La evaluación en el sistema educativo español es mucho más que una simple nota en un boletín. Es el termómetro que mide el aprendizaje, la brújula que orienta la enseñanza y, a menudo, el epicentro de intensos debates pedagógicos y políticos. Detrás de cada calificación hay una concepción de lo que significa aprender, de cómo se debe enseñar y de cuál es el propósito de la escuela.
El caso español es particularmente interesante. Su sistema evaluativo se encuentra en una encrucijada permanente, un espacio de tensión donde conviven prácticas muy arraigadas, como los exámenes memorísticos y las calificaciones numéricas, con corrientes innovadoras que abogan por una evaluación más formativa, competencial e inclusiva. Esta dualidad genera incertidumbre en docentes, familias y, sobre todo, en los propios estudiantes.
A lo largo de este artículo, realizaremos un recorrido exhaustivo por los mecanismos de la evaluación en España. Analizaremos su evolución histórica, desglosaremos el actual sistema de notas, abordaremos la polémica historia de las reválidas y examinaremos las diferencias clave entre las distintas etapas educativas. Finalmente, profundizaremos en los debates más candentes que hoy marcan el futuro de cómo medimos y valoramos el éxito educativo.
Qué vas a encontrar en este artículo
La evaluación en la historia del sistema educativo español: Un péndulo legislativo
Para entender el presente de la evaluación en el sistema educativo español, es crucial mirar a su pasado. El modelo evaluativo ha estado históricamente ligado a los vaivenes de las leyes educativas, funcionando como un péndulo que ha oscilado entre enfoques más academicistas y otros más centrados en el desarrollo integral del alumno.
Durante gran parte del siglo XX, el sistema se caracterizó por un enfoque sumativo y sancionador. La evaluación era sinónimo de examen final, una prueba única que determinaba la promoción o el fracaso del estudiante. Las famosas “reválidas” de Bachillerato, que datan de la Ley Moyano del siglo XIX, son el máximo exponente de este modelo: un hito que certificaba la validez de los estudios cursados.
Con la llegada de la democracia y la Ley General de Educación (LGE) de 1970, se introdujo el concepto de evaluación continua, aunque su aplicación fue lenta y desigual. Las leyes posteriores (LOGSE, LOE) intentaron consolidar un enfoque más formativo y global, pero la cultura del examen final y la nota numérica siguió profundamente arraigada.
El punto de inflexión más reciente y controvertido llegó con la LOMCE (2013). Esta ley recuperó la idea de las pruebas externas de final de etapa, conocidas popularmente como “reválidas”, para 3º y 6º de Primaria, 4º de ESO y 2º de Bachillerato. Su objetivo declarado era estandarizar la medición de resultados y mejorar la rendición de cuentas, pero generaron un rechazo masivo por parte de la comunidad educativa, que las consideraba segregadoras y un retroceso pedagógico.
La actual ley, la LOMLOE (2020), ha revertido esta situación. Ha eliminado el carácter académico de estas pruebas, transformándolas en evaluaciones de diagnóstico muestrales y censales sin efectos para la titulación del alumnado. Este cambio refleja una vez más la tensión ideológica que subyace en el sistema educativo en España y cómo la evaluación se convierte en una de sus principales arenas de debate.

El sistema de notas en España: Entre números y palabras
El sistema de calificaciones en España combina elementos cuantitativos (números) y cualitativos (valoraciones), aunque el peso de los primeros sigue siendo predominante, especialmente a medida que se avanza en las etapas educativas.
Escalas de calificación por etapas
- Educación Primaria: En esta etapa, la evaluación es global, continua y formativa. Las calificaciones se expresan en términos cualitativos: Insuficiente (IN), Suficiente (SU), Bien (BI), Notable (NT) y Sobresaliente (SB). Se busca evitar la estigmatización numérica en edades tempranas y centrarse en el progreso individual.
- Educación Secundaria Obligatoria (ESO) y Bachillerato: Aquí, la escala es numérica, del 1 al 10, sin decimales, salvo en casos específicos. Las calificaciones negativas son aquellas inferiores a 5. A pesar de que la ley insiste en el carácter continuo de la evaluación, la realidad es que las notas de los exámenes trimestrales y finales tienen un peso decisivo en la calificación final de la materia.
- Formación Profesional (FP): La evaluación se realiza por módulos profesionales (asignaturas) y también utiliza una escala numérica del 1 al 10. Tiene un enfoque marcadamente competencial, evaluando no solo los contenidos conceptuales, sino también los contenidos procedimentales y actitudinales ligados al desempeño profesional.
La evaluación continua es el principio rector en todas las etapas. Teóricamente, implica una valoración constante del progreso del alumno a través de múltiples instrumentos de evaluación (observación en clase, trabajos, proyectos, exposiciones), y no solo de los exámenes. Sin embargo, en la práctica, su aplicación es muy heterogénea y a menudo se traduce en una “calificación continua” (una media de varias notas) más que en una verdadera evaluación formativa.
Las reválidas y pruebas externas: Crónica de una controversia
Las reválidas educativas en España han sido uno de los temas más polémicos de la política educativa reciente. Su defensa y derogación marcan las diferencias ideológicas sobre cómo debe medirse la calidad del sistema.
Como mencionamos, la LOMCE las reintrodujo con fuerza. Su diseño contemplaba pruebas estandarizadas al final de cada etapa, y en el caso de la ESO y el Bachillerato, superarlas era un requisito indispensable para obtener el título. Sus defensores argumentaban que estas pruebas:
- Aportaban objetividad al sistema.
- Permitían comparar el rendimiento entre centros y comunidades autónomas.
- Incentivaban el esfuerzo y la cultura de la excelencia.
Sin embargo, sus detractores, que incluían a la mayoría de los sindicatos docentes, asociaciones de padres y madres, y colectivos de estudiantes, las criticaban duramente por:
- Estrechar el currículo: Los docentes se verían forzados a enseñar “para el examen”, dejando de lado otros aprendizajes valiosos.
- Generar un estrés innecesario en el alumnado.
- Ser segregadoras: Podían convertirse en una barrera que expulsara del sistema a los estudiantes más vulnerables.
- Fomentar la competencia entre centros a través de la publicación de rankings.
La fuerte oposición social y política impidió que las reválidas de la LOMCE llegaran a aplicarse con plenos efectos académicos. Con la llegada de la LOMLOE, el panorama cambió radicalmente. Las reválidas obligatorias para titular fueron eliminadas. En su lugar, la ley establece:
- Evaluaciones de diagnóstico en 4º de Primaria y 2º de ESO. Estas pruebas no tienen efectos académicos para el alumnado; su finalidad es meramente informativa y orientadora para los centros, los docentes y las administraciones, permitiendo detectar dificultades y diseñar planes de mejora.

Diferencias por etapas educativas: Un sistema, múltiples realidades
La evaluación en el sistema educativo español se adapta a las características de cada etapa, aunque comparte principios comunes.
- Educación Primaria: El foco está en la evaluación diagnóstica y formativa. El objetivo es identificar las dificultades de aprendizaje tan pronto como aparecen para poder intervenir. Con la LOMLOE, la repetición de curso se convierte en una medida excepcional, que solo se puede tomar una vez durante la etapa y tras haber agotado todas las medidas de refuerzo. Esto busca proteger el bienestar emocional y la autoestima del niño en la educación primaria en España.
- Educación Secundaria Obligatoria (ESO): Es quizás la etapa más compleja. Se mantiene la evaluación continua, pero los exámenes ganan un peso considerable. La decisión sobre la promoción de un curso a otro es colegiada (la toma el equipo docente). Con la LOMLOE, un alumno puede promocionar con materias suspensas si el equipo docente considera que tiene expectativas favorables de recuperación y que la promoción beneficiará su evolución académica. Se busca reducir las altas tasas de repetición escolar, uno de los grandes problemas del sistema educativo español. La educación secundaria en España es el cuello de botella donde más se evidencian las dificultades del sistema.
- Bachillerato: Esta etapa tiene un carácter marcadamente propedéutico, es decir, prepara para estudios superiores. La evaluación es rigurosa y se centra en la adquisición de los conocimientos y competencias necesarios para superar la prueba de acceso a la universidad.
- Formación Profesional (FP): Su sistema de evaluación es uno de los más innovadores, ya que se basa en la consecución de “Resultados de Aprendizaje” y en la demostración de competencias profesionales, lo que lo acerca mucho a una evaluación por competencias real.
La EBAU/EVAU: La gran prueba de acceso a la universidad
La Evaluación de Bachillerato para el Acceso a la Universidad (EBAU o EVAU, según la comunidad autónoma) es la heredera de la antigua Selectividad. Es el examen que deben superar los estudiantes que finalizan el Bachillerato para poder acceder a la universidad en España.
La nota de acceso se calcula ponderando la media del expediente de Bachillerato (60%) y la calificación obtenida en la EBAU (40%). Esta prueba es única para cada comunidad autónoma, lo que genera uno de los mayores debates sobre la equidad del sistema. Las críticas se centran en que:
- Existen diferencias notables en el nivel de dificultad de los exámenes entre unas regiones y otras.
- Esto crea un agravio comparativo, ya que un estudiante de una comunidad con una prueba supuestamente más fácil podría obtener una nota más alta y ocupar una plaza universitaria en otra región, desplazando a un estudiante local.
Este problema de diferencias educativas ha llevado a un debate recurrente sobre la implantación de una EBAU única para todo el Estado, una propuesta que choca con las competencias en educación transferidas a las comunidades autónomas.
Debates actuales en torno a la evaluación: Las preguntas clave
La evaluación en el sistema educativo español es un campo fértil para debates que reflejan tensiones pedagógicas y sociales más profundas.
- ¿Repetir curso, sí o no? España es uno de los países de la OCDE con la tasa de repetición más alta. Mientras que sus defensores argumentan que es una segunda oportunidad para alcanzar los objetivos no logrados, una creciente evidencia pedagógica (y la propia OCDE) señala que es una medida ineficaz, cara y con un alto coste emocional para el alumno, que a menudo conduce al abandono escolar temprano. La LOMLOE intenta limitar esta práctica, pero el debate sigue abierto.
- Evaluación formativa vs. sumativa: El sistema declara su apuesta por la evaluación formativa (aquella que acompaña el proceso de aprendizaje para mejorarlo), pero en la práctica, la evaluación sumativa (la que califica y certifica al final de un periodo) sigue teniendo un peso desproporcionado. El reto es integrar ambas de manera equilibrada.
- El papel de la autoevaluación y la coevaluación: Fomentar que los propios alumnos reflexionen sobre su aprendizaje autoevaluación y que evalúen el trabajo de sus compañeros coevaluación son estrategias clave para desarrollar la autonomía y el pensamiento crítico. Sin embargo, su uso en las aulas españolas es todavía minoritario.
- Presión académica y bienestar emocional: La excesiva focalización en las notas y los exámenes puede generar altos niveles de estrés y ansiedad en los estudiantes. Cada vez más voces reclaman una evaluación que no solo mida conocimientos académicos, sino que también valore el esfuerzo, el progreso y otras competencias, cuidando la salud mental de los docentes y alumnos por igual. Es crucial saber detectar señales de estrés o ansiedad en estudiantes.
- Burocratización: Muchos docentes se quejan de que los actuales sistemas de evaluación les obligan a rellenar innumerables documentos, rúbricas y plataformas online, restándoles tiempo para lo verdaderamente importante: enseñar y dar retroalimentación efectiva a sus alumnos.
El rol del profesorado en la evaluación: Entre la autonomía y la presión
El profesorado es la piedra angular del proceso de evaluación. La ley les otorga una importante autonomía para decidir los criterios de evaluación y promoción de sus alumnos. Sin embargo, esta responsabilidad viene acompañada de grandes dificultades:
- La subjetividad: A pesar de los esfuerzos por objetivar (mediante rúbricas, por ejemplo), siempre existe un componente subjetivo en la evaluación que puede generar tensiones con las familias.
- La carga de trabajo: Evaluar de forma continua y formativa a grupos de 25 o 30 alumnos es una tarea ingente que requiere tiempo y recursos.
- La presión del sistema: A menudo, los docentes se sienten presionados por los resultados en pruebas externas, las expectativas de las familias y las directrices de la administración, lo que puede limitar su capacidad para innovar en la evaluación.
Para afrontar estos retos, es fundamental invertir en la formación del profesorado. Los docentes necesitan adquirir nuevas competencias docentes que les permitan diseñar instrumentos de evaluación más variados y fiables, gestionar la diversidad en el aula y utilizar la evaluación como una verdadera herramienta para la mejora. La formación para las oposiciones docentes debería incluir, de manera mucho más profunda, estos nuevos enfoques evaluativos.
Evaluación y equidad educativa: ¿Un espejo o un motor de cambio?
La evaluación no es neutral. Puede ser un poderoso motor para la equidad educativa o, por el contrario, un mecanismo que reproduce y amplifica las desigualdades sociales de origen.
Los estudios demuestran que los estudiantes de entornos socioeconómicos desfavorecidos tienen, de media, peores resultados académicos. Un sistema de evaluación que se base exclusivamente en exámenes estandarizados puede perjudicarles, ya que no tiene en cuenta su punto de partida ni las barreras que enfrentan. La diferencia de recursos entre la educación pública y la privada, así como el papel de los colegios concertados, también influye en las dinámicas evaluativas.
Para que la evaluación sea más justa e inclusiva, es necesario:
- Contextualizar los resultados: Entender el entorno del alumno y valorar su progreso personal, no solo su rendimiento en comparación con una norma.
- Diversificar los instrumentos: Utilizar una variedad de métodos (proyectos, portafolios, observaciones) que permitan a los alumnos demostrar lo que saben de diferentes maneras.
- Aplicar un enfoque de Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA): Crear sistemas de evaluación flexibles que ofrezcan a todos los estudiantes la oportunidad de tener éxito.
Una evaluación inclusiva es aquella que identifica las barreras y proporciona los apoyos necesarios para que todo el alumnado pueda participar y progresar.
Mirando al futuro: Hacia una evaluación más integral
El futuro de la evaluación en el sistema educativo español pasa por superar la dicotomía entre tradición e innovación y avanzar hacia un modelo híbrido, más completo y equilibrado.
Las innovaciones pedagógicas ya están mostrando el camino. La evaluación auténtica, a través de portafolios y proyectos, permite valorar competencias complejas en contextos reales. La evaluación del aprendizaje competencial, impulsada por la LOMLOE, exige ir más allá de la simple memorización de contenidos. En este contexto, la digitalización en la escuela española ofrece herramientas muy potentes para implementar estos nuevos enfoques, permitiendo un seguimiento personalizado y una retroalimentación inmediata.
Por otro lado, la influencia de pruebas internacionales como PISA o TIMSS seguirá presionando al sistema para que rinda cuentas y mida resultados de forma estandarizada. El gran reto será integrar esta necesidad de rendición de cuentas con un modelo de evaluación diario que sea formativo, equitativo y que ponga el bienestar del estudiante en el centro.
La evaluación en el sistema educativo español es un reflejo de las tensiones y aspiraciones de la sociedad. Presenta fortalezas, como un marco normativo que apuesta decididamente por la evaluación continua y formativa. Sin embargo, arrastra debilidades importantes, como una fuerte dependencia de la calificación numérica, altas tasas de repetición y una persistente controversia sobre las pruebas externas y la equidad territorial.
El camino hacia una evaluación más justa y eficaz no es sencillo. Requiere un cambio cultural profundo, una mayor inversión en formación docente y un consenso político estable que evite los vaivenes legislativos. La meta es clara: construir un sistema que no solo certifique conocimientos, sino que acompañe, motive y capacite a todo el alumnado para afrontar los desafíos del siglo XXI. La evaluación, en definitiva, debe dejar de ser vista como el final del camino para convertirse en el motor que impulsa el viaje del aprendizaje. El debate está abierto, y de su resolución dependerá, en gran medida, la calidad y la equidad de la educación en España en las próximas décadas.
Glosario
- Evaluación Continua: Principio evaluador que concibe la evaluación como un proceso integrado en la enseñanza y el aprendizaje, que se desarrolla a lo largo de todo el curso y no solo en momentos puntuales.
- Evaluación Formativa: Modalidad de evaluación cuya finalidad principal es mejorar el proceso de aprendizaje. Se centra en proporcionar información (retroalimentación) a estudiantes y docentes para ajustar la enseñanza y superar las dificultades detectadas.
- Evaluación Sumativa: Modalidad de evaluación que se realiza al final de un periodo de aprendizaje (trimestre, curso, etapa) para determinar el grado de consecución de los objetivos y certificar los resultados a través de una calificación.
- Reválidas: Pruebas externas de carácter obligatorio que se realizan al final de una etapa educativa y cuya superación es necesaria para obtener el título correspondiente. La LOMCE las reintrodujo, pero la LOMLOE eliminó su obligatoriedad para la titulación.
- EBAU/EVAU (Evaluación de Bachillerato para el Acceso a la Universidad): Prueba estandarizada que deben superar los estudiantes españoles que han finalizado el Bachillerato para poder acceder a los estudios universitarios. Su estructura y contenido varían por comunidad autónoma.
- LOMLOE: Ley Orgánica de Modificación de la LOE (2020), actual ley de educación en España. Ha introducido cambios significativos en materia de evaluación, como la limitación de la repetición de curso y la eliminación de las reválidas con efectos académicos.
Preguntas Frecuentes (FAQ)
1. ¿Con cuántas asignaturas suspensas se puede pasar de curso en la ESO con la LOMLOE?
La LOMLOE no establece un número máximo de asignaturas suspensas para promocionar. La decisión recae en el equipo docente del alumno, que debe valorar de forma colegiada si el estudiante, a pesar de las materias no superadas, tiene expectativas favorables de recuperación y si la promoción beneficiará su trayectoria académica. La promoción es la norma general.
2. ¿Las evaluaciones de diagnóstico de Primaria y ESO cuentan para la nota final?
No. Las evaluaciones de diagnóstico que se realizan en 4º de Primaria y 2º de ESO según la LOMLOE no tienen ningún efecto académico en el expediente del alumno. Su propósito es informativo y orientador, sirviendo para que los centros educativos y las administraciones detecten fortalezas y debilidades del sistema y puedan diseñar planes de mejora.
3. ¿Qué diferencia hay entre una evaluación cualitativa y una cuantitativa?
La evaluación cuantitativa se basa en la asignación de un valor numérico (una nota del 1 al 10) para medir el rendimiento. La evaluación cualitativa, en cambio, utiliza descripciones y valoraciones (como Insuficiente, Suficiente, Bien, Notable) para describir el progreso del aprendizaje, centrándose más en el proceso y las competencias adquiridas que en un resultado numérico final.
4. ¿Por qué se critica la EBAU/EVAU por ser desigual?
La principal crítica es que, al no existir una prueba única para toda España, el nivel de dificultad y los contenidos de los exámenes varían significativamente entre las distintas comunidades autónomas. Esto puede generar un agravio comparativo, ya que la nota obtenida sirve para competir por una plaza en cualquier universidad pública del país, independientemente de dónde se haya realizado el examen.
5. Como docente, ¿cómo puedo aplicar una evaluación más formativa en mi aula?
Puedes empezar por diversificar los instrumentos de evaluación más allá del examen (usar rúbricas, portafolios, proyectos), ofrecer retroalimentación constante y constructiva a tus alumnos, y fomentar la autoevaluación y la coevaluación para que se impliquen activamente en su propio proceso de aprendizaje.
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