Imagina esta escena: un examen de Ciencias Naturales sobre el ciclo del agua. Un estudiante, recién llegado al país, observa los gráficos, entiende los conceptos visuales, pero se bloquea ante las preguntas complejas y el vocabulario académico que no domina. Su calificación final es baja. La pregunta que debemos hacernos como educadores es: ¿qué hemos evaluado realmente? ¿Su comprensión del ciclo del agua o su dominio del español? Este dilema, que se repite a diario en miles de aulas, nos enfrenta a una de las cuestiones más críticas de la pedagogía actual: ¿son nuestras evaluaciones justas para los estudiantes que están aprendiendo la lengua de instrucción?
La evaluación tradicional, a menudo centrada en la producción escrita y en un lenguaje estandarizado, puede convertirse en una barrera insalvable en contextos de alta diversidad lingüística y cultural. Lejos de ser un termómetro fiable del aprendizaje, se transforma en un obstáculo que invisibiliza el conocimiento real del alumno y mina su autoestima. Este artículo está diseñado para ti, docente comprometido con una educación inclusiva. Aquí no encontrarás recetas mágicas, sino una reflexión profunda y herramientas prácticas para transitar hacia un modelo de evaluación justa para estudiantes ELL (English Language Learners, o aprendices de una segunda lengua). El objetivo es claro: dejar de medir barreras lingüísticas y empezar a visibilizar y potenciar el verdadero aprendizaje.
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Comprendiendo la diversidad: ¿quiénes son los estudiantes ELL?
El término “ELL” (English Language Learners) se originó en contextos angloparlantes, pero su esencia es universal y perfectamente aplicable a nuestras aulas hispanohablantes. Un estudiante ELL es aquel cuya lengua materna no es el español y que se encuentra en el proceso de adquirirlo como segunda o tercera lengua para poder funcionar académica y socialmente. En español, a menudo nos referimos a ellos como estudiantes de Español como Lengua Extranjera (ELE) o, en contextos migratorios, simplemente como alumnos recién llegados o de origen extranjero.
Es fundamental entender que “ELL” no es una etiqueta homogénea. Detrás de estas siglas hay un universo de diversidad:
- Diversidad de trayectorias: Hay estudiantes que llegan de países vecinos con un idioma cercano, otros de contextos con lenguas y alfabetos completamente diferentes. Algunos han tenido una escolarización previa sólida, mientras que otros pueden haberla visto interrumpida.
- Diversidad de niveles lingüísticos: No todos están en el mismo punto. Algunos pueden estar en un “período silente”, donde comprenden más de lo que pueden expresar. Otros pueden tener una fluidez conversacional aparente, pero aún luchan con el lenguaje académico, que es mucho más complejo y abstracto.
- Diversidad de contextos: Sus realidades familiares, sus experiencias migratorias y el apoyo que reciben fuera de la escuela varían enormemente, influyendo directamente en su proceso de adaptación y aprendizaje.
Estos estudiantes enfrentan un desafío doble: deben aprender los contenidos curriculares de cada materia (matemáticas, historia, ciencias) al mismo tiempo que aprenden el idioma en que se enseñan dichos contenidos. Esta carga cognitiva es inmensa y a menudo se ve agravada por barreras para el aprendizaje emocionales como el choque cultural, la nostalgia, la ansiedad o el miedo a cometer errores, factores que inevitablemente afectan su desempeño.

El sesgo oculto: por qué las evaluaciones tradicionales son injustas
Cuando aplicamos un instrumento de evaluación diseñado para hablantes nativos a un estudiante ELL, sin ninguna adaptación, estamos cometiendo una profunda injusticia. No estamos midiendo en igualdad de condiciones. Las pruebas convencionales suelen estar cargadas de sesgos que penalizan a estos alumnos.
- Sesgo lingüístico: Es el más evidente. Las consignas con estructuras gramaticales complejas, el vocabulario específico de una materia (la “jerga académica”) o las preguntas que requieren respuestas escritas largas y elaboradas, evalúan la competencia lingüística más que el conocimiento del tema. Un estudiante puede saber perfectamente cómo resolver una ecuación, pero no entender la pregunta del problema.
- Sesgo cultural: Muchas evaluaciones asumen un conocimiento cultural compartido que un estudiante recién llegado no posee. Referencias a personajes históricos locales, festividades, programas de televisión o incluso alimentos comunes pueden resultar incomprensibles y desviar la atención del objetivo real de la pregunta. Este es un claro ejemplo del currículum oculto, donde se evalúan saberes que no han sido enseñados explícitamente.
- Sesgo contextual: Los ejemplos o problemas planteados pueden estar basados en contextos que son ajenos a la experiencia del estudiante. Un problema de matemáticas sobre descuentos en un supermercado local puede ser menos accesible para alguien que no está familiarizado con esa práctica comercial.
Las consecuencias de esta evaluación sesgada son devastadoras. La frustración y la ansiedad se disparan al sentir que, por más que estudien el contenido, no pueden demostrarlo. Puede llevar a una baja autoestima y a la peligrosa conclusión de “no soy bueno para la escuela”, cuando en realidad el problema reside en el instrumento de medición. En el peor de los casos, puede llevar a una identificación errónea de trastornos del aprendizaje donde solo hay una barrera lingüística, uno de los errores comunes al evaluar más graves.
Principios rectores de una evaluación justa e inclusiva
Para transformar esta realidad, necesitamos un cambio de paradigma. La evaluación justa para estudiantes ELL no se trata de tener un “menú” de adaptaciones, sino de adoptar una nueva filosofía evaluativa basada en tres principios fundamentales.
- Evaluar el contenido, no el contenedor: El principio de oro es separar el conocimiento de la materia de la habilidad lingüística. A menos que estemos en la clase de Lengua, un error gramatical en un examen de Biología no debería penalizar la calificación si la idea central es correcta. Nuestro foco debe estar en la comprensión del concepto, no en la perfección de la forma en que se expresa.
- Valorar el proceso y el progreso, no solo el producto: La evaluación no puede ser una foto estática al final del camino. Para los estudiantes ELL, el progreso es la métrica más importante. Una evaluación formativa continua, que observe cómo el estudiante avanza, qué estrategias utiliza y cuánto ha crecido desde su punto de partida, es mucho más significativa y justa que una única calificación final. Se trata de reconocer la distancia recorrida, no solo la posición en la línea de meta.
- Concebir la evaluación como un puente, no como un filtro: Una evaluación justa debe servir para informar nuestra enseñanza. Los resultados deben darnos pistas sobre qué apoyos necesita el estudiante, qué conceptos debemos reforzar y cómo podemos adaptar contenidos para hacerlos más accesibles. En lugar de ser una herramienta para clasificar o excluir, la evaluación se convierte en una brújula que guía tanto al docente como al alumno, proporcionando una retroalimentación efectiva para el crecimiento.

Estrategias generales para adaptar la evaluación a estudiantes ELL
Adoptar los principios anteriores se traduce en acciones concretas en el aula. Aquí te presentamos un abanico de estrategias generales que puedes empezar a implementar en tu planificación didáctica para hacerla más inclusiva.
- Simplificar el lenguaje de las consignas: Reescribe las instrucciones con oraciones cortas y directas. Evita las frases pasivas y el vocabulario rebuscado. Puedes incluir un pequeño glosario con los términos clave de la prueba o incluso permitir el uso de traductores para las consignas.
- Incorporar apoyos visuales y multimodales: Una imagen vale más que mil palabras, especialmente para un estudiante ELL. Acompaña las preguntas con gráficos, diagramas, dibujos o fotografías que clarifiquen el contexto. Esta práctica, derivada del Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA), beneficia a todos los alumnos.
- Ofrecer múltiples formas de respuesta: No te limites a la respuesta escrita. Permite que los estudiantes demuestren lo que saben de diversas maneras:
- Oralmente: A través de una entrevista corta contigo.
- Visualmente: Mediante un dibujo, un mapa conceptual o un esquema.
- Físicamente: Construyendo una maqueta o realizando una demostración.
- En su lengua materna: Permitiendo que escriban la respuesta en su idioma para luego traducirla contigo o con ayuda de tecnología.
- Ser flexible con el tiempo: El doble procesamiento (comprender en un idioma y pensar en otro) requiere tiempo. Ofrece tiempo extra en las pruebas o divide una evaluación larga en varias sesiones más cortas.
- Adaptar los criterios de evaluación: Tus rúbricas deben reflejar tus prioridades. Crea criterios que separen claramente la “Comprensión del Contenido” de la “Corrección Lingüística”. Así, puedes valorar el conocimiento del estudiante de manera justa sin que los errores gramaticales o de vocabulario impacten negativamente en toda su nota.
Adaptaciones específicas por tipo de evaluación
Estas estrategias generales pueden aplicarse de manera diferenciada según el momento y el propósito de la evaluación. Veamos cómo adaptar los tres tipos principales de evaluación: diagnóstica, formativa y sumativa.
Adaptaciones en la evaluación diagnóstica
El objetivo aquí es conocer los saberes previos del alumno, no su dominio del español.
- Entrevistas individuales: Una conversación informal puede darte más información que cualquier prueba escrita.
- Evaluaciones bilingües: Proporciona pruebas con las preguntas en español y en la lengua materna del alumno si es posible.
- Tareas basadas en la acción: Pídele que clasifique imágenes, ordene una secuencia de eventos gráficos o construya algo. Esto te permite evaluar su razonamiento sin la barrera del idioma.
Adaptaciones en la evaluación formativa
Este es el terreno más fértil para una evaluación justa.
- Observación sistemática: Utiliza listas de cotejo o registros anecdóticos para documentar el progreso del estudiante durante las actividades diarias.
- Portafolios y diarios de aprendizaje: Anima al estudiante a coleccionar sus trabajos en un portafolio de proyectos. Esto muestra su evolución a lo largo del tiempo de una manera muy visual y potente.
- Coevaluación con apoyos: Fomenta la coevaluación entre pares, proveyendo guías o “starters” de frases para que el feedback sea constructivo y se centre en el contenido.
Adaptaciones en la evaluación sumativa
Aunque es la más desafiante de adaptar, no es imposible.
- Exámenes con adaptaciones: Aplica todas las estrategias generales mencionadas: lenguaje simplificado, apoyos visuales, glosarios bilingües y tiempo extendido.
- Proyectos como alternativa al examen: En lugar de una prueba tradicional, permite que el estudiante demuestre su conocimiento a través de un aprendizaje basado en proyectos (ABP). Puede crear una presentación, un video, un póster o una maqueta.
- Uso de tecnología: Aprovecha las herramientas TIC que permiten, por ejemplo, grabar una respuesta en audio en lugar de escribirla, o crear presentaciones multimedia.
Rol del docente y la institución: un compromiso compartido
Una evaluación justa para estudiantes ELL no es solo responsabilidad de un docente aislado; requiere un compromiso de toda la comunidad educativa.
El rol del docente es fundamental. Requiere una actitud de empatía, curiosidad y formación continua. Implica ver al estudiante ELL no como un problema, sino como un activo que enriquece el aula. Exige la valentía de cuestionar las propias prácticas y buscar nuevas formas de hacer las cosas, lo que impacta directamente en la creación de un clima escolar positivo.
Pero el docente necesita apoyo. La institución juega un papel clave al:
- Fomentar la capacitación: Ofrecer talleres y formaciones sobre estrategias efectivas para enseñar a estudiantes ELL, diversidad cultural y diseño de evaluaciones inclusivas. Los saberes docentes se enriquecen y actualizan con estas oportunidades.
- Diseñar políticas institucionales: Establecer directrices claras y flexibles para la evaluación de estudiantes ELL. Esto da respaldo y coherencia al trabajo de los docentes y garantiza la equidad educativa a nivel de toda la escuela.
- Promover el trabajo colaborativo: Crear espacios para que los docentes de área trabajen junto a los especialistas en lengua o los equipos de orientación. Planificar proyectos interdisciplinarios es una excelente manera de integrar el aprendizaje del idioma con el de los contenidos.
Este enfoque colaborativo es esencial. Cuando un profesor de historia y uno de lengua trabajan juntos para adaptar un examen, el resultado es infinitamente más rico y justo.
Aclarando conceptos: evaluación justa no es evaluación fácil
Es crucial desmontar un mito: adaptar una evaluación no significa bajar el nivel académico. Una evaluación justa para estudiantes ELL no es sinónimo de una evaluación menos rigurosa o “más fácil”. La equidad no consiste en reducir las expectativas, sino en eliminar las barreras irrelevantes para que el estudiante tenga una oportunidad real de demostrar lo que sabe.
- Mantener la complejidad cognitiva: Podemos simplificar el lenguaje de una pregunta sin reducir el desafío intelectual que plantea. Por ejemplo, en lugar de preguntar “¿Cuáles fueron las repercusiones socioeconómicas primordiales de la Revolución Industrial en el proletariado urbano del siglo XIX?”, podemos preguntar: “La Revolución Industrial cambió la vida de los trabajadores en las ciudades. Explica tres cambios importantes en su economía y su vida social”. El vocabulario es más simple, pero el nivel de análisis requerido es el mismo.
- Enfocarse en los objetivos de aprendizaje clave: Una evaluación justa se concentra en los objetivos de aprendizaje esenciales de la unidad. Se trata de priorizar qué es lo verdaderamente importante que el alumno debe comprender, en lugar de perderse en detalles que dependen de un dominio lingüístico avanzado.
El objetivo es mantener altos estándares para todos, pero proveyendo los andamios y las rampas de acceso necesarias para que cada estudiante, sin importar su punto de partida lingüístico, pueda aspirar a alcanzarlos.
Hemos recorrido un camino que va desde la comprensión de la diversidad de nuestros estudiantes ELL hasta estrategias concretas para transformar nuestras prácticas evaluativas. La idea central es poderosa y simple: la evaluación no puede ser una herramienta de exclusión. En aulas que son un mosaico de culturas y lenguas, aferrarse a métodos de evaluación rígidos y estandarizados es, en sí mismo, un acto de injusticia.
Adoptar un enfoque de evaluación justa para estudiantes ELL es mucho más que una decisión técnica; es una postura ética. Es reconocer que la evaluación es un acto político que puede abrir o cerrar puertas, que puede construir o destruir la confianza de un alumno en sus propias capacidades. Es un compromiso activo con la atención a la diversidad cultural y un paso firme hacia una pedagogía verdaderamente inclusiva.
El desafío es grande, pero el potencial transformador es inmenso. Cada vez que adaptamos una consigna, que permitimos una respuesta oral o que celebramos el progreso por encima de la perfección, no solo estamos siendo más justos con un estudiante. Estamos enriqueciendo nuestra propia práctica docente, haciendo nuestras aulas más humanas y democráticas, y construyendo una escuela donde cada alumno, sin importar la lengua que hable, tiene la oportunidad de brillar.
Glosario de Términos Clave
Adaptaciones Curriculares: Modificaciones o ajustes que se realizan en los diferentes elementos de la propuesta pedagógica (objetivos, contenidos, metodología, evaluación) para dar una respuesta adecuada a las necesidades específicas de un estudiante. En el caso de los ELL, se enfocan en eliminar las barreras lingüísticas.
ELL (English Language Learners): Acrónimo que se refiere a los “aprendices del idioma inglés”. En el contexto hispanohablante, se utiliza para describir a estudiantes cuya lengua materna no es el español y que están en proceso de adquirirlo como segunda lengua para su desenvolvimiento académico y social.
Equidad Educativa: Principio que busca garantizar que todos los estudiantes tengan la oportunidad de alcanzar su máximo potencial, proporcionando los recursos y apoyos diferenciados que cada uno necesita para superar sus barreras particulares. Se diferencia de la “igualdad”, que consiste en dar a todos lo mismo, sin importar sus necesidades.
Evaluación Auténtica: Enfoque evaluativo que busca medir el desempeño de los estudiantes en tareas y situaciones que son significativas y relevantes para sus vidas, similares a las que encontrarían en el mundo real. Los portafolios y proyectos son ejemplos claros de este tipo de evaluación.
Lenguaje Académico: Es el registro lingüístico formal y complejo que se utiliza en los contextos educativos para enseñar y evaluar conocimientos (también conocido como CALP, por sus siglas en inglés). Se caracteriza por un vocabulario preciso y abstracto, y estructuras gramaticales complejas, siendo muy diferente del lenguaje conversacional o social (BICS).
Sesgo Cultural: Inclinación o prejuicio presente en un instrumento de evaluación que favorece a los estudiantes que pertenecen a la cultura dominante y perjudica a aquellos con diferentes bagajes culturales. Ocurre cuando se asumen conocimientos, valores o experiencias que no son universales.
Sesgo Lingüístico: Ventaja injusta que una prueba de evaluación otorga a los hablantes nativos debido a su diseño, vocabulario o estructura gramatical. En lugar de medir el conocimiento sobre un tema, la prueba termina midiendo el dominio del idioma.
Preguntas Frecuentes (FAQ)
1. Implementar estas adaptaciones parece mucho trabajo extra. ¿Cómo puedo gestionarlo con una clase numerosa?
Es una preocupación válida. La clave es empezar poco a poco. No tienes que transformar todas tus evaluaciones de la noche a la mañana. Elige una asignatura o una unidad y concéntrate en aplicar una o dos estrategias de alto impacto, como simplificar el lenguaje de las consignas o permitir respuestas visuales. Además, fomenta el aprendizaje cooperativo: los propios compañeros pueden ser un gran apoyo.
2. ¿Es justo para los demás estudiantes que los alumnos ELL tengan más tiempo o pruebas diferentes?
Esta es una pregunta crucial sobre equidad vs. igualdad. Dar a todos exactamente lo mismo (igualdad) no es justo si no parten del mismo lugar. Dar a cada uno el apoyo que necesita para tener una oportunidad real de éxito (equidad) es el verdadero objetivo de la educación inclusiva. Las adaptaciones no son una “ventaja”, son un andamio que nivela el campo de juego para que la evaluación mida el conocimiento y no la barrera lingüística.
3. ¿Qué hago si no hablo la lengua materna del estudiante?
No hablar su idioma no te impide ayudar. Céntrate en estrategias no verbales: usa muchas imágenes, gestos y ejemplos concretos. Utiliza la tecnología, como aplicaciones de traducción, para comunicarte y para que el alumno pueda entender las consignas. Apóyate en otros estudiantes que puedan hablar ambos idiomas y, sobre todo, crea un vínculo pedagógico basado en la paciencia y la empatía.
4. ¿Cuándo debo dejar de hacer adaptaciones para un estudiante ELL?
No hay un plazo fijo; es un proceso gradual que depende del progreso individual de cada alumno. El objetivo es retirar los apoyos a medida que el estudiante gana competencia y confianza en el idioma. La transición debe ser progresiva, pasando de un alto nivel de apoyo a una mayor autonomía. Una buena señal es cuando el estudiante empieza a participar en las evaluaciones regulares con menos dificultad y ansiedad.
5. ¿Dónde puedo encontrar ejemplos de pruebas o rúbricas adaptadas?
El mejor recurso suele ser tu propia comunidad profesional. Habla con otros docentes de tu escuela o distrito que tengan experiencia con estudiantes ELL. Busca en repositorios educativos en línea y en blogs de docentes. No se trata de “copiar”, sino de inspirarse y adaptar los materiales a tu contexto y a las necesidades específicas de tus alumnos, siempre teniendo en mente los principios del Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA).
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