Entrar a un aula sin un plan claro es como intentar navegar en el océano sin brújula ni mapa. Puedes moverte, puedes esforzarte, pero es muy probable que no llegues al destino deseado. En la docencia, esa brújula son los objetivos de aprendizaje. Estos no son meros requisitos burocráticos que llenar en una planificación didáctica; son la declaración de intenciones que guía cada actividad, cada explicación y cada evaluación. Marcan la diferencia entre una enseñanza con rumbo, intencionada y eficaz, y una serie de actividades desconectadas que llenan el tiempo sin un propósito definido.
El rol del docente moderno exige precisión y estrategia. Ya no basta con “dar la materia”; es fundamental asegurar que los estudiantes realmente adquieran habilidades y conocimientos concretos. Este artículo es tu guía para dominar el arte de redactar objetivos de aprendizaje. Te mostraremos qué son, por qué son cruciales y cómo escribirlos de manera que sean claros, específicos y, sobre todo, medibles. Dejarás de enseñar al azar para empezar a diseñar experiencias de aprendizaje que transforman.
Qué vas encontrar en este artículo
¿Qué son exactamente los objetivos de aprendizaje?
En términos sencillos, un objetivo de aprendizaje es una descripción clara y precisa de lo que se espera que un estudiante sepa, comprenda o sea capaz de hacer al finalizar un período de instrucción. Es el resultado final observable en el estudiante, no la acción del profesor.
Es fundamental no confundirlos con otros elementos de la planificación:
- Diferencia con los propósitos: Un propósito es la intención general del docente (“Mi propósito es fomentar el pensamiento crítico”). Es una meta amplia y a menudo abstracta. El objetivo, en cambio, es la evidencia concreta de que ese propósito se cumplió en el estudiante (“El estudiante analizará dos editoriales de periódicos con posturas opuestas e identificará las falacias argumentativas en cada una”).
- Diferencia con los contenidos: Los contenidos curriculares son los temas o la información que se va a enseñar (“El sistema solar”, “La Revolución Francesa”). El objetivo describe qué hará el estudiante con ese contenido (“El estudiante dibujará un modelo a escala del sistema solar, etiquetando cada planeta y describiendo una característica principal de cada uno”).
- Diferencia con las actividades: La actividad es el “cómo”, el vehículo para llegar al objetivo (“Ver un documental sobre la Revolución Francesa”, “Hacer un debate”). El objetivo es el “qué”, el destino final (“El estudiante explicará tres causas principales de la Revolución Francesa”).
La relación más importante de los objetivos de aprendizaje es con la evaluación. Un objetivo bien redactado te dice exactamente qué tienes que evaluar. Si tu objetivo es “identificar los verbos en una oración”, tu evaluación debe pedirle al estudiante precisamente eso. Si el objetivo es vago como “conocer los verbos”, la evaluación se vuelve incierta y subjetiva. Un buen objetivo es, en sí mismo, el primer paso para una evaluación por competencias justa y transparente.

Características de un buen objetivo: la fórmula del éxito
Para que un objetivo sea realmente útil, debe cumplir con ciertas características. Una de las metodologías más conocidas para asegurar su efectividad es el criterio SMART, un acrónimo que desglosa las cualidades indispensables.
Específico (Specific)
Un objetivo debe ser concreto y no dejar lugar a interpretaciones. Debe responder a las preguntas: ¿qué se espera que el estudiante logre?, ¿quién está involucrado?, ¿dónde se aplicará?
- Vago: El estudiante aprenderá sobre las plantas.
- Específico: El estudiante identificará las cinco partes principales de una planta (raíz, tallo, hoja, flor, fruto) en un diagrama provisto.
Medible (Measurable)
Debes poder observar y cuantificar si el objetivo se ha cumplido. Esto implica usar verbos que denoten acciones observables. ¿Cómo sabrás que el estudiante lo ha logrado? ¿Cuál es la evidencia?
- No medible: El estudiante comprenderá la importancia del agua.
- Medible: El estudiante enumerará tres razones por las cuales el agua es esencial para los seres vivos, basándose en el texto leído en clase.
Alcanzable (Achievable)
El objetivo debe ser realista para el nivel de desarrollo y los conocimientos previos de los estudiantes. Plantear metas imposibles solo genera frustración. Debe ser un desafío, no una utopía. Piensa en la zona de desarrollo próximo de tus alumnos.
- No alcanzable (para primaria): El estudiante redactará un ensayo de 2000 palabras sobre la física cuántica.
- Alcanzable (para primaria): El estudiante explicará con sus propias palabras la diferencia entre un sólido, un líquido y un gas, dando un ejemplo de cada uno.
Relevante (Relevant)
El objetivo debe ser importante y pertinente para el estudiante y para la materia. Debe conectar con los saberes docentes y las metas curriculares más amplias. ¿Por qué es importante que el estudiante aprenda esto? ¿Cómo se conecta con lo que ya sabe o con lo que aprenderá después?
- Poco relevante: El estudiante memorizará las fechas de nacimiento de todos los reyes visigodos.
- Relevante: El estudiante explicará cómo la caída del Imperio Romano influyó en la formación de los reinos visigodos en la península ibérica.
Temporalizado (Time-bound)
Debe haber un plazo claro para alcanzar el objetivo. Esto ayuda a organizar la secuencia didáctica y a mantener el foco. ¿Cuándo debe cumplirse? ¿Al final de la clase, de la semana, del proyecto?
- Sin tiempo: El estudiante resolverá problemas de suma.
- Temporalizado: Al finalizar la lección de 45 minutos, el estudiante resolverá correctamente al menos 8 de 10 problemas de suma de dos dígitos sin llevar.
Taxonomía de Bloom: una herramienta para redactar mejores objetivos
Redactar objetivos de aprendizaje que abarquen diferentes niveles de complejidad cognitiva es un desafío. No todo el aprendizaje se basa en memorizar. Para ayudarnos en esta tarea, contamos con una de las herramientas más potentes de la pedagogía: la taxonomía de Bloom.
Creada en 1956 por un comité de psicólogos liderado por Benjamin Bloom, esta taxonomía clasifica las habilidades de pensamiento en una jerarquía de seis niveles, desde lo más simple a lo más complejo. En 2001, Lorin Anderson y David Krathwohl, antiguos alumnos de Bloom, la revisaron, cambiando los sustantivos por verbos para enfatizar la acción cognitiva y alterando ligeramente el orden de los niveles superiores. Esta versión revisada es la más utilizada hoy en día.
Comprender estos niveles te permite diseñar objetivos que no solo apunten a la base del conocimiento, sino que también impulsen a los estudiantes hacia el pensamiento crítico, la creatividad y la resolución de problemas. Es una de las teorías del aprendizaje más aplicadas en la práctica.
Nivel 1: Recordar
Es la base de la pirámide. Implica la capacidad de recuperar, reconocer y recordar información relevante de la memoria a largo plazo. Es el conocimiento fáctico.
- Verbos de acción sugeridos: definir, enumerar, etiquetar, listar, nombrar, repetir, seleccionar, identificar, memorizar, recitar.
Nivel 2: Comprender
En este nivel, el estudiante es capaz de construir significado a partir de la información. No solo recuerda el dato, sino que puede interpretarlo, ejemplificarlo, clasificarlo, resumirlo, inferirlo, compararlo o explicarlo con sus propias palabras.
- Verbos de acción sugeridos: explicar, resumir, describir, parafrasear, interpretar, clasificar, comparar, discutir, inferir, convertir.
Nivel 3: Aplicar
Aquí, el estudiante utiliza la información o un procedimiento en una situación nueva o concreta. Es la capacidad de llevar la teoría a la práctica. Implica ejecutar o implementar.
- Verbos de acción sugeridos: aplicar, usar, demostrar, resolver, calcular, modificar, construir, dramatizar, implementar, ejecutar.
Nivel 4: Analizar
Este nivel de pensamiento superior implica descomponer la información en sus partes constituyentes y determinar cómo se relacionan entre sí y con una estructura general. Se trata de diferenciar, organizar y atribuir.
- Verbos de acción sugeridos: analizar, organizar, comparar, diferenciar, examinar, categorizar, desglosar, investigar, distinguir, estructurar.
Nivel 5: Evaluar
Implica hacer juicios basados en criterios y estándares. Es la capacidad de criticar, defender una postura, valorar la calidad de un trabajo o una idea. Requiere chequear y criticar.
- Verbos de acción sugeridos: evaluar, juzgar, criticar, justificar, defender, valorar, argumentar, decidir, recomendar, seleccionar.
Nivel 6: Crear
Es el pináculo de la pirámide cognitiva. En este nivel, el estudiante genera algo nuevo. Implica juntar elementos para formar un todo coherente o funcional, reorganizar elementos en un nuevo patrón o estructura. Es generar, planear y producir.
- Verbos de acción sugeridos: crear, diseñar, generar, componer, formular, planificar, construir, producir, inventar, proponer.
Usar verbos de los diferentes niveles de la taxonomía te asegura una propuesta pedagógica rica y equilibrada, que no se queda solo en la memorización y que verdaderamente promueve un aprendizaje significativo.

Diferencias entre objetivos generales y específicos
En la planificación, a menudo te encontrarás con la necesidad de formular dos tipos de objetivos: los generales y los específicos. Lejos de ser opuestos, son complementarios y trabajan juntos.
Objetivos Generales: Describen en términos amplios los resultados esperados al final de un período de enseñanza más largo (una unidad didáctica, un trimestre, un curso completo). Suelen estar redactados con verbos de niveles cognitivos altos (analizar, evaluar, crear) y marcan la meta final. Son el “norte” de tu planificación.
Objetivos Específicos: Son las metas concretas, observables y medibles que los estudiantes deben alcanzar para lograr el objetivo general. Descomponen el objetivo general en pasos más pequeños y manejables. Suelen corresponder a una o varias clases y utilizan verbos de todos los niveles de la taxonomía. Son los hitos en el camino.
Veamos ejemplos comparados:
Nivel Inicial (Sala de 4 años) – Proyecto: “Los animales de la granja”
- Objetivo General: Reconocer los diferentes animales que viven en una granja y sus características principales.
- Objetivos Específicos:
- Nombrar al menos cinco animales de la granja al ver sus imágenes. (Recordar)
- Imitar el sonido característico de la vaca, el cerdo y la oveja. (Aplicar)
- Agrupar figuras de animales según vivan en la granja o en la selva. (Analizar)
Nivel Primario (4º grado) – Unidad: “Los ecosistemas”
- Objetivo General: Analizar la interdependencia entre los seres vivos y no vivos dentro de un ecosistema local.
- Objetivos Específicos:
- Definir con sus propias palabras los conceptos de productor, consumidor y descomponedor. (Comprender)
- Dibujar una cadena alimenticia simple con al menos tres eslabones de un ecosistema terrestre. (Aplicar)
- Explicar dos consecuencias de la desaparición de los productores en dicha cadena alimenticia. (Evaluar)
Nivel Secundario (10º grado) – Unidad: “La argumentación en los medios”
- Objetivo General: Evaluar críticamente la validez de los argumentos en textos de opinión de los medios de comunicación.
- Objetivos Específicos:
- Identificar la tesis y al menos dos argumentos principales en un artículo de opinión. (Analizar)
- Diferenciar entre hechos y opiniones dentro del texto. (Analizar)
- Redactar un párrafo que refute uno de los argumentos del autor, utilizando evidencia externa. (Crear)
Errores comunes al redactar objetivos (y cómo evitarlos)
Incluso con las mejores intenciones, es fácil caer en ciertas trampas al escribir objetivos de aprendizaje. Conocerlas es el primer paso para evitarlas.
1. Usar verbos vagos e inobservables
Este es el error más frecuente. Verbos como “saber”, “conocer”, “aprender”, “comprender”, “entender” o “tomar conciencia” describen estados mentales internos. Son imposibles de medir directamente. ¿Cómo puedes ver a un estudiante “saber” algo? La clave está en preguntarte: ¿qué acción observable me demostraría que el estudiante ha aprendido? La respuesta a esa pregunta te dará el verbo correcto.
- Error: El estudiante conocerá los planetas del sistema solar.
- Corrección: El estudiante enumerará los ocho planetas del sistema solar en orden desde el Sol. (Verbo: enumerar – medible).
- Error: El estudiante entenderá la trama del cuento.
- Corrección: El estudiante relatará con sus propias palabras la secuencia de eventos del cuento (inicio, nudo, desenlace). (Verbo: relatar – medible).
2. Ser demasiado amplios o abstractos
Un objetivo que abarca demasiado es inmanejable. Metas como “mejorar la escritura” o “apreciar el arte” son propósitos loables, pero no son objetivos de aprendizaje efectivos porque no son específicos. Para que sean útiles, debes desglosarlos en componentes concretos y evaluables.
- Error: El estudiante mejorará sus habilidades de escritura.
- Corrección: Al final de la unidad, el estudiante redactará un párrafo de cinco oraciones que contenga una idea principal clara y al menos tres detalles de apoyo, utilizando correctamente los puntos y las mayúsculas. (Específico, medible y acotado).
- Error: El estudiante desarrollará el pensamiento visible.
- Corrección: El estudiante aplicará la rutina de pensamiento “Veo, Pienso, Me pregunto” para analizar una imagen histórica, registrando por escrito al menos dos observaciones, dos inferencias y dos preguntas.
3. No poder evaluarlos
Este error es una consecuencia directa de los dos anteriores. Si un objetivo es vago o abstracto, es imposible diseñar un instrumento de evaluación justo y fiable. Antes de dar por bueno un objetivo, hazte siempre la pregunta de oro: ¿Cómo voy a saber si lo han conseguido? ¿Qué tarea, pregunta o producto me dará la evidencia? Si no puedes responder con claridad, el objetivo necesita ser reformulado.
- Error: El estudiante tendrá una actitud positiva hacia la ciencia.
- Corrección: Durante las actividades de laboratorio, el estudiante formulará voluntariamente al menos una pregunta de investigación sobre el fenómeno observado. (La acción de preguntar es observable y puede registrarse).
4. Confundirlos con actividades
Esta es una confusión clásica entre el medio y el fin. La actividad es lo que el docente y los alumnos hacen en clase (leer, debatir, ver un video, completar una ficha). El objetivo es lo que el alumno es capaz de hacer como resultado de esa actividad. El foco del objetivo siempre debe estar en el desempeño del estudiante, no en la tarea en sí misma.
- Error (es una actividad): Los estudiantes verán un documental sobre el cambio climático.
- Corrección (es el resultado): Después de ver el documental, el estudiante explicará tres efectos del cambio climático en los ecosistemas polares.
- Error (es una actividad): Realizar un aprendizaje cooperativo para resolver un problema matemático.
- Corrección (es el resultado): Trabajando en equipo, los estudiantes resolverán problemas de división con decimales, mostrando el procedimiento completo y verificando el resultado.
Evitar estos errores transformará tu planificación, haciéndola más precisa, intencionada y, en última instancia, más efectiva para guiar el papel del error en el aprendizaje y el éxito de tus estudiantes.
Ejemplos de objetivos bien redactados para todos los niveles
Para que todo esto cobre vida, veamos ejemplos concretos aplicados a diferentes contextos educativos.
Objetivos para una clase de Lengua (Primaria – 3er grado)
- Tema: El cuento y sus partes.
- Objetivo 1 (Comprender): Al finalizar la lectura del cuento “El gato con botas”, el estudiante describirá oralmente al personaje principal, mencionando dos de sus características.
- Objetivo 2 (Analizar): El estudiante diferenciará en una lista de eventos cuáles pertenecen al inicio, al nudo y al desenlace del cuento leído.
- Objetivo 3 (Crear): Utilizando una plantilla con dibujos, el estudiante creará un final alternativo para el cuento, escribiendo dos o tres oraciones sencillas que narren la nueva conclusión.
Objetivos para una clase de Ciencias (Secundaria – 9º grado)
- Tema: Reacciones químicas.
- Objetivo 1 (Recordar): El estudiante definirá los conceptos de reactivo, producto y ecuación química.
- Objetivo 2 (Aplicar): Dado un conjunto de ecuaciones químicas simples, el estudiante balanceará correctamente al menos 3 de 5 por el método de tanteo.
- Objetivo 3 (Evaluar): A partir de los resultados de un experimento de laboratorio (ej. vinagre y bicarbonato), el estudiante justificará si se ha producido una reacción química, basándose en evidencias observables como el cambio de temperatura o la producción de un gas.
Objetivos para educación inicial (Sala de 5 años)
- Tema: Reconocimiento de figuras geométricas.
- Objetivo 1 (Identificar/Recordar): Durante el juego con bloques lógicos, el niño identificará y nombrará el círculo, el cuadrado y el triángulo cuando se le pregunte.
- Objetivo 2 (Clasificar/Analizar): Dada una caja con diferentes objetos pequeños, el niño agrupará aquellos que tienen forma de círculo en un contenedor y los que tienen forma de cuadrado en otro.
- Objetivo 3 (Aplicar): Utilizando figuras geométricas de papel, el niño construirá un dibujo simple (ej. una casa, un tren) pegándolas en una hoja.
Objetivos en proyectos interdisciplinarios
Los objetivos de aprendizaje son esenciales en el aprendizaje basado en proyectos (ABP), ya que aseguran que, más allá de la motivación y la actividad, se cumplan las metas curriculares de varias asignaturas.
- Proyecto: “Creamos un podcast sobre la historia de nuestro barrio”.
- Objetivo de Lengua (Crear): El estudiante escribirá un guion de 300 palabras para un episodio del podcast, estructurado con una introducción, un desarrollo y una conclusión.
- Objetivo de Ciencias Sociales (Analizar): El estudiante entrevistará a un miembro de su familia o un vecino para obtener información sobre un evento histórico del barrio y seleccionará los datos más relevantes para el guion.
- Objetivo de Tecnología (Aplicar): El estudiante grabará su voz utilizando una aplicación de móvil u ordenador y editará el audio para eliminar errores y añadir una cortina musical simple.
Objetivos y evaluación: un vínculo inseparable
Como hemos mencionado, los objetivos de aprendizaje y la evaluación son dos caras de la misma moneda. No puedes diseñar una buena evaluación si no sabes qué quieres evaluar, y un objetivo no sirve de nada si no tienes una forma de comprobar si se ha alcanzado. Esta conexión es la base de una educación por competencias.
Cómo usar los objetivos como base para la evaluación
El verbo de tu objetivo te da la pista más importante sobre el tipo de instrumento de evaluación que necesitas.
- Si tu objetivo dice “enumerar”, “definir” o “identificar”, una prueba escrita, un cuestionario rápido o una lista de cotejo (checklist) pueden ser suficientes. Se alinea bien con una evaluación diagnóstica para conocer los saberes previos.
- Si tu objetivo dice “comparar”, “explicar” o “resumir”, necesitarás una pregunta de desarrollo, un mapa conceptual o una exposición oral breve. Esto es ideal para una evaluación formativa que monitorea la comprensión.
- Si tu objetivo dice “resolver”, “aplicar” o “demostrar”, la evaluación debe ser una tarea de desempeño, la resolución de un problema práctico o una simulación.
- Si tu objetivo dice “analizar”, “evaluar” o “justificar”, un estudio de caso, un ensayo crítico, un debate o el análisis de un texto son los instrumentos adecuados.
- Si tu objetivo dice “crear”, “diseñar” o “producir”, la evaluación debe ser la valoración de un producto final: un proyecto, un portafolio, un prototipo, una obra artística. Este tipo de objetivo es central en la evaluación sumativa de proyectos complejos.
Relación con criterios y rúbricas
Los objetivos específicos se traducen casi directamente en los criterios de evaluación de una rúbrica.
Imagina que tu objetivo específico es: “El estudiante redactará un párrafo argumentativo que incluya una afirmación clara, al menos dos evidencias de apoyo y una conclusión coherente”.
Tu rúbrica tendría, como mínimo, estos criterios (las filas):
- Claridad de la afirmación.
- Calidad y cantidad de las evidencias.
- Coherencia de la conclusión.
- Uso de la gramática y la ortografía.
Los niveles de desempeño (las columnas: “sobresaliente”, “logrado”, “en proceso”, “necesita mejorar”) describirían cuán bien se cumplió cada uno de esos criterios, que nacieron directamente del objetivo. Este enfoque hace que la evaluación sea transparente para los estudiantes y la retroalimentación efectiva mucho más precisa.
Recursos para docentes
Para facilitar tu trabajo, aquí tienes algunas herramientas prácticas.
Listado de verbos por nivel cognitivo (Taxonomía de Bloom revisada)
- Para Recordar: citar, definir, describir, enumerar, enunciar, identificar, listar, localizar, nombrar, reconocer, repetir, seleccionar.
- Para Comprender: clasificar, convertir, discutir, distinguir, ejemplificar, explicar, expresar, inferir, interpretar, parafrasear, resumir, traducir.
- Para Aplicar: aplicar, calcular, construir, demostrar, dramatizar, emplear, ejecutar, ilustrar, modificar, operar, resolver, usar.
- Para Analizar: analizar, atribuir, categorizar, comparar, descomponer, diferenciar, discriminar, examinar, organizar, investigar, estructurar.
- Para Evaluar: argumentar, concluir, criticar, decidir, defender, elegir, estandarizar, evaluar, juzgar, justificar, valorar, recomendar.
- Para Crear: componer, construir, crear, diseñar, desarrollar, elaborar, formular, generar, idear, inventar, planificar, producir, proponer.
Plantilla mental para redactar objetivos
Antes de escribir un objetivo, responde mentalmente a estas preguntas:
- ¿Quién? -> El estudiante…
- ¿Hará qué? -> (Elige un verbo de acción medible de la lista anterior).
- ¿Qué contenido/concepto? -> (Especifica el tema o la habilidad).
- ¿En qué contexto o con qué condiciones? -> (Aclara las circunstancias: “dado un mapa”, “utilizando una calculadora”, “en grupos de tres”, “sin ayuda de apuntes”).
- ¿Con qué nivel de calidad? -> (Define el criterio de éxito: “con un 80% de acierto”, “mencionando al menos tres causas”, “sin errores ortográficos”).
Ejemplo completo: El estudiante (1) identificará (2) las figuras literarias (símil y metáfora) (3) en una selección de poemas breves (4), subrayando al menos cuatro de las cinco presentes (5).
Dominar la redacción de objetivos de aprendizaje es más que una habilidad técnica; es un cambio de mentalidad. Significa asumir el compromiso de que cada minuto en el aula tiene un propósito, que cada actividad está diseñada para construir algo concreto y que cada estudiante tiene claro hacia dónde se dirige y qué se espera de él. Los objetivos claros y medibles son el pilar de una planificación didáctica robusta, de una evaluación justa y de una enseñanza que verdaderamente empodera a los alumnos.
Al definir con precisión lo que queremos que nuestros estudiantes logren, no solo facilitamos su aprendizaje, sino que también profesionalizamos nuestra propia práctica. Nos convertimos en arquitectos de experiencias educativas, no en meros ejecutores de un currículo. Porque, como dice una sabia frase pedagógica:
“Lo que no se nombra, no se enseña; lo que no se mide, no se mejora”.
Preguntas Frecuentes (FAQ)
1. ¿Cuántos objetivos de aprendizaje debo escribir para una sola clase?
No hay un número mágico, pero una buena regla general es tener entre 1 y 3 objetivos específicos y alcanzables por cada sesión de clase (de 45 a 90 minutos). Más de tres puede hacer que la clase se sienta apresurada y superficial. Es mejor lograr profundamente pocos objetivos que intentar cubrir demasiados de manera superficial.
2. ¿Todos mis objetivos deben ser de los niveles más altos de la taxonomía de Bloom (analizar, evaluar, crear)?
No, en absoluto. Un aprendizaje sólido se construye sobre cimientos firmes. Es fundamental tener objetivos de los niveles inferiores (recordar, comprender, aplicar) para asegurar que los estudiantes tienen el conocimiento y las habilidades básicas necesarias antes de poder pensar de forma más compleja. Una buena planificación combina objetivos de varios niveles a lo largo de una unidad.
3. ¿Qué hago si mis estudiantes no alcanzan el objetivo en el tiempo previsto?
Esta es una información valiosísima que te proporciona la evaluación. Si una parte significativa de la clase no alcanza el objetivo, es una señal para ti como docente. Debes reflexionar: ¿el objetivo era demasiado ambicioso? ¿La actividad no fue la adecuada? ¿Necesitan más práctica o una explicación diferente? La respuesta no es simplemente “seguir adelante”, sino utilizar esa información para ajustar tu enseñanza, quizás dedicando otra sesión al mismo objetivo o abordándolo desde otra metodología activa.
4. ¿Hay alguna diferencia entre “objetivos de aprendizaje” y “competencias”?
Sí, aunque están muy relacionados. Un objetivo de aprendizaje es una meta específica y a corto o mediano plazo. Una competencia es mucho más amplia; es la capacidad de aplicar un conjunto integrado de conocimientos, habilidades y actitudes para resolver problemas complejos en contextos reales. Podríamos decir que el logro de muchos objetivos de aprendizaje a lo largo del tiempo contribuye al desarrollo de una competencia. Por ejemplo, la competencia “comunicación escrita eficaz” se construye a través de cientos de objetivos específicos como “redactar un párrafo coherente”, “usar conectores lógicos” o “corregir errores ortográficos”.
5. ¿Es necesario compartir los objetivos de aprendizaje con los estudiantes?
¡Absolutamente! Es una práctica muy recomendable. Cuando los estudiantes saben desde el principio qué se espera que aprendan y cómo se les evaluará, pueden dirigir sus esfuerzos de manera más efectiva. Les da un sentido de propósito, aumenta su motivación y les ayuda a desarrollar la autoevaluación y la metacognición. Puedes escribirlos en la pizarra al inicio de la clase, proyectarlos o mencionarlos oralmente de forma clara y sencilla.
Bibliografía
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