En la historia de América Latina, pocas figuras encarnan de manera tan radical la idea de la educación como un acto de liberación como Simón Rodríguez. Más que un simple instructor, fue un filósofo, un visionario y, sobre todo, el maestro que sembró en su alumno más célebre, Simón Bolívar, la semilla de la libertad. Hablar de la Pedagogía de Simón Rodríguez es adentrarse en un proyecto revolucionario que buscaba nada menos que inventar una nueva sociedad a través de una nueva escuela. En una época en la que educar era sinónimo de domesticar y reproducir el orden colonial, Rodríguez proclamó que la verdadera finalidad de la enseñanza era crear ciudadanos para repúblicas libres, pensadores originales y seres humanos productivos.
Este artículo te invita a un viaje por la vida y el pensamiento de este personaje extraordinario, a menudo llamado el “Sócrates de Caracas”. Exploraremos el turbulento contexto histórico que moldeó sus ideas, su biografía errante de exiliado y reformador, y desglosaremos sus conceptos fundamentales como la “educación popular” y las “escuelas-taller”. A través de su obra, entenderemos por qué su famoso dilema, “O inventamos o erramos”, sigue resonando con fuerza en los debates educativos de Hispanoamérica. Su historia es una pieza indispensable en el gran mosaico de los autores de la pedagogía que se atrevieron a soñar con un mundo diferente.
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Contexto Histórico y Antecedentes: Educar en Vísperas de la Independencia
Para comprender la audacia de Simón Rodríguez, es necesario imaginar la América Latina de finales del siglo XVIII. Era un continente bajo el dominio colonial español, estructurado en un rígido sistema de castas donde el origen determinaba el destino. La educación no era un derecho, sino un privilegio reservado para las élites criollas, y su propósito principal era formar súbditos leales a la Corona y a la Iglesia. El conocimiento estaba estrictamente controlado, y el pensamiento crítico era visto con sospecha, como una amenaza al orden establecido.
Sin embargo, al otro lado del Atlántico, vientos de cambio soplaban con fuerza. Las ideas de la Ilustración exaltaban la razón, la ciencia y los derechos del hombre. La Revolución Francesa había demostrado que el orden monárquico no era divino ni eterno. De entre todos los pensadores de la época, uno resonó con especial fuerza en la mente de Rodríguez: Jean-Jacques Rousseau. Su obra Emilio, o De la educación proponía una pedagogía radicalmente nueva, centrada en la naturaleza del niño, el aprendizaje a través de la experiencia y la formación de un ser humano libre y autónomo, no de un autómata social.
Simón Rodríguez no fue un simple imitador de Rousseau. Fue su traductor, su adaptador, su intérprete para la realidad americana. Comprendió que las ideas de libertad, igualdad y educación natural no podían simplemente importarse; debían ser reinventadas para un continente con sus propias heridas, su propia diversidad étnica y su propio destino por forjar. Su proyecto pedagógico nació en esta encrucijada: la colisión entre un sistema colonial opresivo y un torbellino de ideas emancipadoras que prometían un mundo nuevo.

Biografía Detallada de Simón Rodríguez: La Odisea de un Maestro Errante
La vida de Simón Rodríguez fue tan original y poco convencional como sus ideas. Fue una existencia marcada por el exilio, la pobreza y una inquebrantable lealtad a su visión de una América libre y educada.
Un Origen Incierto y una Mente Inquieta (1769-1797)
Simón Narciso de Jesús Carreño Rodríguez nació en Caracas, Venezuela, el 28 de octubre de 1769. Su origen es un misterio; fue registrado como “expósito”, un término usado para los niños abandonados y criados por la iglesia. Esta condición de marginalidad desde el nacimiento marcó su carácter y su profunda empatía por los desposeídos. Autodidacta voraz, devoró los libros de los pensadores de la Ilustración que llegaban clandestinamente a la colonia.
En 1791, el Cabildo de Caracas lo nombró maestro de la “Escuela de Primeras Letras y Latinidad”. Desde su modesto cargo, no tardó en mostrar su genio y su espíritu crítico. En 1794, presentó al ayuntamiento un informe titulado Reflexiones sobre los defectos que vician la escuela de primeras letras en Caracas y medio de lograr su reforma por un nuevo establecimiento. En este documento, ya se perfilaban sus ideas revolucionarias: la necesidad de escuelas más prácticas, con salarios dignos para los maestros y un enfoque menos memorístico. Fue en esta escuela donde tuvo como alumno a un niño rebelde y brillante: Simón Bolívar. La conexión entre ambos fue inmediata y profunda. Rodríguez no fue solo su tutor académico; fue su mentor, su amigo y la figura paterna que moldeó su carácter y sus ideales.
Su carrera en Caracas se truncó abruptamente en 1797. Su participación en la conspiración independentista de Gual y España lo obligó a huir para salvar su vida. Así comenzó un exilio que duraría más de veinticinco años.
El Exilio: Un Viaje por el Mundo y las Ideas (1797-1823)
Al salir de Venezuela, adoptó el seudónimo de Samuel Robinson, en homenaje al protagonista de la novela Robinson Crusoe, un símbolo de autosuficiencia e ingenio. Su viaje lo llevó primero a Jamaica y luego a Estados Unidos. Finalmente, se estableció en Europa, donde vivió en varios países, incluyendo Francia, Italia y Rusia.
En Europa, se sumergió en el torbellino intelectual de la época post-revolucionaria. Trabajó en oficios tan diversos como la docencia de idiomas y la dirección de un laboratorio de química industrial. Este período fue su “universidad del mundo”. No solo estudió a los grandes filósofos, sino que observó de primera mano los sistemas sociales, políticos y educativos europeos. En 1804, se reencontró con Bolívar en París. Juntos, viajaron a Italia, y fue allí, en 1805, donde tuvo lugar el célebre Juramento del Monte Sacro, en el que Bolívar, inspirado por su maestro, juró dedicar su vida a la liberación de América.
El Regreso a América: El Intento de Construir Repúblicas (1823-1854)
Rodríguez regresó a una América ya independiente en 1823, respondiendo al llamado de Bolívar. Sin embargo, encontró un continente en caos, desgarrado por las guerras civiles y las ambiciones de los nuevos caudillos. A pesar de todo, se lanzó con fervor a la tarea de construir sus soñadas “escuelas republicanas”.
En 1825, Bolívar, ya presidente de Bolivia, lo nombró “Director de la Enseñanza Pública, de las Ciencias Físicas, Matemáticas y de Artes y Director General de Minas, Agricultura y Caminos Públicos de la República Boliviana”. En Chuquisaca, fundó su proyecto más ambicioso: una “escuela-taller” modelo. El proyecto, sin embargo, chocó con la resistencia de las élites locales, que veían con horror una escuela donde sus hijos se mezclaban con niños indígenas y aprendían oficios manuales. Acusado de excéntrico y de malgastar fondos, su proyecto fue desmantelado en menos de un año.
Este patrón de entusiasmo inicial seguido de fracaso por la oposición de las clases dirigentes se repitió en sus intentos de reforma en Chile, Ecuador y Perú. Sus ideas eran demasiado radicales para su tiempo. Pasó sus últimos años en la pobreza, pero nunca abandonó su labor de escribir y enseñar. Murió en 1854 en el humilde pueblo de Amotape, en Perú, casi olvidado. Su epitafio podría ser una de sus propias frases: “El que nada debe, nada teme”.
Principales Teorías y Conceptos Desarrollados por Rodríguez
La Pedagogía de Simón Rodríguez es, ante todo, una pedagogía política. Su objetivo no era simplemente instruir, sino transformar la sociedad desde sus cimientos a través de la educación.
“O Inventamos o Erramos”: La Originalidad Americana
Esta es la frase que mejor sintetiza su filosofía. Rodríguez estaba convencido de que las nuevas repúblicas americanas fracasarían si se limitaban a copiar los modelos políticos y educativos de Europa o Estados Unidos. La realidad social de América Latina —con su diversidad étnica, sus profundas desigualdades heredadas de la colonia y su geografía única— exigía soluciones originales. La educación, por lo tanto, no podía ser una simple importación. Debía ser “inventada” para responder a las necesidades y características del pueblo americano.
La Educación Popular para Formar Ciudadanos
Para Rodríguez, el concepto de educación popular era la piedra angular de la república. No se refería a una educación de baja calidad para los pobres, sino a una educación de alta calidad para todo el pueblo, sin distinción de clase, etnia o género. En su obra magna, Sociedades Americanas en 1828, argumenta que una república no puede funcionar con una población ignorante, ya que sería presa fácil de los tiranos. La escuela popular tenía un objetivo claro: formar “republicanos”, es decir, ciudadanos conscientes de sus derechos y deberes, con pensamiento crítico y capaces de participar activamente en la vida democrática. La formación ciudadana era, para él, la principal función de la escuela.
La Escuela Productiva: Unir Saber y Trabajo
Esta fue su propuesta más innovadora y controvertida. Rodríguez abogaba por escuelas que fueran también centros de producción. Su modelo de “escuela-taller” proponía que los estudiantes dedicaran parte del día a las letras y las ciencias, y la otra parte a aprender y practicar un oficio (carpintería, herrería, agricultura, etc.). Los objetivos eran múltiples:
Dignificar el trabajo manual: En la sociedad colonial, el trabajo físico era despreciado y asociado a las castas inferiores. Rodríguez quería romper con este prejuicio y enseñar que todo trabajo útil es honorable.
Fomentar la autosuficiencia: Quería que las escuelas se autofinanciaran en parte con la venta de los productos que elaboraban, reduciendo su dependencia del Estado.
Formar individuos económicamente independientes: Un ciudadano libre, argumentaba, debe ser capaz de ganarse la vida por sí mismo. La escuela debía proporcionar las herramientas para esa independencia económica.
Este modelo integrador de mente y manos, de teoría y práctica, estaba décadas, si no siglos, por delante de su tiempo.

Aportes Específicos a la Pedagogía y la Educación
Las ideas de Rodríguez, aunque pocas veces implementadas con éxito en su vida, representan aportes fundamentales al pensamiento pedagógico.
La Educación como Proyecto Social y Político: Rodríguez fue uno de los primeros en América Latina en concebir la educación no como un fin en sí misma, sino como la principal herramienta para un proyecto de transformación social. Su pedagogía es inseparable de su ideal de una sociedad justa y democrática.
Énfasis en el Pensamiento Crítico y la Originalidad: Frente a una educación colonial basada en la memorización de dogmas, Rodríguez abogaba por una enseñanza que fomentara el cuestionamiento, la duda y la búsqueda de soluciones propias. Su insistencia en “inventar” era un llamado a la emancipación intelectual del continente.
Una Visión Radicalmente Inclusiva: En una época profundamente estratificada, su propuesta de una escuela única para todos, que integrara a niños de todas las clases sociales y etnias, y que incluyera a las niñas, era revolucionaria. Su visión sentó las bases para el ideal de la educación inclusiva en la región.
Influencia en la Educación Moderna y Ejemplos Prácticos
Aunque Simón Rodríguez fue una figura marginal durante gran parte del siglo XIX y XX, su pensamiento fue redescubierto y revalorizado en las últimas décadas. Hoy se le considera un precursor de muchas de las corrientes pedagógicas más progresistas.
Es visto como el padre de la educación popular en América Latina, una tradición que sería continuada y ampliada un siglo después por gigantes como Paulo Freire. La idea de una educación que empodera a los oprimidos y los convierte en sujetos de su propia historia es central en ambos pensadores.
La visión de la “escuela-taller” de Rodríguez resuena en las modernas escuelas técnicas y vocacionales, así como en los modelos de “aprender haciendo” (learning by doing) que integran la formación académica con la experiencia práctica. En Hispanoamérica, su influencia se puede ver en:
Movimientos de Educación Popular: Organizaciones en países como Brasil, Bolivia y Argentina que trabajan en comunidades marginadas utilizando la educación como herramienta para la organización comunitaria y la conciencia social.
Escuelas Agrotécnicas: Instituciones, especialmente en zonas rurales, que combinan el currículo regular con la formación práctica en agricultura y ganadería, haciendo realidad el ideal de la escuela productiva.
Reformas Educativas con Foco Social: Los discursos de muchas reformas educativas recientes en la región, que enfatizan la necesidad de una educación relevante, inclusiva y orientada a la formación de una ciudadanía crítica, son herederos directos del pensamiento de Simón Rodríguez.
Críticas y Controversias a su Enfoque
El fracaso de los proyectos prácticos de Simón Rodríguez ha llevado a algunos a considerarlo un utópico brillante pero poco realista.
Excentricidad y Falta de Tacto Político: Rodríguez era un hombre de carácter difícil, intransigente y a menudo sarcástico. Su negativa a hacer concesiones a las élites locales y su desdén por las convenciones sociales le granjearon muchos enemigos y dificultaron la viabilidad de sus proyectos.
Inviabilidad en Contextos Inestables: Sus propuestas requerían un fuerte apoyo estatal y una estabilidad política que las nacientes y caóticas repúblicas del siglo XIX simplemente no podían ofrecer. Sus ideas chocaron de frente con la realidad de las guerras civiles, la falta de fondos y la arraigada mentalidad colonial.
¿Un Modelo para el Siglo XIX o para Hoy?: Algunos argumentan que su modelo de “escuela-taller”, centrado en oficios manuales, puede parecer anticuado en la era digital. Sin embargo, sus defensores sostienen que el principio subyacente —unir el saber con el hacer— es más relevante que nunca, ya sea en un taller de carpintería o en un laboratorio de programación.
Legado y Relevancia Actual en Pedagogía
El legado de Simón Rodríguez es el de una semilla que tardó casi dos siglos en germinar. Hoy, ya no se le ve como el “loco” de la corte de Bolívar, sino como el pensador más original y visionario de la educación latinoamericana. Su obra es una fuente de inspiración para todos los que creen en una pedagogía emancipadora.
Su relevancia actual es enorme. En un continente que todavía lucha contra la desigualdad y busca consolidar sus democracias, el llamado de Rodríguez a una educación popular que forme ciudadanos críticos y autónomos sigue siendo un imperativo. Su insistencia en la necesidad de “inventar” soluciones propias, en lugar de importar modelos foráneos, es un poderoso recordatorio para los diseñadores de políticas educativas en Hispanoamérica. Nos desafía a mirar nuestra propia realidad y a crear las escuelas que nuestros pueblos necesitan, no las que otros nos dicen que debemos tener.
La vida de Simón Rodríguez fue una odisea marcada por la incomprensión y el fracaso aparente. Sin embargo, su pensamiento ha demostrado tener una resistencia y una vitalidad extraordinarias. La Pedagogía de Simón Rodríguez es una terca utopía que se niega a morir: la convicción de que es posible construir sociedades más justas si empezamos por construir escuelas más libres.
Su legado no está en los edificios que no perduraron, sino en las preguntas que nos obligó a hacernos: ¿Para qué educamos? ¿Para reproducir el orden existente o para transformarlo? ¿Para crear súbditos obedientes o ciudadanos creativos? Estas preguntas, formuladas en los albores de nuestras repúblicas, siguen siendo las más urgentes para la educación de hoy. Si deseas explorar las vidas de otros pensadores que, como Rodríguez, se atrevieron a imaginar un futuro diferente, te invitamos a navegar por nuestra sección sobre autores de la pedagogía.
Recursos para el Docente: El Espíritu de Rodríguez en el Aula
Debate “Inventamos o Erramos”: Plantea un problema de la escuela o la comunidad (ej. el reciclaje, el ruido en los pasillos). Divide a la clase en dos grupos: uno debe buscar soluciones “copiadas” de otras escuelas o lugares, y el otro debe “inventar” soluciones completamente nuevas y originales, pensadas para su realidad específica.
Proyecto “Mi Escuela Productiva”: Pide a los estudiantes que, en grupos, diseñen un pequeño proyecto productivo para el aula o la escuela. ¿Qué podrían crear y vender para recaudar fondos para una causa común? El proyecto debe incluir un plan de trabajo, un presupuesto y la producción real del bien o servicio.
Análisis de “Sociedades Americanas”: Selecciona fragmentos breves y sarcásticos de la obra de Rodríguez y úsalos como disparadores para debatir sobre la sociedad actual. ¿Qué críticas de Rodríguez siguen vigentes hoy? ¿Qué habría pensado él de nuestra escuela?
Glosario de la Pedagogía de Rodríguez
Educación Popular: Para Rodríguez, una educación universal y de calidad para todos los habitantes de una nación, sin distinción de clase, etnia o género, con el fin de formar ciudadanos para una república.
Pedagogía Emancipadora: Un enfoque educativo cuyo objetivo principal es la liberación de los individuos y las comunidades de las estructuras de opresión, fomentando el pensamiento crítico y la acción transformadora.
Escuela-Taller (Escuela Productiva): El modelo de escuela ideado por Rodríguez que combina la instrucción académica con el aprendizaje y la práctica de un oficio manual, buscando la autosuficiencia y la dignificación del trabajo.
“O Inventamos o Erramos”: La máxima más famosa de Simón Rodríguez, que expresa su convicción de que las naciones americanas debían crear sus propias instituciones y soluciones originales en lugar de copiar modelos europeos o estadounidenses.
Niño Expósito: Término antiguo para referirse a un niño abandonado, de padres desconocidos, que era dejado en un hospicio o iglesia.
Preguntas Frecuentes (FAQ)
1. ¿Por qué Simón Rodríguez es menos conocido que otros pedagogos? Durante mucho tiempo, su figura fue eclipsada por la de su alumno, Simón Bolívar. Además, sus fracasos prácticos y su estilo de escritura, a menudo denso y aforístico, lo hicieron menos accesible que otros pensadores. Su revalorización es un fenómeno relativamente reciente, impulsado por historiadores y pedagogos latinoamericanos.
2. ¿Cuál era la relación real entre Rodríguez y Bolívar? Fue una relación profunda y compleja. Rodríguez fue la figura formativa más importante en la juventud de Bolívar, moldeando su pensamiento político y sus ideales. Bolívar siempre se refirió a él con inmenso respeto como “mi maestro”. Sin embargo, en la etapa adulta, tuvieron diferencias. Bolívar, como jefe de estado, a menudo tuvo que ser más pragmático, mientras que Rodríguez se mantuvo siempre como un idealista radical, lo que generó tensiones entre ellos.
3. ¿Simón Rodríguez era socialista? El término “socialista” como lo conocemos hoy no existía de la misma manera en su época. Sin embargo, sus ideas son claramente protosocialistas o socialistas utópicas. Su énfasis en la propiedad común (en sus escuelas), la igualdad radical, la crítica a la propiedad privada y la creación de una sociedad sin clases lo alinean con el pensamiento socialista temprano.
4. ¿Qué significa que su pedagogía era “emancipadora”? Significa que el objetivo final no era la simple acumulación de conocimientos, sino la liberación (emancipación) de la mente de las personas. Buscaba liberar a los americanos de la mentalidad colonial de sumisión, de la ignorancia y de la dependencia económica, para que pudieran convertirse en dueños de su propio destino.
5. ¿Dónde puedo leer las obras originales de Simón Rodríguez? Su obra más importante es Sociedades Americanas en 1828, que a menudo se edita junto con otros de sus escritos. Varias editoriales universitarias y gubernamentales en Venezuela, Colombia y otros países andinos han publicado sus obras completas o selecciones de sus textos.
Bibliografía
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Rumazo González, A. (2005). Simón Rodríguez, maestro de América. Presidencia de la República Bolivariana de Venezuela.
Prieto Figueroa, L. B. (1976). El magisterio americano de Bolívar. Ediciones del Congreso de la República.
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Salcedo-Bastardo, J. L. (2004). El primer exilio de Simón Rodríguez. Universidad Católica Andrés Bello.