La evaluación es, quizás, uno de los componentes más controvertidos y determinantes del acto educativo. Para muchos, evoca imágenes de exámenes estandarizados, calificaciones numéricas y una presión constante por el rendimiento. Sin embargo, para algunas figuras visionarias, la evaluación representa una oportunidad única para democratizar el aprendizaje y construir una sociedad más justa. En este selecto grupo de pensadores se encuentra Patricia Broadfoot, una académica británica cuyo trabajo ha redefinido el propósito de la evaluación en la educación, alejándola de la simple medición para convertirla en una herramienta de empoderamiento y equidad.
Su propuesta resuena con una fuerza particular en Hispanoamérica, una región marcada por profundas desigualdades sociales y económicas. En contextos donde la escuela es a menudo el único motor de movilidad social, preguntarnos para qué evaluamos se convierte en una cuestión ética y política fundamental. Broadfoot nos invita a cuestionar los sistemas que clasifican y excluyen, y nos ofrece un camino alternativo: una evaluación que nutre, que incluye y que reconoce la diversidad como una fortaleza. Su célebre frase, “Lo que valoramos es lo que evaluamos, y lo que evaluamos es lo que se valora”, resume la esencia de su pensamiento: la evaluación no es un acto neutral, sino una declaración de principios sobre el tipo de educación y de sociedad que deseamos construir.
Este artículo explora en profundidad la vida y las contribuciones de una de las autoras de la pedagogía más influyentes en el campo de la evaluación educativa. Analizaremos los conceptos centrales de Patricia Broadfoot y la evaluación equitativa, sus críticas a los modelos tradicionales y las estrategias prácticas para llevar su visión al aula. Veremos cómo sus ideas dialogan con la pedagogía crítica de figuras como Paulo Freire y por qué su legado es más relevante que nunca para los educadores que buscan hacer de la escuela un verdadero espacio de justicia social.
Qué vas a encontrar en este artículo
Biografía y trayectoria de Patricia Broadfoot
Para comprender la magnitud de las contribuciones de Patricia Broadfoot, es necesario conocer el camino que la llevó a convertirse en una voz de referencia mundial en la reforma evaluativa. Su carrera no es solo una sucesión de logros académicos, sino el reflejo de un compromiso inquebrantable con la idea de que la educación puede y debe ser una fuerza para el bien social.
Formación académica y primeras influencias en pedagogía
Patricia M. Broadfoot (1949) inició su trayectoria en un momento de efervescencia intelectual y social. Se formó en sociología y educación en universidades de prestigio en el Reino Unido, donde entró en contacto con las corrientes pedagógicas que cuestionaban el statu quo. Durante sus años de formación, se vio profundamente influenciada por las teorías sociológicas que analizaban cómo la escuela como institución social a menudo reproduce las desigualdades existentes en lugar de mitigarlas.
Figuras como Basil Bernstein y Pierre Bourdieu, con sus análisis sobre los códigos lingüísticos y el capital cultural, le proporcionaron un marco teórico para entender por qué estudiantes de diferentes orígenes sociales obtenían resultados tan dispares. Estas influencias tempranas la llevaron a enfocar su investigación en el currículum oculto de la evaluación: aquello que se comunica implícitamente a los estudiantes sobre su valor, sus capacidades y su lugar en el mundo a través de las prácticas evaluativas. Su interés no era meramente teórico; desde el principio, buscó conectar la investigación académica con la práctica docente y las políticas públicas.
Participación en grupos como el Assessment Reform Group
Un hito en su carrera fue su implicación en el Assessment Reform Group (ARG), un colectivo de académicos y educadores británicos fundado en 1989. Este grupo se convirtió en el epicentro del movimiento por la evaluación formativa, también conocida como “Evaluación para el Aprendizaje” (Assessment for Learning – AfL). Junto a otros teóricos como Paul Black y Dylan Wiliam, Broadfoot fue una de las autoras del influyente informe “Inside the Black Box: Raising Standards Through Classroom Assessment” (1998).
Este documento, basado en una extensa revisión de investigaciones, demostró con evidencia contundente que las prácticas de evaluación formativa —aquellas centradas en el proceso de aprendizaje y en proporcionar retroalimentación efectiva— producían mejoras significativas en el rendimiento de los estudiantes, especialmente en aquellos con mayores dificultades. El trabajo del ARG, y de Broadfoot en particular, ayudó a mover la conversación sobre la evaluación desde los despachos de los políticos hacia el corazón del aula, poniendo el foco en cómo la interacción diaria entre docente y alumno puede ser el motor del aprendizaje.
Publicaciones y reconocimientos clave en evaluación educativa
A lo largo de su carrera, Patricia Broadfoot ha ocupado cargos de gran responsabilidad, incluyendo la dirección de la Escuela de Educación de la Universidad de Bristol y la pro-vicecancillería de la Universidad de Gloucestershire. Su liderazgo académico le ha permitido influir en generaciones de docentes e investigadores y llevar sus ideas a foros internacionales.
Sus publicaciones son una referencia obligada para cualquiera que estudie la evaluación educativa. Obras como “An Introduction to Assessment” y “Education, Modernity and Community: A New Agenda” exploran la compleja relación entre evaluación, identidad del estudiante y justicia social. En ellas, argumenta que las políticas educativas centradas en la rendición de cuentas (accountability) y las pruebas estandarizadas a gran escala a menudo tienen efectos perversos: estrechan el currículum escolar, aumentan la ansiedad de estudiantes y docentes y, lo más grave, exacerban las desigualdades que pretenden medir.
Gracias a su incansable trabajo, ha recibido numerosos reconocimientos, consolidándose como una de las voces más respetadas en el debate educativo global. Su trayectoria es un testimonio de cómo la investigación rigurosa, combinada con un profundo compromiso ético, puede desafiar las prácticas establecidas y abrir nuevos horizontes para una educación más humana y equitativa.

Conceptos fundamentales de la evaluación para la justicia social
La propuesta de Patricia Broadfoot no es simplemente una colección de técnicas o instrumentos de evaluación. Es una filosofía completa que redefine el propósito mismo de evaluar. Para ella, la evaluación no debe ser un juicio final, sino un diálogo continuo que impulse el aprendizaje y promueva la equidad educativa. Sus ideas se sustentan en varios pilares teóricos que desafían la visión tradicional.
Definición de evaluación formativa más allá de la “caja negra”
Aunque su trabajo con el Assessment Reform Group popularizó el concepto de la “caja negra” del aula, Broadfoot siempre insistió en ir más allá de una visión puramente técnica de la evaluación formativa. Para ella, no se trata solo de aplicar estrategias como la autoevaluación o el feedback entre pares. Se trata de un cambio cultural profundo en la cultura escolar.
La evaluación formativa, en su visión, es fundamentalmente dialógica. Implica crear un clima escolar de confianza donde los estudiantes se sientan seguros para cometer errores, entendiendo el papel del error en el aprendizaje como una oportunidad de crecimiento. Requiere que el docente actúe como un guía que ayuda a los alumnos a entender sus propios procesos de pensamiento (metacognición) y a identificar los próximos pasos en su ruta de aprendizaje. Esta perspectiva transforma las diferencias entre medir, calificar y evaluar, poniendo el foco en el proceso de mejora continua en lugar de la simple asignación de una nota.
Relación entre evaluación y equidad social
El núcleo del pensamiento de Broadfoot es la conexión inseparable entre evaluación y justicia social. Ella argumenta que las prácticas evaluativas nunca son neutrales. Reflejan y refuerzan valores sobre qué conocimiento es importante, qué habilidades son deseables y, en última instancia, qué tipo de persona es considerada “exitosa”.
Cuando los sistemas educativos dependen en exceso de pruebas estandarizadas que valoran un conjunto limitado de competencias (generalmente lógico-matemáticas y lingüísticas), inevitablemente privilegian a los estudiantes cuyo capital cultural y social se alinea con esas competencias. Los alumnos de entornos vulnerables, comunidades indígenas o con diferentes estilos de aprendizaje se encuentran en una situación de desventaja estructural. Broadfoot sostiene que una evaluación equitativa debe ser sensible al contexto, valorar una gama más amplia de inteligencias múltiples y reconocer las diversas formas en que los estudiantes pueden demostrar su comprensión. La evaluación auténtica, a través de portafolios y proyectos, es un ejemplo de cómo se puede lograr esto.
Críticas a sistemas evaluativos que perpetúan desigualdades
Broadfoot es una crítica feroz de lo que llama la “cultura de la performatividad” en la educación. Se refiere a la obsesión de los sistemas educativos modernos por medir, comparar y clasificar el rendimiento de estudiantes, docentes y escuelas a través de rankings y pruebas a gran escala. Según ella, esta cultura genera una serie de efectos negativos que socavan la equidad:
Reducción del currículo: Los docentes se ven presionados a “enseñar para el examen”, centrando sus esfuerzos en los contenidos y habilidades que serán evaluados y dejando de lado aspectos cruciales como la creatividad, el pensamiento crítico y la educación emocional.
Estratificación de los estudiantes: Las calificaciones y los resultados de las pruebas se utilizan para etiquetar y agrupar a los estudiantes, creando profecías autocumplidas. Aquellos etiquetados como “de bajo rendimiento” a menudo reciben una enseñanza menos enriquecedora y tienen menos oportunidades, perpetuando el ciclo de la desigualdad.
Desprofesionalización docente: La excesiva regulación y el control a través de la evaluación estandarizada socavan la autonomía y el juicio profesional del docente. El rol del docente se reduce al de un mero técnico que aplica protocolos, en lugar de ser un intelectual reflexivo que adapta su enseñanza a las necesidades de sus estudiantes.
Para Broadfoot, estos sistemas no solo son injustos, sino también ineficaces. Al centrarse en la medición sumativa, ignoran el potencial de la evaluación para ser el motor principal del aprendizaje y la inclusión.
Diferencias con enfoques evaluativos tradicionales
La propuesta de Patricia Broadfoot representa un cambio de paradigma. No se trata de una simple mejora de los métodos existentes, sino de una reconceptualización fundamental del propósito de la evaluación. Para apreciar su carácter transformador, es útil compararla directamente con los enfoques tradicionales, que a menudo se basan en la evaluación sumativa.
Limitaciones de la evaluación estandarizada en contextos de diversidad
La evaluación tradicional, especialmente en su forma estandarizada, opera bajo el supuesto de que es posible y deseable medir a todos los estudiantes con la misma vara. Este enfoque busca la objetividad y la comparabilidad, pero, como señala Broadfoot, a menudo logra lo contrario: una injusticia sistemática.
Enfoque tradicional (sumativo): Utiliza un único instrumento (un examen) aplicado en las mismas condiciones para todos. Valora principalmente la memorización de contenidos conceptuales y la velocidad de respuesta. El resultado es una calificación que resume el “logro” del estudiante en un momento dado.
Enfoque de Broadfoot (formativo y equitativo): Reconoce que los estudiantes son diferentes y aprenden de maneras distintas. Promueve el uso de múltiples instrumentos de evaluación (observación, portafolios, diálogos, proyectos) que permiten capturar una imagen más completa y matizada del aprendizaje. Se enfoca en la atención a la diversidad cultural y personal, adaptando la evaluación al individuo en lugar de forzar al individuo a adaptarse a la evaluación. Por ejemplo, en lugar de una prueba escrita, un estudiante con disgrafía podría demostrar su comprensión a través de una presentación oral.
Influencias de la pedagogía crítica en su teoría
Mientras que la evaluación tradicional a menudo se alinea con una teoría conductista del aprendizaje (estímulo-respuesta-refuerzo), el pensamiento de Broadfoot está profundamente arraigado en la pedagogía crítica.
Enfoque tradicional: Ve al docente como el poseedor del conocimiento y al estudiante como un receptor pasivo. La evaluación es un mecanismo de control para verificar si el conocimiento ha sido transmitido correctamente. El poder es unidireccional.
Enfoque de Broadfoot: Concibe la educación como un acto de diálogo y co-construcción. La evaluación es una herramienta para el empoderamiento. Invita a los estudiantes a ser agentes activos de su propio aprendizaje, a través de la autoevaluación y la coevaluación. Este enfoque busca desarrollar la autonomía y la capacidad de los estudiantes para formar estudiantes críticos que puedan analizar y cuestionar el mundo que los rodea. El poder se comparte y la evaluación se convierte en un proceso democrático.
Beneficios para la inclusión y el aprendizaje personalizado
Finalmente, las dos perspectivas difieren radicalmente en su impacto sobre la inclusión y la personalización del aprendizaje.
Enfoque tradicional: Tiende a ser excluyente. Al establecer un estándar único de “éxito”, inevitablemente crea “fracaso”. Los estudiantes que no encajan en el molde, ya sea por trastornos del aprendizaje, diferencias culturales o ritmos distintos, son a menudo marginados. La enseñanza se vuelve homogénea porque el objetivo es que todos pasen el mismo examen.
Enfoque de Broadfoot: Es intrínsecamente inclusivo. El objetivo no es comparar a los estudiantes entre sí, sino ayudar a cada uno a progresar desde su propio punto de partida. La evaluación diagnóstica, formativa y sumativa se utiliza para identificar las necesidades individuales y diseñar adaptaciones curriculares y estrategias didácticas personalizadas. Este modelo se alinea perfectamente con marcos como el Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA), que busca eliminar las barreras para el aprendizaje desde el principio.
En resumen, Broadfoot nos propone pasar de una evaluación del aprendizaje (sumativa, de juicio) a una evaluación para el aprendizaje (formativa, de mejora) y, más radicalmente, a una evaluación como aprendizaje (donde el propio acto de reflexionar sobre el progreso es una experiencia educativa).

Estrategias prácticas para implementar la evaluación equitativa
La filosofía de Patricia Broadfoot no es una utopía inalcanzable. Se traduce en estrategias concretas que los docentes pueden implementar en sus aulas para hacer de la evaluación un motor de equidad y aprendizaje profundo. Estas prácticas requieren un cambio en el rol del docente, quien pasa de ser un mero calificador a un facilitador del aprendizaje.
Herramientas de evaluación formativa para promover el aprendizaje
El corazón de la propuesta de Broadfoot reside en el uso inteligente y sistemático de la evaluación formativa. No se trata de eliminar por completo la evaluación sumativa, sino de equilibrar la balanza, dando prioridad a las prácticas que informan y guían el aprendizaje en tiempo real.
Retroalimentación descriptiva, no calificadora: En lugar de una nota o un simple “bien hecho”, la retroalimentación efectiva se centra en describir lo que el estudiante ha hecho bien, identificar las áreas de mejora y ofrecer sugerencias concretas para el siguiente paso. Por ejemplo: “Lograste organizar tus ideas principales claramente. El próximo paso sería añadir ejemplos específicos para apoyar cada idea”.
Hacer visibles los objetivos de aprendizaje y criterios de evaluación: Los estudiantes no pueden alcanzar un objetivo si no lo conocen. Es fundamental compartir con ellos, en un lenguaje claro y accesible, qué se espera que aprendan y cómo se valorará su trabajo. El uso de rúbricas co-construidas con los estudiantes es una excelente herramienta para esto, ya que les da un mapa claro para su aprendizaje y fomenta la autoevaluación.
Preguntas de calidad: El arte de preguntar es clave. En lugar de preguntas cerradas que solo requieren recordar información, los docentes deben formular preguntas abiertas que provoquen el pensamiento visible y la reflexión. Preguntas como “¿Qué pasaría si…?”, “¿Cómo sabes que…?” o “¿Puedes explicarlo de otra manera?” abren el diálogo y revelan el proceso de razonamiento del estudiante.
Técnicas de sondeo en el aula: Utilizar estrategias rápidas para tomar la “temperatura” del aprendizaje del grupo. Por ejemplo, pedir a los estudiantes que levanten un pulgar hacia arriba, al medio o hacia abajo para indicar su nivel de comprensión, o que escriban en una pequeña pizarra la respuesta a una pregunta clave. Esto permite al docente adaptar contenidos y ajustar su enseñanza sobre la marcha.
Integración de perspectivas sociales en procesos evaluativos
Una evaluación equitativa debe ser consciente del contexto social y cultural de los estudiantes. Esto significa ir más allá de la simple evaluación de habilidades académicas y considerar las trayectorias escolares completas.
Evaluación sensible a la cultura: Implica diseñar tareas e instrumentos de evaluación que sean relevantes y respetuosos con la diversidad cultural del aula. Por ejemplo, en lugar de utilizar ejemplos que solo resuenan con la cultura dominante, se pueden incorporar referencias, textos y problemas que reflejen las experiencias de todos los estudiantes. Esto es clave para la atención a la diversidad cultural.
Considerar los saberes previos: Reconocer que los estudiantes llegan al aula con un bagaje de conocimientos y experiencias valiosas. La evaluación debe ser una oportunidad para conectar los nuevos aprendizajes con estos saberes previos, validando la identidad de los estudiantes y haciendo el aprendizaje significativo.
Observación y diálogo: Un examen no puede capturar las habilidades socioemocionales, la capacidad de colaboración o la resiliencia de un estudiante. La observación sistemática durante actividades de aprendizaje cooperativo y el diálogo individualizado son herramientas de evaluación poderosas que ofrecen una visión holística del desarrollo del alumno.
Casos de estudio en entornos educativos vulnerables
La aplicación de las ideas de Broadfoot ha demostrado ser especialmente transformadora en contextos de alta vulnerabilidad. En escuelas que atienden a poblaciones con altos índices de pobreza o exclusión social, un enfoque en la evaluación formativa puede cambiar drásticamente la dinámica.
Pensemos en una escuela rural multigrado. Un enfoque estandarizado sería impracticable y profundamente injusto. En cambio, un docente que aplica los principios de Broadfoot podría utilizar el aprendizaje basado en proyectos (ABP) para evaluar a estudiantes de diferentes edades. Dentro de un mismo proyecto sobre, por ejemplo, la agricultura local, los estudiantes más pequeños podrían ser evaluados en su capacidad para describir el ciclo de vida de una planta, mientras que los mayores podrían ser evaluados en su habilidad para analizar el impacto económico del cultivo en su comunidad. La evaluación se integra en el aprendizaje, es relevante para su contexto y permite que cada estudiante demuestre sus fortalezas, fomentando un sentido de competencia y pertenencia.
Impacto en la justicia social y la inclusión educativa
La adopción de un modelo de evaluación como el que propone Patricia Broadfoot tiene implicaciones que van mucho más allá de la mejora de los resultados académicos. Su verdadero poder reside en su capacidad para reconfigurar las relaciones de poder en el aula y promover una educación inclusiva real.
Aplicaciones en contextos de vulnerabilidad y diversidad cultural
En contextos de alta diversidad, ya sea socioeconómica, cultural o lingüística, los sistemas de evaluación tradicionales actúan a menudo como un filtro que clasifica y segrega. La propuesta de Broadfoot, por el contrario, actúa como un puente. Al centrarse en el progreso individual y valorar múltiples formas de conocimiento y expresión, crea un entorno donde todos los estudiantes pueden ser reconocidos y valorados.
Por ejemplo, para un estudiante migrante que está aprendiendo el idioma, un examen escrito tradicional puede ser una barrera insuperable que oculta su verdadero conocimiento sobre un tema. Una evaluación equitativa utilizaría herramientas alternativas, como la creación de un modelo visual, una dramatización o una explicación en su lengua materna con ayuda de un intérprete, para permitirle demostrar su comprensión. Esto no es “bajar el estándar”; es, en realidad, elevar la justicia del proceso evaluativo, asegurando que se evalúa el conocimiento del contenido y no la competencia lingüística.
Beneficios para el empoderamiento estudiantil y la mejora escolar
Cuando los estudiantes se convierten en participantes activos de su propia evaluación, se produce un cambio fundamental en su relación con el aprendizaje.
Desarrollo de la autonomía y la metacognición: Prácticas como la autoevaluación y el establecimiento de objetivos de aprendizaje personales enseñan a los estudiantes a ser aprendices de por vida. Aprenden a monitorear su propio progreso, a identificar cuándo necesitan ayuda y a desarrollar estrategias para fomentar la autonomía.
Reducción de la ansiedad ante la evaluación: Al desplazar el foco de la calificación al aprendizaje, se reduce el miedo al fracaso. Esto es especialmente importante para estudiantes que sufren de ansiedad en el rendimiento escolar. El aula se convierte en un laboratorio seguro para la experimentación y el crecimiento.
Cultura de mejora continua: A nivel escolar, una cultura de evaluación formativa fomenta la colaboración entre docentes. Los educadores dejan de trabajar en silos y comienzan a compartir datos y observaciones sobre el aprendizaje de los estudiantes para mejorar colectivamente sus prácticas de enseñanza. La evaluación se convierte en una fuente de información para la metaevaluación docente y el desarrollo profesional.
Desafíos en la adopción de reformas evaluativas
A pesar de sus evidentes beneficios, la implementación de las ideas de Broadfoot no está exenta de desafíos. El principal obstáculo suele ser la inercia del sistema. Las políticas educativas a nivel nacional a menudo siguen priorizando las pruebas estandarizadas y la rendición de cuentas, creando una tensión con las prácticas de aula más formativas.
Además, requiere una formación docente sólida y continua. Muchos maestros fueron educados en un modelo tradicional y necesitan apoyo para desarrollar las competencias docentes necesarias para implementar una evaluación equitativa de manera efectiva. Finalmente, implica un trabajo de comunicación con las familias para que comprendan y valoren un enfoque que va más allá de la simple calificación numérica. Explicar cómo comunicar la evaluación a las familias es un paso crucial para el éxito de la reforma.
Conexiones con la pedagogía crítica y figuras afines
El pensamiento de Patricia Broadfoot no surge en el vacío. Se inscribe en una rica tradición de pedagogía moderna y dialoga profundamente con otros teóricos que han abogado por una educación más justa y liberadora. Establecer estas conexiones nos permite apreciar la profundidad y la coherencia de su propuesta.
Paralelismos con Paulo Freire y la educación liberadora
Aunque provienen de contextos geográficos y disciplinarios diferentes, existen sorprendentes paralelismos entre las ideas de Patricia Broadfoot sobre la evaluación y la pedagogía del oprimido de Paulo Freire.
Crítica a la “educación bancaria”: Freire criticó un modelo de educación en el que el docente “deposita” conocimiento en la mente de los estudiantes. La evaluación tradicional, con su énfasis en la memorización y reproducción de información, es la herramienta por excelencia de este modelo bancario. La evaluación dialógica y formativa de Broadfoot es la antítesis de esto; se basa en la co-construcción del conocimiento y en la resolución de problemas.
El diálogo como acto de conocimiento: Para Freire, el diálogo es fundamental para una educación liberadora. De manera similar, Broadfoot sitúa el diálogo en el centro de la evaluación formativa. La retroalimentación no es una comunicación unidireccional, sino una conversación que ayuda al estudiante a tomar conciencia de su propio proceso de aprendizaje.
Empoderamiento y transformación social: Ambos pensadores comparten la convicción de que el propósito último de la educación es el empoderamiento de los individuos y la transformación de la sociedad. Para Freire, esto se logra a través de la “concientización”. Para Broadfoot, una evaluación equitativa es un medio para desmantelar las estructuras de poder que perpetúan la desigualdad en la escuela y, por extensión, en la sociedad.
Influencias mutuas con teóricos de la evaluación inclusiva
El trabajo de Broadfoot también se entrelaza con el de otros académicos que han abogado por una educación inclusiva. Su crítica a la evaluación estandarizada resuena con los argumentos de figuras como Howard Gardner y su teoría de las inteligencias múltiples. Si aceptamos que la inteligencia no es una entidad única y monolítica, entonces se vuelve evidente que evaluarla con un único tipo de instrumento es inherentemente injusto.
Asimismo, sus ideas complementan los marcos de la educación especial centrados en el individuo, como los Planes Educativos Individualizados (PEI). La evaluación formativa proporciona las herramientas perfectas para monitorear el progreso de los estudiantes con necesidades educativas especiales en función de sus propios objetivos, en lugar de compararlos constantemente con una norma externa.
Relevancia en la pedagogía latinoamericana contemporánea
En América Latina, una región con una fuerte tradición de educación popular y pedagogía crítica, el mensaje de Broadfoot encuentra un terreno fértil. Sus propuestas conectan directamente con la lucha histórica por una educación que sea pertinente, democrática y que responda a las realidades locales.
Sus críticas a la importación acrítica de modelos de evaluación estandarizados (a menudo impulsados por organismos internacionales) son particularmente relevantes. Muchos sistemas educativos de la región, como el de México con sus pruebas estandarizadas o el de Colombia y su sistema de evaluación, enfrentan el desafío de equilibrar las demandas de medición a gran escala con la necesidad de promover una equidad educativa genuina. El trabajo de Broadfoot ofrece un marco teórico y práctico sólido para repensar estas políticas y diseñar sistemas de evaluación que sirvan a los estudiantes, y no al revés.
Aplicaciones actuales y legado en Hispanoamérica
El legado de Patricia Broadfoot no es una pieza de museo académico; sus ideas están vivas e influyen en las discusiones y reformas educativas en todo el mundo hispanohablante. Aunque su nombre no sea siempre el más visible, los principios que defendió están en el corazón de muchos movimientos de innovación pedagógica.
Influencia en reformas educativas modernas
Muchos de los cambios curriculares recientes en países de Hispanoamérica reflejan, al menos en su discurso, un giro hacia la evaluación formativa. Conceptos como la educación por competencias, que enfatiza la aplicación del conocimiento en contextos reales, requieren de una evaluación por competencias que sea continua, procesual y auténtica, todos ellos pilares del pensamiento de Broadfoot.
Por ejemplo, la Nueva Escuela Mexicana (NEM) pone un fuerte énfasis en la evaluación formativa dentro de su marco como eje de la transformación pedagógica. De manera similar, reformas en países como Chile y España han incorporado un lenguaje que aboga por una evaluación más integral y centrada en el proceso de aprendizaje. La influencia de Broadfoot y el Assessment Reform Group es palpable en estos documentos de política, aunque la implementación en el aula siga siendo un desafío.
Ejemplos de implementación en escuelas y comunidades
Más allá de las políticas macro, el verdadero legado de Broadfoot se ve en las escuelas y aulas donde los docentes se apropian de sus ideas. En toda Hispanoamérica, existen innumerables ejemplos de comunidades educativas que han decidido evaluar sin calificar numéricamente en los primeros años de escolaridad, utilizando informes descriptivos para comunicar el progreso a las familias.
También vemos su influencia en el auge de las metodologías activas como el ABP o el aprendizaje servicio. Estos enfoques integran la evaluación de manera orgánica en el proceso de aprendizaje, utilizando herramientas como diarios de campo, portafolios y presentaciones públicas. Estas prácticas encarnan el espíritu de la evaluación equitativa: son participativas, contextualizadas y se centran en el desarrollo de habilidades complejas, no solo en la repetición de datos.
Desafíos futuros para una evaluación justa
El camino hacia una evaluación verdaderamente justa está lejos de terminar. Los desafíos futuros son significativos. La brecha digital y el auge de la IA en la educación plantean nuevas preguntas y riesgos. ¿Cómo podemos usar la tecnología para personalizar la evaluación sin caer en nuevas formas de vigilancia y control? ¿Cómo aseguramos que los algoritmos no perpetúen los mismos sesgos que intentamos eliminar de las pruebas tradicionales?
Además, la presión política por la comparabilidad y los rankings internacionales sigue siendo un obstáculo poderoso. Para que las ideas de Broadfoot se generalicen, se necesita un cambio no solo en la pedagogía, sino también en la política educativa y en la percepción pública del éxito educativo. Es una tarea a largo plazo que requiere el compromiso de todos los actores del sistema.
Patricia Broadfoot nos ha legado mucho más que una teoría sobre la evaluación. Nos ha ofrecido una brújula ética para navegar uno de los aspectos más complejos y sensibles de la práctica educativa. Su trabajo nos recuerda que detrás de cada examen, cada calificación y cada informe, hay un ser humano en proceso de formación, cuya identidad, motivación y futuro están en juego.
Su propuesta de una evaluación equitativa es un llamado a la acción. Nos insta a cuestionar las prácticas que damos por sentadas, a desafiar los sistemas que etiquetan y excluyen, y a reimaginar la evaluación como un acto de cuidado, diálogo y empoderamiento. Nos invita a construir aulas donde cada estudiante se sienta visto, valorado y capaz de alcanzar su máximo potencial.
En Hispanoamérica, con sus sueños de desarrollo y sus profundas heridas de desigualdad, el mensaje de Broadfoot resuena con una urgencia especial. Adoptar su visión no es una opción técnica, sino un compromiso político con la construcción de sociedades más democráticas y justas desde la escuela. Su legado perdurará en cada docente que decida usar su lápiz no para juzgar, sino para guiar; no para clasificar, sino para inspirar.
Glosario
Evaluación Formativa (o para el Aprendizaje): Proceso continuo de recopilación e interpretación de evidencia sobre el aprendizaje del estudiante, con el fin de proporcionar retroalimentación y ajustar la enseñanza para mejorar el rendimiento. Su objetivo principal es guiar el proceso, no calificar el resultado final.
Evaluación Sumativa (o del Aprendizaje): Proceso que ocurre generalmente al final de una unidad o período de instrucción para medir el nivel de logro del estudiante. Su propósito es certificar el aprendizaje y asignar una calificación.
Justicia Social (en educación): Principio que busca asegurar que todos los estudiantes, independientemente de su origen socioeconómico, cultural, étnico, de género o de sus capacidades, tengan acceso a una educación de calidad y las mismas oportunidades para alcanzar su potencial.
Equidad Educativa: Va más allá de la igualdad (dar a todos lo mismo). La equidad implica dar a cada estudiante los recursos y el apoyo que necesita para tener éxito, reconociendo que diferentes estudiantes tienen diferentes necesidades.
Pedagogía Crítica: Enfoque educativo, fuertemente influenciado por pensadores como Paulo Freire, que busca ayudar a los estudiantes a cuestionar y desafiar las estructuras de poder y las creencias dominantes en la sociedad.
Performatividad (en educación): Término utilizado por Broadfoot y otros críticos para describir una cultura escolar obsesionada con la medición, comparación y publicación de resultados de rendimiento, lo que a menudo distorsiona los verdaderos propósitos de la educación.
Assessment Reform Group (ARG): Colectivo de académicos británicos influyentes (incluida Patricia Broadfoot) que fue pionero en la investigación y promoción de la Evaluación para el Aprendizaje (AfL).
Preguntas Frecuentes (FAQ)
1. ¿Significa la propuesta de Patricia Broadfoot que debemos eliminar por completo los exámenes y las calificaciones? No necesariamente. Broadfoot no aboga por la abolición total de la evaluación sumativa, sino por un cambio radical en el equilibrio. Argumenta que la evaluación formativa debe tener la primacía en el día a día del aula, ya que es la que impulsa el aprendizaje. Las evaluaciones sumativas pueden tener un lugar, pero no deben ser el único ni el principal motor del sistema educativo, y deben diseñarse de manera que sean justas y reflejen una visión amplia del aprendizaje.
2. ¿Cómo se puede aplicar la evaluación equitativa en aulas con muchos estudiantes? Es un desafío, pero no imposible. Requiere un cambio de enfoque desde la corrección individual de cada trabajo hacia estrategias más eficientes. Por ejemplo, el docente puede dar retroalimentación a grupos de estudiantes que cometieron errores similares, usar la coevaluación (evaluación entre pares) y la autoevaluación para que los estudiantes se apropien del proceso, y utilizar técnicas de sondeo rápido para obtener una visión general del progreso del grupo y ajustar la enseñanza en consecuencia.
3. ¿La evaluación formativa no es demasiado subjetiva? La subjetividad puede ser una preocupación, pero se gestiona a través de la profesionalidad del docente y la transparencia. El uso de criterios de evaluación claros y compartidos con los estudiantes (como en las rúbricas) ayuda a guiar tanto la enseñanza como la evaluación. Además, una evaluación “objetiva” como un examen de opción múltiple a menudo es una ilusión, ya que la elección de las preguntas y los distractores ya implica un juicio subjetivo sobre qué conocimiento es más valioso.
4. ¿Qué puedo hacer como docente si el sistema educativo de mi país me obliga a poner calificaciones numéricas? Incluso dentro de sistemas restrictivos, hay margen para la acción. Los docentes pueden:
Priorizar las prácticas formativas en el día a día del aula, usando la retroalimentación, el diálogo y la autoevaluación.
Convertir la calificación numérica final en una consecuencia de un proceso formativo rico, en lugar de que sea el objetivo principal.
Combinar diferentes evidencias de aprendizaje (proyectos, trabajos, participación) para componer la calificación, en lugar de basarla en uno o dos exámenes.
Dialogar con los estudiantes y las familias para explicarles el significado de la calificación y cómo se relaciona con el proceso de aprendizaje, yendo más allá del número.
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