Iniciar conversaciones sobre finanzas con los más pequeños puede parecer una tarea compleja, casi como intentar explicar álgebra a quien apenas aprende a sumar. Sin embargo, explicar el valor del dinero desde la primera infancia no se trata de números complejos ni de mercados bursátiles, sino de sembrar las primeras semillas de hábitos saludables y valores fundamentales. Se trata de darles herramientas para que comprendan el mundo que les rodea, un mundo donde el intercambio, la espera y la toma de decisiones son parte del día a día.
Este artículo es una guía práctica, pensada para docentes y familias, que ofrece un recorrido lúdico y pedagógico para abordar este concepto de manera significativa, respetando el pensamiento mágico y concreto de los niños y niñas de 4 a 6 años.
¿Por qué enseñar el valor del dinero desde pequeños?
La educación financiera temprana es mucho más que enseñar a contar monedas. Es una pieza clave en el desarrollo integral del niño. Vivimos en una sociedad de consumo donde los estímulos para comprar son constantes. Sin una guía adecuada, los niños pueden crecer con la idea de que los objetos aparecen por arte de magia o que los recursos son ilimitados.
Enseñar sobre el dinero en esta etapa sienta las bases para futuras competencias. Les ayuda a desarrollar la paciencia, a comprender que no todos los deseos se pueden satisfacer de inmediato y a gestionar la frustración. Además, fomenta la planificación, el cuidado de sus pertenencias y la capacidad de tomar decisiones sencillas.
Este artículo propone un enfoque basado en los pilares del nivel inicial: el juego, la narrativa y la manipulación de materiales concretos. A través de estos fundamentos, te mostraremos cómo transformar un concepto abstracto en una experiencia de aprendizaje tangible y divertida. Exploraremos desde la base teórica que sustenta esta práctica, pasando por un completo banco de recursos con juegos, cuentos y actividades, hasta consejos para acompañar este proceso desde casa y evaluar los aprendizajes sin recurrir a pruebas formales.
Qué vas a encontrar en este artículo
¿Qué significa “el valor del dinero” para un niño o niña pequeña?
Para un adulto, el valor del dinero está ligado a su poder adquisitivo, a la inversión y al ahorro. Para un niño de nivel inicial, su significado es radicalmente diferente. Su pensamiento, como describió Jean Piaget en sus teorías del aprendizaje, se encuentra en la etapa preoperacional. Esto implica que su razonamiento es concreto, simbólico y egocéntrico.
No es cantidad, es uso, intercambio y decisión: Un niño pequeño no entiende que un billete de 50 vale más que cinco monedas de 1. Para él, cinco objetos son más que uno. Por eso, el foco no debe estar en la cantidad numérica, sino en la función del dinero: sirve para intercambiarlo por algo que deseamos o necesitamos. El valor se aprende en la acción de “dar esto para recibir aquello”.
Construcción progresiva del concepto: La comprensión del dinero es un proceso lento. Primero, lo identifican como un objeto físico (monedas, billetes). Luego, a través del juego, lo asocian a una función social (comprar en una tienda). Más adelante, comienzan a entender que es limitado y que requiere decisiones. Nuestra labor es acompañar esta construcción sin saltarnos etapas.
El dinero como objeto simbólico: En el nivel inicial, el juego simbólico es el motor del aprendizaje. Un trozo de papel puede ser un billete, una caja puede ser una tienda y el niño puede ser un panadero. A través de estas representaciones, los niños practican roles sociales, utilizan lenguaje específico (“¿cuánto cuesta?”, “aquí tiene su cambio”) y exploran el significado del intercambio en un entorno seguro.
Enfoque desde el pensamiento concreto: Los niños de esta edad aprenden haciendo, tocando y viendo. Por eso, hablarles del valor del dinero en abstracto es ineficaz. Necesitan manipular monedas de juguete, pegar etiquetas con precios (imágenes, no números complejos) en objetos y realizar transacciones simuladas. El aprendizaje debe ser una experiencia sensorial y motriz. El aprendizaje significativo ocurre cuando pueden conectar estas nuevas ideas con su mundo conocido, como la compra de galletas en el kiosco o la elección de un juguete en una tienda.

Fundamentos pedagógicos para abordar el dinero en nivel inicial
Introducir la educación financiera en el aula no es una ocurrencia aislada, sino una acción que se alinea con los principios fundamentales de la pedagogía moderna. El rol del docente es clave para diseñar experiencias que sean ricas, inclusivas y respetuosas con el desarrollo infantil.
Aprendizaje significativo: partir del entorno: El punto de partida debe ser siempre la realidad de los niños. ¿Acompañan a sus familias a hacer las compras? ¿Reciben una pequeña paga o “domingo”? ¿Ven anuncios en la televisión? Estas experiencias cotidianas son el anclaje perfecto para introducir el tema en el aula. Al conectar el aprendizaje con sus vivencias, se vuelve relevante y duradero. Esto forma parte de una buena planificación didáctica.
Juego simbólico, manipulación y narrativa: Como hemos mencionado, el juego es el lenguaje universal de la infancia. A través de los juegos de roles, los niños no solo imitan la realidad, sino que la comprenden y la transforman. La manipulación de materiales concretos (dinero de juguete, cajas registradoras, productos) permite que el pensamiento abstracto se materialice. La narrativa, a través de los cuentos, ofrece modelos de comportamiento y presenta dilemas morales de forma sencilla: el valor del esfuerzo, la alegría de compartir o la importancia de esperar para conseguir algo.
Educación en valores: cuidado, responsabilidad, equidad: Explicar el valor del dinero es una excelente oportunidad para trabajar valores transversales. Al jugar a la tienda, aprenden a esperar su turno y a ser amables. Al cuidar los “productos” del almacén del aula, desarrollan la responsabilidad. Al hablar de por qué algunas cosas cuestan más que otras (porque llevan más trabajo, por ejemplo), se introducen nociones básicas de esfuerzo y justicia. Es fundamental enmarcar estas actividades dentro de una cultura de equidad educativa que promueva el compartir y la cooperación.
Vinculación con la educación emocional: deseo, espera, frustración: El dinero está íntimamente ligado a las emociones. El deseo de tener algo, la alegría de conseguirlo, la frustración de no poder tenerlo todo y la paciencia de ahorrar para una meta. Estas actividades son un campo de entrenamiento emocional de primer nivel. Como docentes, podemos acompañar estas emociones, validarlas y ofrecer estrategias para gestionarlas. Trabajar la espera y la planificación ayuda a desarrollar las funciones ejecutivas, que son cruciales para el autocontrol y el éxito académico y personal.
Juegos y dinámicas para enseñar el valor del dinero
El juego es la herramienta más poderosa en el nivel inicial. A través de él, los niños exploran, ensayan y comprenden el mundo. Aquí te presentamos algunas ideas de juegos y dinámicas que puedes implementar en el aula.
El almacén del aula: Este es un clásico del aprendizaje basado en proyectos (ABP) que funciona a la perfección.
- Preparación: Junto con los niños, recolecten envases vacíos (cajas de leche, yogur, latas seguras). Conviertan un rincón del aula en una tienda. Creen etiquetas de precios con dibujos o números muy sencillos (1, 2, 3) que representen fichas o monedas de juguete. Fabriquen su propio dinero de cartón o usen fichas de colores.
- Dinámica: Los niños asumen roles rotativos: vendedores, cajeros, clientes. Los clientes reciben una cantidad limitada de “dinero” y deben decidir qué pueden comprar. El vendedor cobra y, si es posible, da cambio.
- Aprendizajes: Comprensión del intercambio, vocabulario específico, toma de decisiones, conteo básico, normas sociales (pedir por favor, dar las gracias, esperar el turno).
El mercado de juguetes usados: trueque y compra simbólica:
- Preparación: Pide a las familias que envíen un juguete pequeño que sus hijos ya no usen y estén dispuestos a intercambiar. Cada juguete se expone en una “tienda”.
- Dinámica: En una primera fase, se puede trabajar el trueque. Los niños negocian entre ellos para intercambiar un juguete por otro. En una segunda fase, se le puede asignar un “precio” simbólico a cada juguete (por ejemplo, 3 fichas) y dar a cada niño esa cantidad para que “compre” el que más le guste.
- Aprendizajes: Concepto de trueque, negociación, desapego material, valoración de los objetos por su uso y no solo por su novedad.
Tienda de cuentos: intercambiar puntos por libros o relatos:
- Preparación: Crea un sistema de puntos o fichas que los niños puedan ganar por comportamientos positivos (ayudar a un compañero, ordenar los materiales, etc.). No debe ser un sistema de castigo, sino de refuerzo positivo.
- Dinámica: En un rincón especial, exhibe varios libros o tarjetas con imágenes que representen un cuento que el docente puede contar. Cada libro o cuento tiene un “precio” en puntos. Una vez a la semana, los niños pueden “gastar” sus puntos acumulados para elegir el libro que se leerá en grupo o el cuento que quieren escuchar.
- Aprendizajes: Conexión entre esfuerzo y recompensa, toma de decisiones en grupo, fomento de la lectura, paciencia para acumular los puntos necesarios.
Sistema de ahorro en frascos: ahorro, gasto y donación: Esta actividad es ideal para introducir el concepto de planificación.
- Preparación: Prepara tres frascos transparentes para cada niño o para el grupo, etiquetados con pictogramas: uno para “Gastar ahora” (un juguete, una golosina), otro para “Ahorrar para después” (un objetivo más grande, como un juego nuevo para el aula) y un tercero para “Compartir” (donar a una causa, como comida para un refugio de animales).
- Dinámica: Cada vez que los niños reciben sus “fichas” o “monedas” (por ejemplo, al inicio de un proyecto), deben decidir cómo distribuirlas en los tres frascos.
- Aprendizajes: Introducción a los conceptos de ahorro, gasto y donación. Planificación a corto y largo plazo. Desarrollo de la empatía y la generosidad. Esta es una excelente manera de empezar a enseñar a ahorrar en la infancia.

Materiales concretos y recursos visuales
Para que estas actividades sean efectivas, es crucial contar con materiales que los niños puedan ver, tocar y manipular. No hace falta una gran inversión; muchos pueden ser creados en el aula.
Billetes y monedas de juguete: Pueden ser de plástico, comprados, o mejor aún, diseñados y coloreados por los propios niños en cartulina. Esto aumenta su sentido de pertenencia. Usar diferentes colores y tamaños ayuda a la diferenciación, incluso antes de que reconozcan los números.
Tarjetas de precios con imágenes: En lugar de poner “$5”, una tarjeta de precio para un bote de pintura puede tener la imagen del bote y cinco puntos de colores. Esto permite a los niños “contar” el precio sin necesidad de saber leer los números. Este enfoque se alinea con los principios del Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA), ya que elimina barreras para el aprendizaje.
Tableros de decisiones: Un tablero simple con dos opciones puede ayudar a visualizar el concepto de costo de oportunidad. Por ejemplo: “Con tus 2 fichas, ¿quieres comprar una manzana o un plátano?”. El niño coloca su ficha en la opción elegida, entendiendo que no puede tener ambas.
Pictogramas o pictos con pasos de compra/venta: Para estructurar el juego de roles, se puede crear una secuencia visual: 1) Elegir un producto. 2) Llevarlo a la caja. 3) Pagar con las fichas. 4) Recibir el producto. 5) Dar las gracias. Esto ayuda a organizar la actividad y da seguridad a los niños, especialmente a aquellos que necesitan más estructura. Una buena secuencia didáctica visual es un gran apoyo.
Cuentos y libros infantiles sobre dinero
La narrativa es una de las herramientas más efectivas para transmitir conceptos complejos de forma amable y memorable. Los cuentos permiten a los niños identificarse con los personajes, vivir sus dilemas y aprender de sus decisiones en un espacio seguro. Son una puerta de entrada fantástica para explicar el valor del dinero.
A continuación, te presentamos algunos títulos y cómo puedes trabajarlos en el aula:
“La hucha de Tomás”: Este tipo de relato suele centrarse en un personaje infantil que recibe una alcancía (hucha) y comienza a ahorrar para un objetivo concreto, como un juguete. La trama permite explorar la paciencia, el esfuerzo de guardar monedas en lugar de gastarlas de inmediato y la satisfacción de alcanzar una meta a largo plazo. Es ideal para introducir el concepto de ahorro.
“La historia de una moneda”: Un cuento que narra el viaje de una moneda de mano en mano. Pasa por un panadero, una niña que compra un caramelo, un señor que la dona. Este enfoque personifica el dinero y muestra su función como medio de intercambio de una manera muy visual y dinámica. Ayuda a los niños a entender que el dinero circula y sirve para muchas cosas diferentes.
“Ahorrar no es tan difícil”: Historias que presentan el ahorro no como una privación, sino como una herramienta para conseguir algo mejor en el futuro. Pueden incluir personajes que colaboran para comprar algo en grupo (un juego para el patio, por ejemplo), introduciendo así la idea del ahorro colaborativo y la cooperación, un pilar del aprendizaje cooperativo.
“Los deseos de Martina”: Cuentos que abordan el deseo y el consumismo. El personaje principal puede tener una lista interminable de deseos y aprende, a través de una experiencia mágica o cotidiana, que no necesita todo lo que quiere para ser feliz. Estos relatos son excelentes para trabajar la gestión de la frustración y la diferencia entre necesitar y desear.
Recomendaciones de editoriales infantiles con enfoque económico
Existen editoriales especializadas y colecciones dentro de grandes sellos que abordan temas de economía y valores para niños. Busca colecciones sobre “Educación Financiera para Niños” o “Valores”. Editoriales como Cuento de Luz, Flamboyant o incluso algunas publicaciones de fundaciones bancarias suelen tener materiales de alta calidad.
Cómo trabajar un cuento con actividades integradas
Un cuento es mucho más que solo leer. Para maximizar su potencial pedagógico y enseñar comprensión lectora de manera profunda, puedes estructurar la actividad en tres fases:
- Antes de la lectura: Activa los conocimientos previos. Muestra la portada y pregunta: “¿De qué creen que tratará esta historia?”, “¿Qué ven en la imagen?”. Si el cuento trata sobre una alcancía, puedes llevar una al aula y preguntar: “¿Saben qué es esto? ¿Para qué sirve?”.
- Durante la lectura: Haz pausas estratégicas para mantener la atención y fomentar la predicción. Pregunta: “¿Qué creen que hará el personaje ahora?”, “¿Cómo se sentirá?”. Esto ayuda a que los niños se conecten emocionalmente con la historia y con el dilema del personaje.
- Después de la lectura: Aquí es donde ocurre la magia del aprendizaje. Propón actividades que conecten el cuento con su propia vida. Por ejemplo:
- Diálogo: Abre una ronda de conversación: “Si tuvieran tres monedas como el personaje, ¿qué harían con ellas?”.
- Arte: Pídeles que dibujen el objeto que a ellos les gustaría comprar si ahorraran.
- Dramatización: Representen la escena clave del cuento. Esto les permite ponerse en el lugar del personaje y vivir la experiencia.
- Creación: Inventen un final diferente para la historia o imaginen una nueva aventura para el personaje.
Actividades cotidianas que enseñan sin planificar
El aprendizaje más potente es el que se integra de forma natural en la vida diaria. No siempre es necesario planificar una actividad compleja. Hay innumerables momentos cotidianos que se pueden aprovechar para enseñar sobre el dinero y la toma de decisiones. Fomentar estas prácticas ayuda a desarrollar habilidades clave y a promover la autonomía del niño.
Preparar una lista de compras: Ya sea en casa o como proyecto en el aula para la merienda, involucrar a los niños en la creación de una lista de compras es una actividad muy rica. Pueden recorrer la despensa o la nevera para ver qué falta. En lugar de escribir, pueden dibujar los productos. Esta simple acción les enseña planificación (“¿qué necesitamos?”), priorización (“¿qué es más importante?”) y la idea de que la compra no es impulsiva, sino que responde a una necesidad.
Usar monedas en kioscos simulados: Aprovecha cualquier oportunidad para usar dinero de juguete en contextos reales o simulados. Si preparan galletas en el aula, pueden “venderlas” a otros compañeros o maestros por una ficha. Esto refuerza la idea del intercambio de un bien (galleta) por un medio de pago (ficha).
Decidir entre dos juguetes o meriendas: El costo de oportunidad es un concepto económico fundamental que se puede enseñar de forma muy simple. Cuando un niño quiera algo, ofrécele una elección limitada: “¿Prefieres llevar esta fruta o este yogur?”, “¿Quieres usar tus fichas para el coche rojo o el camión azul?”. Al elegir uno, entiende que está renunciando al otro. Esta práctica constante les enseña a evaluar opciones y a ser responsables de sus decisiones, lo cual es una de las estrategias para fomentar autonomía más efectiva.
Juegos familiares con fichas, tarjetas o recompensas simbólicas: Muchos juegos de mesa infantiles utilizan fichas, billetes o puntos. Jugar a estos juegos en familia o en pequeños grupos en el aula es una forma lúdica de practicar el conteo, el intercambio y la estrategia. El objetivo no es la competencia, sino el proceso de jugar, seguir reglas y manejar recursos limitados dentro del juego.
Educación en el hogar: cómo acompañar desde la familia
El rol de la familia es insustituible. La coherencia entre lo que se aprende en la escuela y lo que se vive en casa potencia enormemente el aprendizaje. Aquí tienes algunos consejos para que las familias puedan acompañar este proceso de manera positiva.
Fomentar conversaciones simples sobre el dinero: No tengas miedo de hablar de dinero. Al hacer la compra, puedes decir en voz alta: “Vamos a comprar manzanas porque están en oferta y son más baratas que las peras esta semana”. O al pagar: “Le doy este billete al señor y él me dará el cambio”. Estas verbalizaciones hacen visible un proceso que suele ser abstracto para los niños.
Evitar la sobreexposición consumista: Los niños son bombardeados por publicidad. Es importante limitar la exposición a anuncios y hablar con ellos sobre su propósito. Explícales de forma sencilla que los anuncios están hechos para que queramos comprar cosas, pero que no necesitamos todo lo que vemos. Esto sienta las bases de una futura ciudadanía digital y mediática crítica.
Practicar el ahorro con metas visuales: El concepto de “ahorrar para el futuro” es muy abstracto. Hazlo concreto. Usa un frasco de vidrio transparente como alcancía para que puedan ver cómo crecen sus ahorros. Para una meta específica (como una bicicleta), pueden tener un dibujo de la bicicleta dividido en partes. Cada vez que ahorran una cantidad, colorean una parte. Esto hace que el progreso sea tangible y motivador.
Dar autonomía progresiva: decidir con pequeñas sumas: Darles una pequeña cantidad de dinero real (una moneda) para que tomen una decisión sencilla les da un gran poder y responsabilidad. Por ejemplo, en la panadería, pueden ser ellos quienes elijan y paguen su propio panecillo. Esta experiencia directa es mucho más poderosa que cualquier explicación teórica y fomenta su autoconocimiento al permitirles identificar y actuar sobre sus propias preferencias.
Cómo evaluar o registrar el aprendizaje
En el nivel inicial, la evaluación debe ser cualitativa, continua y centrada en el proceso, no en el resultado. Olvídate de los exámenes. El objetivo es observar y documentar el progreso de cada niño. Esto se alinea con un enfoque de evaluación formativa, que busca comprender el aprendizaje para poder apoyarlo mejor.
Observación de conductas simbólicas: El principal instrumento es la observación directa y registrada. Durante el juego libre o las actividades propuestas, fíjate en cómo interactúan con los materiales. ¿Usan las fichas para intercambiar? ¿Asumen roles de comprador/vendedor? ¿Crean diálogos relacionados con el dinero? Estas conductas son la evidencia más clara de que están empezando a comprender la función social del dinero.
Registro de juegos de rol: Puedes utilizar una pequeña parrilla de observación o un registro anecdótico para documentar aspectos específicos. Anota las frases que utilizan, las decisiones que toman o los conflictos que surgen y cómo los resuelven. Estos instrumentos de evaluación te darán información muy valiosa sobre su progreso individual y grupal.
Conversaciones espontáneas: Presta atención a lo que dicen. Frases como “No me alcanza para esto”, “Voy a guardar mis fichas para comprar el juego grande” o “Te cambio mi dibujo por tu pegatina” son indicadores potentes de que los conceptos de límite, ahorro y trueque están echando raíces en su pensamiento.
Carpeta del ahorro o portafolios del proyecto: Crear portafolios y proyectos individuales o grupales es una excelente manera de hacer visible el aprendizaje. En esta carpeta pueden guardar los dibujos de sus metas de ahorro, fotos de ellos participando en el juego del almacén, o el “dinero” que ellos mismos diseñaron. Es un registro tangible que ellos, sus familias y tú pueden revisar para ver todo el camino recorrido.
Claves para no reforzar desigualdades o ansiedad
Hablar de dinero puede ser un tema sensible. Es fundamental abordarlo desde un enfoque de educación inclusiva y cuidado emocional, asegurándonos de que nuestras actividades construyan puentes y no muros.
Evitar frases como “no tenemos plata” o “hay que ser rico”: Frases como “no hay dinero para eso” o “eso es para ricos” pueden generar ansiedad, culpa o una sensación de carencia en los niños. En su lugar, utiliza un lenguaje que se centre en las decisiones y prioridades familiares o grupales. Por ejemplo: “Hoy hemos decidido gastar nuestro dinero en la comida, así que no compraremos juguetes” o “Ese juguete no está en nuestro plan de compras de hoy”. Se enseña el concepto de límite y planificación sin generar angustia.
No usar el dinero como castigo o premio constante: Vincular el dinero (real o simbólico) directamente al comportamiento (“si te portas mal, no te doy tu ficha”) puede distorsionar su propósito y convertirlo en una herramienta de control. Es preferible utilizar sistemas de refuerzo positivo planificados, como la “tienda de cuentos”, donde el objetivo es común y se fomenta el esfuerzo colectivo, en lugar de usarlo de forma reactiva y emocional.
Incluir valores: equidad, compartir, valorar el esfuerzo: Explicar el valor del dinero debe ir de la mano de la educación en valores. En las actividades, enfatiza la importancia de compartir (como en el frasco de donaciones), de la equidad (asegurarse de que todos tengan una oportunidad de participar) y de valorar el esfuerzo que hay detrás de los objetos y servicios. Por ejemplo, al hablar de un pan, se puede mencionar el trabajo del panadero.
Ser conscientes del entorno socioeconómico de cada niño/a: Cada niño viene de una realidad diferente. Es crucial tener atención a la diversidad cultural y socioeconómica. Evita actividades que requieran que los niños traigan dinero o objetos caros de casa. Utiliza siempre materiales creados en el aula (dinero de cartón, envases reciclados) para que todos los niños partan de la misma base y nadie se sienta excluido o avergonzado.
Introducir la educación financiera en el nivel inicial no se trata de formar pequeños consumidores o expertos en finanzas. Se trata de algo mucho más profundo y duradero: es sembrar hábitos saludables y valores que los acompañarán toda la vida. Es darles las primeras herramientas para que puedan navegar un mundo complejo con mayor confianza, criterio y resiliencia.
El objetivo final no es que los niños “sepan gastar”, sino que desarrollen la capacidad de valorar lo que tienen, planificar para alcanzar sus metas, tomar decisiones conscientes y comprender que los recursos son finitos. Al final, explicar el valor del dinero es una excusa maravillosa para enseñarles a esperar, a compartir, a esforzarse y a gestionar sus propias emociones.
A través del juego, la creatividad y un fuerte vínculo pedagógico basado en la confianza y el afecto, la educación financiera se convierte en lo que realmente debe ser a esta edad: una poderosa forma de educación emocional y ciudadana. Y ese, sin duda, es uno de los regalos más valiosos que podemos ofrecerles.
Preguntas Frecuentes (FAQ)
1. ¿A qué edad es realmente bueno empezar a hablar de dinero?
No hay una edad mágica, pero entre los 4 y 6 años es un momento ideal para empezar a introducir conceptos básicos de forma lúdica y concreta. A esta edad, los niños son muy curiosos, absorben información de su entorno y el juego simbólico está en pleno apogeo, lo que lo convierte en el vehículo perfecto para este aprendizaje. La clave no es la edad, sino el enfoque: siempre a través del juego y de experiencias concretas.
2. ¿Es recomendable darles una paga o “domingo” a los niños de nivel inicial?
Puede ser una herramienta útil si se maneja correctamente. En esta etapa, más que una “paga” por tareas, puede funcionar como una pequeña cantidad fija y simbólica que les permita practicar la toma de decisiones (gastar, ahorrar). Si decides hacerlo, debe ser una cantidad muy pequeña y con un propósito claro, como poder comprar una pegatina o un dulce una vez a la semana, siempre con tu acompañamiento. La clave es que sea una herramienta de aprendizaje, no una obligación.
3. ¿Cómo manejo la situación si un niño se frustra por no poder “comprar” todo lo que quiere en el juego?
Esta es una oportunidad de oro para la educación emocional. Primero, valida su emoción: “Entiendo que te sientas triste/frustrado porque querías ese coche y no te alcanzaron las fichas”. Luego, ofrécele una estrategia: “¿Qué te parece si guardamos las fichas que tienes y la próxima vez juntamos más para poder comprarlo?”. Estás enseñando a gestionar la frustración, a tolerar la espera y a planificar para el futuro.
4. ¿Qué hago si las familias de mis alumnos tienen visiones muy diferentes sobre el dinero?
Es fundamental ser transparente. Comunica a las familias el enfoque pedagógico que estás utilizando en el aula: que el objetivo no es enseñar a gastar, sino a valorar, decidir y cooperar a través del juego. Enfoca las actividades en valores universales como el esfuerzo, la generosidad y la responsabilidad. Al usar materiales simbólicos creados en el aula, mantienes la actividad dentro de un marco educativo y evitas conflictos con las prácticas financieras de cada hogar.
5. ¿Es mejor usar dinero de juguete que imita al real o fichas de colores?
Ambas opciones son válidas y dependen del objetivo. Las fichas de colores son excelentes para los más pequeños (4 años), ya que simplifican el concepto a “tienes 3 fichas para gastar”, centrando la atención en el conteo y la decisión. El dinero de juguete que imita billetes y monedas (para 5-6 años) puede ayudar a familiarizarse con la forma física del dinero que ven en el mundo real, preparando el terreno para una comprensión más avanzada en primaria. Puedes empezar con fichas y luego introducir el dinero de juguete.
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