En el corazón de toda práctica educativa late un proceso tan fundamental como, a menudo, controversial: la evaluación. Su alcance es tan vasto que no solo mide el aprendizaje del estudiante, sino que también determina el acceso a la propia carrera, como lo demuestran los exigentes sistemas de oposiciones docentes en España. Lejos de ser un mero acto administrativo para asignar una calificación, la evaluación escolar en Colombia representa el termómetro que mide la calidad del aprendizaje, la pertinencia de la enseñanza y la salud misma del sistema educativo. Hoy, en un mundo post-pandemia que aceleró transformaciones digitales y evidenció profundas desigualdades, reflexionar sobre cómo evaluamos es más urgente que nunca.
El sistema educativo colombiano, diverso y complejo, enfrenta el desafío constante de ofrecer una educación de calidad que responda a las realidades de cada territorio. En este escenario, la evaluación se convierte en una herramienta poderosa. Puede ser un puente hacia el aprendizaje significativo o un muro que genera exclusión y ansiedad. Su correcta implementación define en gran medida la capacidad de la escuela para cumplir con sus funciones de la educación y para construir una sociedad más justa.
El objetivo de este artículo es ofrecer un recorrido analítico y práctico por el panorama actual de la evaluación en el país. Analizaremos el marco normativo que la sustenta, exploraremos los principios pedagógicos que la inspiran y abordaremos los retos que los docentes enfrentan a diario. Más importante aún, propondremos estrategias y herramientas concretas para que puedas transformar tus prácticas evaluativas en una oportunidad real de crecimiento para cada uno de tus estudiantes, fomentando una cultura de la evaluación que sea, ante todo, humana y pedagógica.
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Marco legal de la evaluación escolar en Colombia
Para entender las prácticas evaluativas actuales, es indispensable conocer el andamiaje normativo que las regula. El pilar fundamental es el Decreto 1290 de 2009, una norma que marcó un antes y un después al reglamentar la evaluación del aprendizaje y la promoción de los estudiantes en los niveles de educación básica y media.
Principales normas vigentes: Decreto 1290 y su espíritu
El Decreto 1290 supuso un cambio de paradigma frente a normativas anteriores, como el Decreto 230 de 2002 que establecía un tope de reprobación del 5%. El 1290 eliminó esta restricción y otorgó una mayor autonomía a las instituciones educativas. Su propósito no era flexibilizar la exigencia, sino poner el foco en el proceso de aprendizaje del estudiante.
Los elementos centrales que introduce son:
- Los derechos del estudiante: El decreto establece que el estudiante tiene derecho a ser evaluado de manera integral en todas las áreas y a conocer los criterios de evaluación.
- Las responsabilidades de la institución: Cada colegio debe definir su propio Sistema Institucional de Evaluación de Estudiantes (SIEE), que debe ser coherente con su Proyecto Educativo Institucional (PEI) y su currículum escolar.
- La promoción escolar: Define los criterios para que un estudiante sea promovido al siguiente grado, los cuales deben estar claramente estipulados en el SIEE.
Autonomía institucional para definir criterios
Quizás el aspecto más revolucionario del Decreto 1290 es la autonomía que confiere a cada establecimiento educativo. Esto significa que cada escuela, en el marco de su comunidad, tiene la potestad y la responsabilidad de construir su propio SIEE. Este sistema debe definir, entre otras cosas:
- Los criterios de evaluación y promoción.
- La escala de valoración (por ejemplo, Desempeño Superior, Alto, Básico y Bajo) y su equivalencia con una escala numérica si la institución así lo decide.
- Las estrategias de valoración integral de los desempeños de los estudiantes.
- Las acciones de seguimiento para el mejoramiento de los desempeños.
Mientras que el sistema de evaluación en Colombia se rige por esta autonomía institucional, es enriquecedor observar otros modelos educativos en el mundo para obtener una perspectiva más amplia. Al analizar las diferencias entre sistemas educativos, como el enfoque comunitario de la Nueva Escuela Mexicana, podemos identificar tendencias globales y debates que enriquecen nuestra propia práctica.
Tensiones entre lo normativo y lo práctico
A más de una década de su implementación, la aplicación del Decreto 1290 no está exenta de tensiones. La autonomía, si bien es un principio pedagógico deseable, en la práctica ha generado una gran heterogeneidad en los criterios de evaluación a nivel nacional. Además, muchos docentes sienten la presión de cumplir con un sistema que en el papel es procesual y formativo, pero que en la realidad sigue atado a la necesidad de una calificación numérica final. El reto es cerrar la brecha entre el “deber ser” de la norma y lo que realmente ocurre en el aula, un desafío que requiere competencias docentes específicas y apoyo institucional.

Principios pedagógicos que orientan la evaluación en Colombia
Más allá de la letra de la ley, el espíritu de la normativa colombiana se alinea con las corrientes pedagógicas contemporáneas que ven la evaluación como una parte intrínseca del aprendizaje. Estos principios son la brújula que debe guiar el diseño del SIEE y las prácticas diarias en el aula.
Evaluación integral, continua, formativa y cualitativa
La evaluación en Colombia debe ser:
- Integral: Debe valorar todas las dimensiones del desarrollo del estudiante: cognitiva (saber), procedimental (saber hacer) y actitudinal (saber ser y convivir). No se evalúa solo el conocimiento memorizado, sino también las habilidades, actitudes y valores.
- Continua: La evaluación no es un evento aislado al final de un período. Es un proceso permanente que ocurre antes, durante y al final del proceso de enseñanza-aprendizaje, permitiendo hacer ajustes sobre la marcha.
- Formativa: Su principal función es mejorar el proceso. La evaluación formativa busca identificar las fortalezas y dificultades del estudiante para ofrecerle una retroalimentación efectiva que le permita avanzar. El papel del error en el aprendizaje aquí es fundamental; no se sanciona, se utiliza como fuente de información.
- Cualitativa: Aunque se puedan usar escalas numéricas, el énfasis está en la descripción de los logros y desafíos del estudiante. Se busca responder al “cómo” y “por qué” de su desempeño, no solo al “cuánto”.
Relación con el enfoque por competencias
Estos principios están directamente ligados a la educación por competencias, un enfoque central en las políticas educativas del país. Evaluar por competencias implica diseñar situaciones y problemas del mundo real donde los estudiantes deban movilizar sus saberes (conceptuales, procedimentales y actitudinales) para resolverlos. Por lo tanto, la evaluación por competencias requiere instrumentos de evaluación que vayan más allá del examen tradicional, como el trabajo en proyectos interdisciplinarios o el análisis de casos.
El rol del estudiante como sujeto activo
En este modelo, el estudiante deja de ser un receptor pasivo de una calificación. Se convierte en protagonista de su proceso de aprendizaje. Prácticas como la autoevaluación y la coevaluación son esenciales, pues enseñan al estudiante a reflexionar sobre su propio aprendizaje, a identificar sus fortalezas y a establecer metas de mejora. Esto fomenta la autonomía y la metacognición, habilidades clave para aprender a lo largo de la vida.
Retos actuales del sistema de evaluación
A pesar de contar con un marco normativo y pedagógico robusto, la implementación de un sistema de evaluación verdaderamente formativo enfrenta numerosos obstáculos en el día a día de las aulas colombianas. Conocer estos retos es el primer paso para superarlos.
Prácticas tradicionales vs. enfoques innovadores
Uno de los principales retos de la evaluación escolar es la inercia de las prácticas tradicionales. Muchos docentes, formados en un modelo donde la evaluación era sinónimo de examen y calificación, encuentran difícil transitar hacia enfoques más procesuales. La cultura del “examen final” como verdad absoluta sobre el aprendizaje sigue muy arraigada tanto en docentes como en familias y estudiantes. Implementar metodologías activas como el aprendizaje basado en proyectos (ABP) requiere también una transformación en la forma de evaluar, un cambio que no siempre es sencillo.
Presión por calificar más que por formar
El sistema administrativo de muchas instituciones (boletines, plataformas de notas) a menudo exige una simplificación cuantitativa del complejo proceso de aprendizaje. Los docentes se ven presionados a “llenar casillas” con números, lo que puede desviar el foco de la función principal de la evaluación: retroalimentar para mejorar. Esta presión por la calificación puede eclipsar la riqueza de la información cualitativa que se recoge a través de la observación, el diálogo y el análisis de los trabajos de los estudiantes.
Dificultades en el uso de rúbricas y criterios claros
Herramientas como las rúbricas son ideales para la evaluación por competencias, ya que hacen explícitos los criterios y los niveles de desempeño. Sin embargo, su diseño e implementación requieren tiempo y formación. Muchos docentes luchan por crear rúbricas que sean claras, justas y verdaderamente útiles para guiar el aprendizaje del estudiante. A veces, por la premura, se terminan usando listas de cotejo simplistas que no capturan la complejidad del desempeño. Identificar los errores comunes al evaluar es clave para evitarlos.
Desigualdades socioeducativas y brechas digitales
La pandemia de COVID-19 exacerbó las desigualdades existentes. La evaluación a distancia puso de manifiesto la brecha digital: no todos los estudiantes tienen acceso a dispositivos o conectividad de calidad. Evaluar a un estudiante en estas condiciones requiere flexibilidad y la capacidad de adaptar contenidos y métodos. Hoy, el reto persiste en modelos híbridos y presenciales. No se puede evaluar con los mismos criterios a un estudiante que cuenta con todo el apoyo en casa y acceso a recursos, que a otro que enfrenta múltiples barreras para el aprendizaje, buscando siempre la equidad educativa.

Tipos de evaluación aplicados en Colombia
Para que la evaluación sea un proceso integral y continuo, es fundamental combinar diferentes tipos de evaluación según su finalidad y el momento en que se aplican. El sistema colombiano promueve el uso articulado de las siguientes modalidades, las cuales no son excluyentes, sino complementarias dentro de una secuencia didáctica.
Diagnóstica, formativa y sumativa: características y ejemplos
Evaluación diagnóstica: Se realiza al inicio de un proceso (año escolar, unidad temática, proyecto). Su objetivo es identificar los saberes previos de los estudiantes, sus fortalezas, debilidades y estilos de aprendizaje. Es fundamental para una buena planificación didáctica y no lleva calificación.
- Ejemplo: Antes de iniciar una unidad sobre ecosistemas, el docente puede proponer una lluvia de ideas, un mapa conceptual inicial o un breve cuestionario para saber qué conocen los estudiantes del tema.
Evaluación formativa: Como ya mencionamos, ocurre durante todo el proceso. Su fin es monitorear el aprendizaje y ofrecer retroalimentación efectiva constante. Es el corazón de la evaluación para el aprendizaje. La evaluación formativa en Colombia es un pilar del Decreto 1290.
- Ejemplo: El docente observa el trabajo en grupo, revisa borradores de un ensayo, hace preguntas durante una exposición o utiliza tickets de salida al final de la clase para verificar la comprensión y ajustar la siguiente lección.
Evaluación sumativa: Se aplica al final de un proceso de enseñanza-aprendizaje (período, semestre, proyecto). Su propósito es certificar el nivel de logro alcanzado por el estudiante. Es la que tradicionalmente se asocia con la calificación final.
- Ejemplo: Un examen bimestral, la entrega final de un proyecto de investigación, la presentación de un portafolio completo o las pruebas estandarizadas nacionales como las Pruebas Saber. La evaluación sumativa es necesaria para el sistema administrativo, pero su valor aumenta si se nutre de la información recogida en la evaluación formativa.
Evaluación cualitativa vs. cuantitativa
Esta no es una dicotomía, sino un espectro. La evaluación en Colombia busca un equilibrio entre ambos enfoques.
- Evaluación cuantitativa: Se expresa en números (escalas de 1 a 5, de 1 a 10, porcentajes). Es útil para promediar, comparar y registrar de manera rápida. Sin embargo, un número por sí solo no dice nada sobre el proceso del estudiante.
- Evaluación cualitativa: Se expresa en palabras, descripciones y juicios de valor. Se enfoca en la calidad del proceso y del resultado. Describe qué sabe hacer el estudiante, cómo lo hace y en qué puede mejorar. El sistema de desempeños (Superior, Alto, Básico, Bajo) es un intento de formalizar esta mirada cualitativa.
El ideal es que la calificación cuantitativa sea siempre el resultado de una profunda valoración cualitativa, y no al revés.
Autoevaluación, coevaluación y heteroevaluación
Para que el estudiante sea un sujeto activo, la evaluación no puede ser una vía de un solo sentido.
- Heteroevaluación: Es la más tradicional. El docente (agente externo) evalúa el desempeño del estudiante.
- Autoevaluación: El estudiante reflexiona sobre su propio proceso y resultados, utilizando criterios claros (por ejemplo, una rúbrica). Fomenta la responsabilidad y la metacognición, enseñándole a identificar sus propias fortalezas y áreas de mejora.
- Coevaluación: Los estudiantes se evalúan entre pares, basándose en criterios previamente acordados. Ayuda a desarrollar el pensamiento crítico, la capacidad de dar y recibir retroalimentación constructiva y el sentido de responsabilidad compartida, especialmente al evaluar trabajos en grupo.
Combinar estos tres tipos de evaluación (donde la autoevaluación y coevaluación tienen un rol protagónico) de manera sistemática crea un ecosistema evaluativo mucho más rico, democrático y formativo, donde la responsabilidad del aprendizaje se comparte.
Herramientas prácticas para docentes
Pasar de la teoría a la práctica requiere un buen repertorio de herramientas de evaluación para docentes. Estos instrumentos permiten recoger evidencia del aprendizaje de forma variada y coherente con un enfoque por competencias. A continuación, exploramos algunos de los más recomendados, con ejemplos para primaria y secundaria.
Instrumentos recomendados: listas de cotejo, rúbricas, portafolios, diarios de clase
- Listas de cotejo: Son instrumentos sencillos que consisten en una lista de criterios o aspectos a observar, donde el docente simplemente marca su presencia o ausencia (Sí/No, Logrado/No logrado). Son útiles para evaluar procedimientos, hábitos o la realización de tareas específicas.
- Ejemplo en Primaria: Para evaluar la exposición oral de un cuento, la lista podría incluir: “Mantiene contacto visual”, “Usa un tono de voz adecuado”, “Presenta un inicio, nudo y desenlace”.
- Ejemplo en Secundaria: Al revisar un experimento de laboratorio, la lista podría verificar: “Sigue las normas de seguridad”, “Utiliza correctamente los materiales”, “Registra los datos de forma ordenada”.
- Rúbricas: Son matrices de valoración mucho más sofisticadas. Definen los criterios de evaluación y describen los diferentes niveles de calidad o desempeño para cada criterio (por ejemplo, desde “sobresaliente” hasta “en proceso”). Son la herramienta por excelencia para la evaluación por competencias, ya que ofrecen una retroalimentación muy específica tanto para el docente como para el estudiante.
- Ejemplo en Primaria: Una rúbrica para escribir cuentos podría tener criterios como “Originalidad”, “Coherencia de la trama” y “Uso de vocabulario”, con descripciones para cada nivel de desempeño.
- Ejemplo en Secundaria: Para un debate sobre un tema de ciencias sociales, la rúbrica podría evaluar “Argumentación”, “Uso de evidencia” y “Respeto por la opinión ajena”.
- Portafolios y proyectos: El portafolio es una colección intencionada de trabajos del estudiante que muestra su esfuerzo, progreso y logros a lo largo del tiempo. Permite una evaluación auténtica y procesual.
- Ejemplo en Primaria: Un portafolio de lectoescritura podría incluir los primeros garabatos, dibujos con intención comunicativa, las primeras palabras escritas y, finalmente, textos cortos. Refleja todo el camino del aprendizaje.
- Ejemplo en Secundaria: Un portafolio de arte podría contener bocetos, pruebas de color, reflexiones sobre artistas estudiados y la obra final, documentando el proceso creativo. La evaluación mediante portafolios y proyectos es ideal para valorar competencias complejas.
- Diarios de clase o bitácoras de aprendizaje: Son cuadernos donde los estudiantes registran de forma periódica sus reflexiones, dudas, descubrimientos y dificultades sobre lo que están aprendiendo. Son una ventana directa a su proceso metacognitivo.
- Ejemplo en Primaria: “El diario del pequeño científico”, donde después de cada experimento anotan qué hicieron, qué pasó y qué aprendieron.
- Ejemplo en Secundaria: Una bitácora de lectura donde los estudiantes no solo resumen, sino que conectan el libro con sus vidas, plantean preguntas al autor o analizan tópicos literarios.
Uso de tecnologías para la retroalimentación
La tecnología ofrece herramientas valiosas para agilizar y enriquecer la evaluación. Plataformas como Google Classroom, Edmodo o Moodle permiten entregar retroalimentación escrita o en audio de forma individualizada. Aplicaciones como Kahoot o Mentimeter son excelentes para la evaluación formativa instantánea, mientras que herramientas como Flipgrid permiten evaluaciones orales en formato de video corto, fomentando la ciudadanía digital. La integración de herramientas TIC bien planificada puede hacer el proceso más dinámico y eficiente.
La retroalimentación como parte esencial del proceso
Si la evaluación formativa es el corazón del sistema, la retroalimentación es la sangre que le da vida. Una evaluación sin retroalimentación es un acto incompleto que se queda en la simple calificación. El verdadero aprendizaje ocurre cuando el estudiante entiende sus errores y aciertos y sabe qué hacer para mejorar.
¿Qué es una buena retroalimentación?
Una retroalimentación efectiva no es simplemente decir “muy bien” o “debes mejorar”. Para que sea realmente útil, debe ser:
- Específica: Debe centrarse en la tarea y en los criterios de evaluación, no en la persona. En lugar de “tu texto es confuso”, es mejor decir “la idea principal del segundo párrafo no se entiende bien porque faltan conectores”.
- Oportuna: Debe darse lo más cerca posible del momento en que se realizó la tarea, para que el estudiante aún tenga el proceso fresco en su mente.
- Proyectiva: No solo debe señalar lo que estuvo mal, sino también ofrecer sugerencias claras y concretas sobre cómo mejorar en el futuro. Debe abrir caminos, no cerrar puertas.
- Comprensible: Debe usar un lenguaje claro y accesible para el estudiante, evitando la jerga pedagógica.
Técnicas efectivas: semáforos, comentarios escritos, tutoría entre pares
Existen múltiples técnicas para dar retroalimentación de manera ágil y constructiva:
- Técnica del semáforo: El estudiante usa los colores del semáforo para autoevaluar su comprensión sobre un tema: Verde (lo entendí todo y puedo explicarlo), Amarillo (lo entendí, pero tengo algunas dudas), Rojo (necesito ayuda, no lo entendí bien). Es una forma rápida de evaluación formativa.
- Dos estrellas y un deseo: Al revisar un trabajo, el docente o un compañero señala dos aspectos positivos (estrellas) y un aspecto a mejorar (deseo). Esta técnica equilibra el reconocimiento y la crítica constructiva.
- Comentarios escritos focalizados: En lugar de corregir todo, el docente puede acordar con el estudiante centrarse en un solo aspecto por vez (por ejemplo, la ortografía en un texto, la argumentación en otro), para no abrumar y permitir un progreso enfocado.
- Tutoría entre pares: Organizar a los estudiantes para que se den retroalimentación mutua (coevaluación) no solo aligera la carga del docente, sino que, al explicar a otro, el “tutor” refuerza su propio aprendizaje.
Promover la reflexión y la autorregulación del aprendizaje
El objetivo final de la retroalimentación es que el estudiante se vuelva cada vez menos dependiente de ella. Se busca desarrollar su capacidad de autorregulación; es decir, que sea capaz de monitorear su propio aprendizaje, identificar sus errores y aplicar estrategias para corregirlos. Herramientas como las ruedas de metacognición son excelentes para guiar esta reflexión, preguntando: ¿Qué aprendí? ¿Cómo lo aprendí? ¿Qué dificultades tuve? ¿Cómo las superé?
El rol de la familia y los estudiantes en el proceso evaluativo
La evaluación no es un asunto exclusivo del docente. Para que se convierta en una verdadera cultura institucional, es fundamental involucrar activamente a los otros dos vértices del triángulo educativo: los estudiantes y sus familias. Una comunicación fluida y una comprensión compartida del proceso son claves para el éxito.
Cómo incluirlos activamente en la comprensión del proceso
A menudo, la única comunicación sobre evaluación que reciben las familias es el boletín de calificaciones al final del período. Esto es insuficiente. Es crucial generar espacios para:
- Socializar el SIEE: Al inicio del año escolar, en las reuniones de padres, se debe explicar de forma clara y sencilla en qué consiste el Sistema Institucional de Evaluación de Estudiantes. ¿Qué significan los desempeños? ¿Cuáles son los criterios de promoción? ¿Cómo se va a evaluar en cada asignatura? Esto ayuda a alinear expectativas y a evitar malentendidos.
- Hacer pedagogía sobre la evaluación formativa: Explicar a las familias que el error es una oportunidad de aprendizaje y que una calificación baja en un trabajo no es una tragedia, sino información valiosa para mejorar. Fomentar una mentalidad de crecimiento es una tarea compartida entre la escuela y el hogar. La participación familiar es un pilar del éxito estudiantil.
Construcción colectiva de criterios
Involucrar a los estudiantes en la construcción de los criterios de evaluación de una tarea o proyecto es una estrategia muy poderosa. Cuando ellos participan en la creación de una rúbrica, por ejemplo, no solo se apropian de los objetivos de aprendizaje, sino que comprenden a fondo qué se espera de ellos. Este ejercicio de transparencia democratiza la evaluación y aumenta la motivación y el compromiso de los estudiantes con su propio trabajo.
Comunicación efectiva de avances y desafíos
Más allá del boletín, es importante mantener canales de comunicación abiertos. Un correo electrónico, un mensaje en la agenda escolar o una breve nota destacando un avance significativo o una dificultad persistente de un estudiante puede ser mucho más efectivo que una calificación aislada. Utilizar los portafolios como herramienta de comunicación en las reuniones con padres es una excelente manera de mostrar el proceso y el progreso real del estudiante, haciendo la conversación más rica y centrada en el aprendizaje.
Evaluación y promoción escolar
Uno de los aspectos más sensibles y determinantes de la evaluación escolar en Colombia es su vínculo directo con la promoción, es decir, la decisión de si un estudiante avanza o no al siguiente grado. El Decreto 1290 establece que esta decisión debe basarse en criterios claros definidos en el SIEE de cada institución.
Criterios de promoción y permanencia
Cada colegio define sus propios criterios, pero generalmente giran en torno a:
- El logro de los objetivos de aprendizaje: El estudiante debe haber alcanzado un desempeño como mínimo Básico en la mayoría de las áreas.
- La asistencia: Se suele establecer un porcentaje mínimo de asistencia a clases.
La no promoción (reprobación) de un estudiante no debe ser una decisión tomada a la ligera al final del año. Debe ser el resultado de un proceso de seguimiento continuo donde se han implementado estrategias de apoyo y mejoramiento (planes de refuerzo, tutorías) y se ha comunicado oportunamente la situación al estudiante y a su familia.
Revisión de casos especiales: estudiantes con discapacidad, extraedad, etc.
La evaluación debe ser justa e inclusiva. Esto implica reconocer que no todos los estudiantes aprenden de la misma manera ni al mismo ritmo. Para estudiantes con trastornos del aprendizaje, discapacidad o talentos excepcionales, el sistema debe ser flexible. Aquí entran en juego las adaptaciones curriculares y el Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA). La evaluación para estos estudiantes debe centrarse en su propio progreso y en el desarrollo de sus potencialidades, ajustando los criterios y los instrumentos para que puedan demostrar lo que saben y son capaces de hacer. La meta es garantizar una verdadera educación inclusiva y no que la evaluación se convierta en una barrera.
Equilibrio entre exigencia y acompañamiento
El gran reto en la promoción escolar es encontrar el equilibrio adecuado entre la exigencia académica y el acompañamiento pedagógico. Un sistema excesivamente laxo puede llevar a la “promoción automática” sin los aprendizajes necesarios. Un sistema excesivamente rígido puede generar altas tasas de deserción y frustración. La clave está en un sistema que sea exigente en sus metas, pero generoso en sus apoyos, que crea en la capacidad de todos los estudiantes para aprender y que asuma la responsabilidad institucional de ayudarlos a lograrlo.
Hemos recorrido el marco normativo, los principios pedagógicos, los desafíos y las herramientas de la evaluación escolar en Colombia. La conclusión es clara: la evaluación es mucho más que una técnica; es una postura ética y pedagógica frente al aprendizaje y frente a quienes aprenden.
El reto para ti, como docente, es inmenso pero apasionante. Se trata de liderar una transformación en tu aula para pasar de una cultura de la calificación a una cultura de la retroalimentación. Esto implica ver cada evaluación no como un juicio final, sino como un diálogo continuo que busca potenciar el aprendizaje. Es un cambio que exige repensar el rol del docente hoy, convirtiéndote en un guía que acompaña, que pregunta más de lo que responde y que valora tanto el proceso como el resultado.
Evaluar no es solo verificar lo que el estudiante sabe, sino comprender cómo aprende, cómo piensa, cómo siente y cómo se relaciona con el conocimiento y con los demás. Se trata de construir una escuela que no tema al error, sino que lo abrace como parte del camino; una escuela que confíe profundamente en el potencial de cada uno de sus estudiantes y que utilice la evaluación como la herramienta más poderosa para ayudarlos a desplegarlo. Al final del día, una evaluación más humana y pedagógica es el cimiento para una educación más justa, equitativa y verdaderamente transformadora.
Glosario de Términos Clave
Adaptaciones Curriculares: Modificaciones o ajustes que se realizan en los objetivos, contenidos, metodología y criterios de evaluación del currículo para responder a las necesidades educativas específicas de un estudiante. Su fin es garantizar la participación y el aprendizaje en condiciones de equidad.
Autoevaluación: Proceso mediante el cual el estudiante valora su propio aprendizaje, identifica sus fortalezas, debilidades y establece metas de mejora. Es una estrategia fundamental para desarrollar la autonomía y la metacognición.
Coevaluación: Proceso de valoración realizado entre pares. Los estudiantes se evalúan mutuamente con base en criterios previamente establecidos, fomentando la retroalimentación constructiva y la responsabilidad compartida.
Competencia (en educación): Capacidad de una persona para utilizar de manera integrada sus conocimientos (saber), habilidades (saber hacer) y actitudes (saber ser y convivir) para resolver problemas y actuar de manera eficaz en situaciones diversas y complejas de la vida real.
Criterios de Promoción: Conjunto de condiciones y requisitos definidos en el SIEE de cada institución que un estudiante debe cumplir para ser promovido al siguiente grado escolar.
Decreto 1290 (de 2009): Norma fundamental que reglamenta la evaluación del aprendizaje y la promoción de los estudiantes en los niveles de educación básica y media en Colombia. Otorga autonomía a las instituciones educativas para definir su propio sistema de evaluación (SIEE).
Desempeños (Escala de): Escala de valoración cualitativa comúnmente utilizada en Colombia para describir el nivel de logro de un estudiante. Generalmente se compone de cuatro niveles: Desempeño Superior, Desempeño Alto, Desempeño Básico y Desempeño Bajo.
DUA (Diseño Universal para el Aprendizaje): Un marco pedagógico que busca crear entornos de aprendizaje flexibles, proporcionando múltiples medios de presentación de la información, de acción y expresión, y de implicación, para atender a la diversidad de todos los estudiantes desde el inicio.
Evaluación Cualitativa: Enfoque evaluativo que se centra en describir con palabras la calidad de los procesos y resultados del aprendizaje. Responde a preguntas como el “cómo” y el “porqué”, en lugar de solo el “cuánto”.
Evaluación Cuantitativa: Enfoque evaluativo que representa el aprendizaje a través de valores numéricos (calificaciones, porcentajes). Es útil para resumir y registrar información, pero no describe el proceso.
Evaluación Diagnóstica: Se realiza al inicio de un proceso educativo (año, unidad) para identificar los saberes previos, habilidades y necesidades de los estudiantes. Su finalidad es planificar la enseñanza de manera pertinente.
Evaluación Formativa: Proceso continuo que se realiza durante la enseñanza y el aprendizaje. Su objetivo es monitorear el progreso, identificar dificultades y ofrecer retroalimentación oportuna para mejorar. Es una evaluación para el aprendizaje.
Evaluación por Competencias: Proceso de valoración centrado en verificar si un estudiante puede movilizar sus saberes de forma integrada para resolver tareas o problemas complejos, similares a los que enfrentaría en la vida real.
Evaluación Sumativa: Se realiza al final de un período o unidad de aprendizaje. Su propósito es certificar y comunicar el nivel de logro alcanzado por el estudiante. Es una evaluación del aprendizaje.
Heteroevaluación: Es la forma de evaluación más tradicional, en la que el docente (o un agente externo) valora el desempeño del estudiante.
Metacognición: Capacidad de una persona para reflexionar sobre sus propios procesos de pensamiento y aprendizaje. Implica ser consciente de cómo se aprende, planificar estrategias, monitorear la comprensión y evaluar los resultados.
PEI (Proyecto Educativo Institucional): Documento que define la identidad, los principios, los fines y la propuesta pedagógica de una institución educativa. Es la “carta de navegación” de cada colegio.
Portafolio: Colección organizada y reflexiva de trabajos de un estudiante, seleccionada para demostrar su esfuerzo, progreso y logros en una o varias áreas a lo largo del tiempo.
Retroalimentación: Información específica, oportuna y constructiva que se le entrega a un estudiante sobre su desempeño, con el objetivo de guiarlo para que comprenda sus aciertos, sus errores y sepa cómo puede mejorar.
Rúbrica: Instrumento de evaluación que consiste en una matriz con criterios específicos y descripciones detalladas de diferentes niveles de desempeño para cada criterio. Hace la evaluación más transparente y objetiva.
SIEE (Sistema Institucional de Evaluación de Estudiantes): Es el sistema propio que cada establecimiento educativo en Colombia debe diseñar y aplicar para la evaluación y promoción de sus estudiantes, en el marco de la autonomía otorgada por el Decreto 1290. Debe estar articulado con el PEI.
FAQ (Preguntas Frecuentes)
1. ¿Qué es el SIEE y por qué es tan importante en la evaluación escolar en Colombia?
El SIEE es el Sistema Institucional de Evaluación de Estudiantes. Es el conjunto de reglas, criterios y procedimientos que cada colegio en Colombia define, basado en su autonomía, para evaluar el aprendizaje y decidir la promoción de sus estudiantes, según lo estipula el Decreto 1290. Es crucial porque adapta la evaluación al contexto y al Proyecto Educativo Institucional (PEI) de cada escuela.
2. ¿Cuál es la principal diferencia entre la evaluación formativa y la sumativa?
La principal diferencia radica en su propósito. La evaluación formativa se realiza durante el proceso de aprendizaje para monitorearlo y ofrecer retroalimentación para la mejora. La evaluación sumativa se realiza al final de un período o unidad para certificar el nivel de logro alcanzado, generalmente con una calificación.
3. ¿Un docente en Colombia puede usar solo exámenes para evaluar?
Aunque el examen es un instrumento válido, el Decreto 1290 y los principios pedagógicos modernos promueven una evaluación integral y continua. Esto significa que los docentes deben utilizar una variedad de herramientas de evaluación para docentes, como rúbricas, portafolios, proyectos y observación, para valorar las distintas dimensiones del aprendizaje (cognitiva, procedimental y actitudinal). Depender exclusivamente de los exámenes es contrario al espíritu de la norma.
4. ¿Cómo se evalúa a un estudiante con necesidades educativas especiales en Colombia?
La evaluación debe ser inclusiva y flexible. Para estudiantes con discapacidad o trastornos del aprendizaje, se deben realizar adaptaciones curriculares y en la evaluación. Esto puede incluir ajustar los tiempos, los instrumentos (por ejemplo, permitir una evaluación oral en lugar de escrita) y los criterios, centrándose en su progreso individual. El objetivo es eliminar las barreras para el aprendizaje y garantizar su derecho a ser evaluados de manera justa.
5. ¿Qué rol tiene la autoevaluación en el sistema colombiano?
La autoevaluación es un componente fundamental promovido por el Decreto 1290. Se considera una estrategia clave para que el estudiante se convierta en un participante activo de su propio aprendizaje. Su objetivo es desarrollar la metacognición y la autonomía, permitiendo que el estudiante reflexione sobre sus fortalezas, debilidades y establezca metas para mejorar.
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