el síndrome de burnout docente. El burnout no es simplemente estar cansado; es un estado de agotamiento emocional, despersonalización (desarrollar una actitud cínica y distante hacia el trabajo y los estudiantes) y una reducida realización personal (sentir que tu trabajo ya no tiene valor). Comprender esta progresión es clave, porque atajar el estrés a tiempo es la mejor forma de prevenir el burnout y proteger el que probablemente sea el recurso más importante de la escuela: el bienestar de sus educadores, cuyo rol del docente va mucho más allá de la simple transmisión de conocimientos.

Síndrome de burnout docente

Causas frecuentes del estrés en el profesorado

El estrés docente rara vez proviene de una única fuente. Más bien, es el resultado de una acumulación de presiones que, sumadas, crean una carga difícil de sobrellevar. Identificar estas causas es el primer paso para poder abordarlas de manera efectiva.

1. Sobrecarga de trabajo

La imagen del profesor que solo trabaja durante el horario escolar es un mito. La jornada laboral docente se extiende mucho más allá del timbre de salida. Esta sobrecarga se manifiesta en múltiples frentes:

  • Preparación y planificación: Diseñar una planificación didáctica coherente y efectiva, crear materiales, investigar nuevos enfoques y adaptar contenidos para los diferentes ritmos de aprendizaje consume una cantidad ingente de tiempo.
  • Corrección y evaluación: La pila de exámenes, trabajos y proyectos parece no tener fin. Ofrecer una retroalimentación efectiva a cada estudiante es una tarea crucial, pero también una de las más demandantes.
  • Tareas administrativas: El papeleo burocrático es una de las mayores fuentes de frustración. Rellenar informes, actas, registros de asistencia, comunicados a las familias y otros documentos consume horas que podrían dedicarse a la enseñanza. Muchas veces, estas tareas se perciben como repetitivas y poco relacionadas con el acto educativo en sí.
  • Reuniones: Reuniones de departamento, claustros, tutorías con padres y coordinaciones varias fragmentan el tiempo y, a menudo, se extienden fuera del horario laboral, aumentando la sensación de una jornada interminable.

Esta carga de trabajo invisible, realizada en casa durante noches y fines de semana, es uno de los principales factores que impiden la desconexión y contribuyen al agotamiento.

2. Exigencias emocionales

La docencia es una profesión de alta intensidad emocional. El aula es un espacio complejo donde convergen decenas de personalidades, historias y necesidades.

  • Manejo de conflictos en el aula: Mediar en conflictos entre alumnos, gestionar comportamientos disruptivos y mantener un clima escolar positivo requiere una energía emocional constante. El docente actúa como mediador, psicólogo y figura de autoridad, roles que pueden ser agotadores.
  • Atención a estudiantes con necesidades especiales: En la búsqueda de una educación inclusiva, los docentes se encuentran a menudo con estudiantes que presentan trastornos del aprendizaje como dislexia o TDAH, problemas emocionales o situaciones familiares complejas. Sin embargo, la falta de recursos, formación específica y personal de apoyo (psicopedagogos, terapeutas ocupacionales) deja al profesor solo ante este desafío, generando una gran impotencia y estrés.
  • Vínculo emocional: Crear un vínculo pedagógico fuerte con los estudiantes es esencial, pero también implica una inversión emocional. Preocuparse por su bienestar, celebrar sus logros y sufrir con sus dificultades es parte del trabajo, pero esta carga empática, si no se gestiona bien, puede llevar al desgaste.

3. Falta de recursos

Trabajar sin las herramientas adecuadas es frustrante en cualquier profesión, y en la educación, sus efectos son directos sobre el proceso de enseñanza-aprendizaje.

  • Escasez de materiales didácticos y tecnológicos: La falta de acceso a libros actualizados, material de laboratorio, recursos manipulativos o herramientas TIC limita la capacidad del docente para innovar y aplicar metodologías activas. Muchas veces, son los propios profesores quienes acaban comprando materiales con su dinero para poder ofrecer una educación de calidad.
  • Condiciones inadecuadas de infraestructura: Aulas superpobladas, mala iluminación o ventilación, problemas de calefacción o refrigeración, o instalaciones en mal estado no solo afectan la comodidad, sino que crean un entorno de trabajo hostil y poco propicio para el aprendizaje. La seguridad también es una preocupación, y la falta de un seguro escolar adecuado puede añadir una capa de ansiedad.

4. Presión de evaluaciones y resultados

La cultura de la rendición de cuentas ha puesto una presión desmedida sobre los hombros de los docentes.

  • Expectativas institucionales y de padres de familia: Las escuelas exigen el cumplimiento de objetivos curriculares y la mejora de indicadores, mientras que los padres esperan resultados académicos excelentes para sus hijos. Esta doble presión puede generar un miedo constante a no estar a la altura.
  • Evaluaciones estandarizadas: La importancia que se le da a las evaluaciones estandarizadas en Estados Unidos y en otros sistemas educativos a nivel mundial puede ser una fuente masiva de estrés. Estas pruebas a menudo llevan a “enseñar para el examen”, reduciendo la creatividad pedagógica y generando ansiedad tanto en alumnos como en profesores. El foco se desplaza de un aprendizaje significativo a la obtención de una puntuación.

5. Inseguridad laboral y salarios bajos

La estabilidad es un pilar fundamental del bienestar, y en la docencia, a menudo brilla por su ausencia.

  • Contratos temporales y falta de estabilidad: Muchos educadores, especialmente los que inician su carrera, trabajan con contratos temporales, interinatos o sustituciones. Esta precariedad genera una incertidumbre constante sobre el futuro laboral y dificulta el sentimiento de pertenencia a una comunidad escolar.
  • Impacto del bajo salario: Un salario que no se corresponde con la formación, la responsabilidad y la carga de trabajo del docente es un factor desmotivador. Obliga a muchos a buscar segundos empleos, reduce su calidad de vida y envía un mensaje social de que su labor no es valorada, lo cual mina profundamente el compromiso y el bienestar.

Consecuencias del estrés laboral en docentes

El estrés laboral en el profesorado, cuando se cronifica, deja una estela de consecuencias negativas que no se limitan al individuo, sino que se extienden a toda la comunidad educativa. Estas repercusiones se pueden observar tanto a nivel personal como profesional.

1. A nivel personal

El cuerpo y la mente son los primeros en resentirse ante una exposición prolongada al estrés. El coste personal para el docente puede ser muy alto.

  • Problemas de salud física: El estrés activa una respuesta fisiológica de “lucha o huida” que, mantenida en el tiempo, causa estragos. Son comunes los dolores de cabeza tensionales y migrañas, problemas gastrointestinales (como el síndrome del intestino irritable), dolores musculares crónicos (especialmente en cuello y espalda), y un sistema inmunológico debilitado que se traduce en resfriados y enfermedades más frecuentes. La fatiga crónica se convierte en una compañera constante, haciendo que incluso el descanso del fin de semana sea insuficiente para recargar energías.
  • Trastornos emocionales: La salud mental es la víctima más directa. La ansiedad es una de las manifestaciones más habituales, con síntomas como preocupación constante, nerviosismo, e incluso ataques de pánico. La depresión también es una consecuencia frecuente, caracterizada por la tristeza persistente, la pérdida de interés en actividades que antes se disfrutaban y sentimientos de desesperanza. Otros efectos incluyen la irritabilidad, los cambios de humor bruscos y dificultades para la atención y concentración, que afectan también a la vida fuera del trabajo.

2. A nivel profesional

Un docente agotado y estresado no puede rendir al máximo de su potencial. Las consecuencias para su carrera y para el sistema educativo son graves y medibles.

  • Menor motivación para innovar en el aula: La creatividad y la innovación requieren energía mental y entusiasmo. Un cerebro agotado por el estrés tiende a operar en “modo supervivencia”, recurriendo a las estrategias más seguras y conocidas. Esto se traduce en una menor disposición a probar metodologías activas como el aprendizaje basado en proyectos (ABP), la gamificación o el uso de nuevas

    tecnologías. Las clases se vuelven más monótonas, menos inspiradoras y se alejan de las teorías del aprendizaje más actuales que promueven la participación activa del estudiante. La energía que se necesita para diseñar proyectos interdisciplinarios o aplicar la enseñanza multisensorial simplemente no está disponible.

    • Incremento del ausentismo laboral: El estrés crónico y sus consecuencias en la salud física y mental son una de las principales causas de las bajas laborales en el sector docente. Este ausentismo no solo tiene un coste económico para el sistema, sino que también genera una disrupción en el proceso de aprendizaje de los alumnos, quienes deben adaptarse constantemente a profesores sustitutos. Además, aumenta la carga de trabajo para los compañeros que deben cubrir esas ausencias.

    • Mayor rotación docente: El agotamiento y la falta de satisfacción llevan a muchos profesionales a una decisión drástica: abandonar la profesión. Esta “fuga de talento” es una de las consecuencias más perjudiciales a largo plazo. Se pierden docentes con experiencia y vocación, y el ciclo de reclutar y formar a nuevos profesionales, que a su vez corren el riesgo de quemarse, se perpetúa. El sentimiento de no poder ser docente en las condiciones deseadas es un poderoso motor para el abandono.

estrés laboral en el profesorado

Soluciones y estrategias reales para reducir el estrés docente

Reconocer las causas y consecuencias es solo la mitad del camino. La parte más importante es actuar. Afortunadamente, existen estrategias efectivas que, combinadas, pueden marcar una gran diferencia en el bienestar docente. Estas soluciones se dividen en acciones individuales, que puedes empezar a aplicar hoy mismo, y medidas institucionales, que requieren un cambio cultural y organizativo.

1. Gestión del tiempo y planificación efectiva

Sentir que tienes el control sobre tu tiempo es un antídoto poderoso contra el estrés. No se trata de trabajar más, sino de trabajar de forma más inteligente. Una buena gestión del tiempo para docentes es fundamental.

  • Herramientas digitales: Apóyate en la tecnología para automatizar y organizar. Herramientas como Trello, Asana o Notion pueden ayudarte a visualizar tus tareas y proyectos. Google Calendar es esencial para bloquear tiempos de planificación, corrección y descanso. Plataformas como Google Classroom o Moodle pueden centralizar la entrega de trabajos y la comunicación, reduciendo el desorden de correos electrónicos.
  • Técnicas de priorización: No todas las tareas tienen la misma importancia ni la misma urgencia. La Matriz de Eisenhower es una herramienta simple y eficaz:
    • Urgente e Importante: Hazlo ahora (ej. atender una emergencia en el aula).
    • Importante pero no Urgente: Planifícalo (ej. preparar la unidad didáctica de la próxima semana). Aquí es donde debes invertir la mayor parte de tu energía.
    • Urgente pero no Importante: Delégalo si es posible (ej. ciertas tareas administrativas).
    • Ni Urgente ni Importante: Elimínalo (ej. revisar redes sociales durante tu tiempo de planificación).
  • Método Pomodoro: Esta técnica ayuda a mantener la concentración y evitar el agotamiento. Consiste en trabajar en bloques de 25 minutos (un “pomodoro”) seguidos de un descanso de 5 minutos. Después de cuatro pomodoros, toma un descanso más largo (15-30 minutos). Es ideal para tareas densas como la corrección de exámenes o la creación de rúbricas.

2. Establecer límites claros

La línea que separa la vida profesional de la personal se ha vuelto increíblemente borrosa para muchos docentes. Recuperar esa frontera es esencial para la salud mental.

  • Diferenciar vida personal y laboral: Designa un espacio físico en tu casa exclusivamente para trabajar, si es posible. Cuando termines tu jornada, sal de ese espacio. Del mismo modo, establece un horario de trabajo y cúmplelo. Si decidiste que a las 6 de la tarde terminas, hazlo. Las tareas restantes pueden esperar al día siguiente.
  • Desconexión digital: Este es uno de los mayores desafíos. Desactiva las notificaciones de correo electrónico y de las plataformas de comunicación del colegio en tu teléfono fuera de tu horario laboral. Comunica a los padres y estudiantes tus horarios de disponibilidad y sé firme al respetarlos. No tienes la obligación de responder un mensaje a las 10 de la noche. Fomentar la ciudadanía digital también implica modelar hábitos saludables.

3. Fomentar redes de apoyo docente

El sentimiento de aislamiento agrava el estrés. Sentir que eres el único que lucha con estas dificultades es debilitante. Romper ese aislamiento es liberador.

  • Grupos de colaboración y comunidades profesionales: Crea o únete a grupos de colegas en tu propia escuela para compartir recursos, estrategias y, sobre todo, desahogarse. Hablar con alguien que entiende perfectamente tu situación valida tus sentimientos y reduce la carga. Las comunidades online (en redes sociales o foros especializados) también son un recurso valioso para intercambiar ideas y encontrar apoyo. Fomentar el aprendizaje cooperativo no solo es para los alumnos, sino también para los profesores.
  • Mentorías: Un programa de mentoría formal o informal puede ser de gran ayuda, especialmente para docentes novatos. Tener a un colega con más experiencia a quien recurrir para pedir consejo o simplemente para compartir una preocupación puede prevenir que el estrés inicial se convierta en burnout. La participación familiar en la vida escolar también crea una red de apoyo más amplia para el docente.

4. Programas institucionales de bienestar

Si bien las estrategias individuales son útiles, el estrés laboral en el profesorado es un problema sistémico y requiere soluciones sistémicas. Las escuelas y las administraciones educativas tienen una responsabilidad ineludible.

  • Talleres de manejo del estrés y Mindfulness: Las instituciones pueden ofrecer formación específica para dotar a los docentes de herramientas para gestionar la presión. Talleres sobre inteligencia emocional, resolución de conflictos o técnicas de relajación son inversiones directas en la salud de su personal.
  • Políticas para reducir la carga administrativa: La dirección del centro debe revisar activamente los procesos burocráticos para eliminar tareas redundantes o innecesarias. Se debe invertir en software que simplifique la gestión y liberar tiempo para que los docentes se centren en lo que mejor saben hacer: enseñar. Esto también implica proteger el tiempo de planificación y evitar la sobrecarga de reuniones.
  • Fomentar un clima de confianza y autonomía: Una cultura escolar basada en la confianza, el respeto y la valoración del trabajo docente reduce enormemente la presión. Dar a los profesores autonomía para tomar decisiones pedagógicas, experimentar con nuevas corrientes pedagógicas y adaptar el currículum escolar a las necesidades de sus alumnos es un potente factor de motivación y bienestar.

5. Autocuidado y salud mental

Cuidarse a uno mismo no es un lujo, es una necesidad profesional. No puedes dar lo que no tienes.

  • Actividad física regular: El ejercicio es una de las formas más eficaces de combatir los efectos fisiológicos del estrés. Libera endorfinas, mejora el estado de ánimo y ayuda a descargar la tensión acumulada. No necesitas correr una maratón; una caminata diaria de 30 minutos puede marcar una gran diferencia.
  • Técnicas de relajación y meditación: Practicar la respiración profunda durante unos minutos entre clases, escuchar música relajante de camino a casa o dedicar 10 minutos a la meditación antes de dormir puede ayudar a calmar el sistema nervioso. La psicología positiva ofrece muchas herramientas para cultivar un estado mental más resiliente.
  • Búsqueda de apoyo psicológico profesional: Ir a terapia es una señal de fortaleza, no de debilidad. Un psicólogo puede proporcionarte estrategias personalizadas para manejar el estrés, la ansiedad o los síntomas de burnout. Normalizar el cuidado de la salud mental es un paso crucial para todo el colectivo docente.

Buenas prácticas y casos de éxito

La teoría está muy bien, pero ¿funciona esto en la práctica? La respuesta es sí. Existen ejemplos inspiradores de escuelas y sistemas educativos que han tomado medidas concretas para atajar el estrés laboral en el profesorado.

  • Ejemplos a nivel de centro educativo: En varias partes del mundo, algunas escuelas han implementado los “Viernes de Bienestar”, donde la última hora de la jornada se dedica a actividades voluntarias como yoga, talleres de arte o sesiones de planificación colaborativa sin agenda directiva. Otras han creado un “banco de tiempo” donde los profesores pueden donar horas de planificación a colegas que atraviesan una situación personal o profesional complicada. La clave de estas iniciativas es que son impulsadas por la propia comunidad, reconociendo que el bienestar es una responsabilidad compartida.
  • Políticas públicas a nivel nacional: Finlandia es a menudo citada como uno de los modelos educativos en el mundo más exitosos. Una de las claves de su éxito es el alto grado de confianza y autonomía que se deposita en los docentes. Hay muy pocas evaluaciones estandarizadas, la carga burocrática es mínima y los profesores son vistos como profesionales altamente cualificados con la libertad de diseñar sus propias clases. Este enfoque reduce drásticamente la presión externa y fomenta la satisfacción profesional. En Canadá, algunos distritos escolares han invertido en programas integrales de salud mental para el personal, ofreciendo acceso gratuito y confidencial a servicios de psicología y asesoramiento.

Estos casos demuestran que, cuando existe la voluntad política y un liderazgo escolar comprometido, es posible crear un entorno de trabajo que cuide a quienes cuidan de nuestros hijos.

El estrés laboral en el profesorado no es una debilidad individual ni una queja aislada. Es una respuesta lógica y humana a un sistema que a menudo exige lo imposible. Es la consecuencia visible de una sobrecarga de trabajo crónica, una intensa presión emocional, la falta de recursos y valoración, y una precariedad laboral inaceptable. Ignorar este problema no solo es injusto para los docentes, sino que es perjudicial para la educación en su conjunto, ya que un profesor estresado no puede garantizar un aprendizaje de calidad.

La solución no reside en pedir a los docentes que sean más resilientes o que “le pongan más ganas”. La resiliencia tiene un límite. La solución debe ser estructural y multifacética. Por un lado, es fundamental que cada docente se arme con herramientas de autocuidado, gestión del tiempo y establecimiento de límites para proteger su propio bienestar. Estas estrategias son el primer frente de defensa.

Sin embargo, el cambio más profundo y duradero debe venir desde arriba. Es un llamado a la acción para las instituciones educativas, que deben pasar de las palabras a los hechos, implementando políticas que reduzcan la burocracia, fomenten la colaboración, ofrezcan apoyo real y promuevan un clima de confianza. Y es un llamado a los gobiernos, para que inviertan en educación no solo a través de infraestructuras, sino invirtiendo en el capital humano: con salarios dignos, estabilidad laboral y condiciones de trabajo que honren la importancia crucial de la profesión docente.

Cuidar al docente no es un gasto, es la inversión más inteligente que una sociedad puede hacer en su futuro.

Glosario

  • Burnout: Síndrome resultante de un estrés laboral crónico que no se ha gestionado con éxito. Se caracteriza por tres dimensiones: sentimientos de agotamiento o falta de energía, aumento de la distancia mental con respecto al trabajo o sentimientos de negativismo o cinismo, y una sensación de ineficacia y falta de realización.
  • Distrés: El tipo de estrés negativo y perjudicial que causa malestar y agotamiento. Surge cuando las demandas superan la capacidad de una persona para hacerles frente.
  • Eustrés: El tipo de estrés positivo y beneficioso que actúa como un motivador y energizante. Es la respuesta a un desafío que se percibe como manejable.
  • Gestión del tiempo: Proceso de planificación y ejercicio del control consciente sobre el tiempo empleado en actividades específicas, especialmente para aumentar la eficacia, la eficiencia o la productividad.
  • Mindfulness (Atención Plena): Práctica de prestar atención al momento presente de manera intencional y sin juzgar. Se utiliza como técnica para reducir el estrés y mejorar la concentración y el bienestar emocional.
  • Salud Mental: Un estado de bienestar mental que permite a las personas hacer frente a los momentos de estrés de la vida, desarrollar todas sus habilidades, poder aprender y trabajar adecuadamente y contribuir a la mejora de su comunidad.

Preguntas Frecuentes (FAQ)

1. ¿Cuál es la diferencia principal entre estar estresado y tener burnout?
El estrés es una reacción a presiones excesivas y se caracteriza por una sobreimplicación emocional y una sensación de urgencia. El burnout, en cambio, es una etapa posterior y más grave, caracterizada por el agotamiento total, el desapego emocional (cinismo) y una sensación de inutilidad. Si el estrés es “ahogarse” en responsabilidades, el burnout es “estar seco”, sin nada más que dar.

2. ¿Cómo puedo ayudar a un colega que creo que está sufriendo de estrés laboral severo?
Lo más importante es acercarse con empatía y sin juzgar. Puedes empezar por ofrecerle tu escucha activa (“He notado que últimamente pareces muy agobiado, ¿quieres hablar?”). Evita dar consejos no solicitados. A veces, solo validar sus sentimientos es de gran ayuda. También puedes sugerirle de manera sutil que hable con un responsable de confianza o que busque los recursos de bienestar que ofrezca la escuela, si existen. Fomentar actividades colaborativas puede ayudar a romper su aislamiento.

3. ¿Las estrategias de mindfulness realmente funcionan para el estrés docente?
Sí, hay una creciente evidencia científica que respalda la eficacia del Mindfulness para reducir el estrés. No elimina las causas externas (como la sobrecarga de trabajo), pero sí te proporciona herramientas para gestionar tu reacción interna ante ellas. Te ayuda a crear un espacio entre un estímulo estresante y tu respuesta, permitiéndote reaccionar de forma más calmada y consciente en lugar de automática.

4. ¿Qué puedo hacer si mi escuela no ofrece ningún programa de bienestar para docentes?
Si te sientes con fuerzas, puedes unirte a otros colegas para proponerlo a la dirección. Presentar un plan concreto, con datos sobre los beneficios del bienestar docente en el rendimiento escolar, puede tener más impacto. A nivel individual, céntrate en las estrategias que sí están bajo tu control: tu gestión del tiempo, el establecimiento de límites, tu autocuidado fuera de la escuela y la creación de redes de apoyo informales con compañeros que compartan tu visión.

5. ¿Es normal sentirse culpable por desconectar o tomarse un descanso?
Es muy común, pero no es saludable. La cultura de la “vocación abnegada” ha hecho que muchos docentes sientan que deben estar disponibles 24/7. Es fundamental que reprogrames esa mentalidad. Entiende que el descanso no es un signo de pereza, sino una parte esencial de tu trabajo. Un docente descansado es un docente más eficaz, paciente y creativo. Cuidarte a ti es cuidar de tus alumnos.

Bibliografía

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  • Covey, S. R. (2009). Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva. Paidós Ibérica. (Útil para la gestión del tiempo y la priorización).
  • Goleman, D. (1996). Inteligencia Emocional. Kairós.
  • Salanova, M., & Schaufeli, W. B. (2009). El engagement en el trabajo: Cuando el trabajo se convierte en pasión. Alianza Editorial.

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