Cuando pensamos en el lenguaje dentro de la escuela, a menudo lo reducimos a su función más evidente: la comunicación. Es la herramienta que usamos para dar instrucciones, hacer preguntas y transmitir información. Pero, ¿y si esa fuera solo la punta del iceberg? ¿Y si el lenguaje fuera, en realidad, la arquitectura misma de nuestro pensamiento, el andamiaje sobre el que construimos todo lo que sabemos? El verdadero rol del lenguaje en la educación va mucho más allá de ser un simple código para intercambiar mensajes; es la herramienta fundamental con la que organizamos la realidad, desarrollamos ideas complejas y, en esencia, aprendemos a pensar.
En el aula, cada palabra cuenta. La forma en que preguntamos, explicamos y debatimos moldea no solo lo que los estudiantes aprenden, sino cómo lo aprenden. Este artículo propone un viaje al corazón de esta poderosa herramienta. Exploraremos cómo el lenguaje oral, escrito y gestual actúa como mediador del aprendizaje, basándonos en las ideas de gigantes como Vygotsky. Desglosaremos sus funciones clave y ofreceremos una guía práctica con estrategias concretas para convertir cada aula en un vibrante taller de pensamiento, donde el lenguaje se use conscientemente para construir, deconstruir y reconstruir el conocimiento.
Qué vas a encontrar en este articulo
¿Qué entendemos por lenguaje en educación?
Para comprender el verdadero rol del lenguaje en la educación, primero debemos ampliar nuestra definición. El lenguaje no es solo el conjunto de palabras y reglas gramaticales que componen un idioma. En el contexto educativo, es un sistema mucho más rico y complejo.
Lenguaje oral, escrito, gestual: más allá de la palabra
Cuando hablamos de lenguaje en el aula, nos referimos a un ecosistema de comunicación que incluye múltiples modalidades:
- Lenguaje oral: Es el más presente y dinámico. Incluye las explicaciones del docente, las preguntas de los alumnos, los debates, las exposiciones y las conversaciones informales en el patio. Es el vehículo principal para la interacción inmediata y la construcción colaborativa de significado.
- Lenguaje escrito: Abarca desde los libros de texto y las anotaciones en la pizarra hasta los trabajos de los estudiantes, los cuentos cortos que leen y las redacciones que producen. Es la herramienta por excelencia para la reflexión pausada, la estructuración del pensamiento y la comunicación a través del tiempo y el espacio. Enseñar a leer y enseñar comprensión lectora son pilares fundamentales de esta modalidad.
- Lenguaje gestual y corporal: A menudo subestimado, el lenguaje no verbal (gestos, posturas, expresiones faciales) complementa y, a veces, incluso contradice al lenguaje oral. El rol del docente como modelo emocional se manifiesta potentemente a través de su lenguaje corporal, transmitiendo entusiasmo, calma o impaciencia.
- Lenguaje visual y simbólico: Los gráficos, mapas, diagramas, fórmulas matemáticas y símbolos químicos también son formas de lenguaje. Cada uno tiene su propia sintaxis y semántica, y aprender a “leerlos” es una forma crucial de alfabetización en el siglo XXI.
Dimensión social, cognitiva y emocional del lenguaje
El lenguaje opera simultáneamente en tres dimensiones interconectadas:
- Dimensión social: El lenguaje es nuestra principal herramienta de socialización. A través de él, negociamos significados, establecemos normas, resolvemos conflictos entre alumnos y construimos una identidad de grupo. El aula es una microsociedad donde se aprende a escuchar, a respetar turnos y a colaborar a través del diálogo.
- Dimensión cognitiva: Esta es la dimensión central de nuestro artículo. El lenguaje no solo expresa el pensamiento, sino que le da forma. Usamos palabras para categorizar el mundo, para formular hipótesis, para analizar problemas y para reflexionar sobre nuestro propio proceso de aprendizaje (metacognición).
- Dimensión emocional: Usamos el lenguaje para expresar nuestros sentimientos, miedos y alegrías. Un clima de aula donde los estudiantes se sienten seguros para expresar sus emociones a través del lenguaje es fundamental para su inteligencia emocional y su bienestar.
El lenguaje como organizador del pensamiento
Imagina que intentas pensar en un concepto complejo, como la “justicia” o la “democracia”, sin palabras. Sería casi imposible. Las palabras actúan como “contenedores” mentales que nos permiten capturar, organizar y manipular ideas abstractas. Cuando un estudiante aprende una nueva palabra (por ejemplo, “fotosíntesis”), no solo está aprendiendo una etiqueta; está adquiriendo una herramienta conceptual que le permite organizar una serie de procesos complejos en un solo paquete mental.
El lenguaje nos permite pasar de percepciones concretas a ideas abstractas, una de las funciones de la educación más importantes. Por ello, enriquecer el vocabulario de un estudiante es enriquecer su capacidad de pensar.

Vygotsky y el lenguaje como mediador del aprendizaje
Ningún teórico ha sido tan influyente en la comprensión del rol del lenguaje en la educación como el psicólogo ruso Lev Vygotsky. Su teoría socioconstructivista sitúa al lenguaje en el epicentro del desarrollo cognitivo.
Concepto de mediación simbólica
Para Vygotsky, los seres humanos no interactuamos directamente con el mundo, sino que lo hacemos a través de “herramientas”. Así como usamos un martillo (herramienta física) para clavar un clavo, usamos el lenguaje (herramienta simbólica o psicológica) para organizar nuestro pensamiento y nuestra conducta.
El lenguaje es el mediador por excelencia. Nos permite liberarnos del aquí y ahora. Podemos hablar de lo que pasó ayer (pasado), de lo que haremos mañana (futuro) o de lugares en los que nunca hemos estado (imaginación). Esta capacidad de trascender lo inmediato es la base de todo pensamiento complejo y del aprendizaje formal.
Zona de Desarrollo Próximo y lenguaje interior
El concepto más famoso de Vygotsky, la Zona de Desarrollo Próximo (ZDP), está intrínsecamente ligado al lenguaje. La ZDP es la distancia entre lo que un estudiante puede hacer solo y lo que puede hacer con ayuda. ¿Y cuál es la principal forma de “ayuda”? El diálogo.
Cuando un docente o un compañero más capaz guía a un estudiante a través de un problema, lo hace principalmente a través del lenguaje: haciendo preguntas, dando pistas, reformulando ideas. Vygotsky observó que, con el tiempo, el niño internaliza este diálogo externo. La voz del adulto que lo guía se convierte en una voz interior, un “habla interna” o “pensamiento verbal”. Este lenguaje interior es el que usamos para planificar, regular nuestra conducta y resolver problemas mentalmente. En resumen: el pensamiento es un diálogo internalizado.
Importancia del diálogo en el aula
Si el pensamiento nace del diálogo, entonces la calidad del diálogo en el aula determina la calidad del pensamiento de los estudiantes. Un aula rica en lenguaje es un aula donde se:
- Hacen preguntas abiertas: Preguntas que no tienen una única respuesta correcta y que invitan a la reflexión y la argumentación.
- Fomenta la explicación: Se anima a los estudiantes a explicar su razonamiento (“¿cómo llegaste a esa conclusión?”).
- Valora la escucha activa: Se enseña a escuchar las ideas de los demás para construir sobre ellas.
- Utiliza el lenguaje para la reflexión conjunta: Se debate, se negocian significados y se llega a conclusiones de forma colaborativa.
Rol del docente como mediador lingüístico
Desde esta perspectiva, el rol del docente es el de un mediador lingüístico experto. Su función no es solo transmitir información, sino también:
- Modelar un lenguaje rico y preciso: Usar un vocabulario variado y estructuras sintácticas complejas.
- Proporcionar andamiaje verbal: Ofrecer el lenguaje que los estudiantes necesitan para expresar ideas complejas (por ejemplo, “Entonces, lo que estás diciendo es…”, “Una forma de decirlo podría ser…”).
- Enseñar explícitamente el lenguaje de cada disciplina: El lenguaje de la ciencia no es el mismo que el de la historia. Cada materia tiene su propio “dialecto”, y enseñarlo es parte fundamental de enseñar la materia.
Funciones del lenguaje en el aula
El lenguaje es una herramienta polivalente que cumple múltiples funciones simultáneamente en el acto educativo. Ser conscientes de ellas nos permite potenciarlas.
Comunicar ideas, emociones, instrucciones
Esta es la función más obvia. El lenguaje nos permite compartir información (la fecha de una batalla), expresar sentimientos (“estoy frustrado con este problema”) y dar directrices claras (“abran el libro en la página 23”). Una comunicación clara es la base para un ambiente de aprendizaje ordenado y eficiente.
Construir conocimiento: argumentar, explicar, reflexionar
Esta es la función epistémica del lenguaje. No solo comunicamos lo que sabemos, sino que construimos el conocimiento al intentar ponerlo en palabras. Al explicar una idea a un compañero, nos vemos obligados a organizarla y clarificarla para nosotros mismos. Al argumentar en un debate, profundizamos en nuestras propias creencias y las de los demás. La escritura, en particular, es una poderosa herramienta para el pensamiento visible, ya que nos fuerza a estructurar ideas de forma lógica y coherente.
Organizar el pensamiento: categorizar, inferir, analizar
El lenguaje nos proporciona las herramientas para las funciones ejecutivas del pensamiento. Usamos palabras como “mamífero” o “democracia” para categorizar y clasificar el mundo. Usamos conectores como “porque”, “entonces” o “sin embargo” para establecer relaciones lógicas y hacer inferencias. Usamos el lenguaje para analizar un problema en sus partes y planificar una solución paso a paso.
Regular la conducta: autocontrol, normas, instrucciones
El lenguaje es clave para la autorregulación. El “habla interna” de la que hablaba Vygotsky nos sirve para darnos autoinstrucciones (“Primero leo el enunciado, luego subrayo los datos…”). A nivel social, el lenguaje establece las normas de convivencia del aula y nos permite gestionar el comportamiento de forma dialogada en lugar de puramente impositiva.
Socializar: aprender a escuchar, turnarse, empatizar
Finalmente, el lenguaje es el vehículo de la socialización y la empatía. En el aula, los estudiantes aprenden las reglas pragmáticas de la conversación: cómo iniciar un tema, cómo ceder la palabra, cómo mostrar acuerdo o desacuerdo de forma respetuosa. Escuchar las experiencias y perspectivas de otros, expresadas a través del lenguaje, es la base para desarrollar una comprensión empática del mundo.

Lenguaje y pensamiento: ¿qué se construye primero?
Uno de los debates más fascinantes en la historia de la psicología es la relación entre lenguaje y pensamiento. Las posturas de Piaget y Vygotsky, aunque a menudo presentadas como opuestas, pueden verse como complementarias.
Debate entre Piaget y Vygotsky
- Jean Piaget, en su teoría cognitiva, sostenía que el pensamiento precede al lenguaje. Para él, el lenguaje es principalmente un reflejo del nivel de desarrollo cognitivo del niño. Un niño primero desarrolla una estructura mental (por ejemplo, la permanencia del objeto) y luego adquiere el lenguaje para expresar esa comprensión. El lenguaje, en su visión, es más un síntoma que una causa del desarrollo del pensamiento.
- Lev Vygotsky, como hemos visto, defendía una postura radicalmente diferente. Para él, lenguaje y pensamiento tienen orígenes separados, pero en torno a los dos años de edad, se fusionan en un proceso dialéctico. A partir de ese momento, el lenguaje se convierte en la herramienta principal que impulsa el desarrollo del pensamiento. El desarrollo cognitivo no es un proceso individual, sino social, y es mediado por el lenguaje.
Hoy, la mayoría de los educadores se inclinan por la visión vygotskiana, sin negar las importantes intuiciones de Piaget. Se entiende que la relación es bidireccional: el pensamiento da contenido al lenguaje, pero el lenguaje estructura y potencia el pensamiento de maneras que serían imposibles sin él.
Rol del lenguaje en el desarrollo de funciones superiores
Para Vygotsky, las funciones psicológicas superiores (atención voluntaria, memoria lógica, pensamiento abstracto) no son innatas, sino que se desarrollan a través de la interacción social mediada por el lenguaje. Aprender a usar el lenguaje para planificar, recordar intencionadamente o reflexionar sobre las propias ideas es lo que nos distingue como seres humanos. El rol del lenguaje en la educación, por tanto, es nada menos que el de construir estas funciones cognitivas avanzadas.
Impacto del lenguaje en la metacognición y el aprendizaje autónomo
La metacognición, o “pensar sobre el propio pensamiento”, es imposible sin el lenguaje. Es el lenguaje el que nos permite distanciarnos de nuestros propios procesos mentales para analizarlos. Cuando un estudiante se pregunta “¿Estoy entendiendo bien este texto?” o “Esta estrategia para resolver el problema no funciona, debería probar otra”, está usando su lenguaje interior para monitorear y regular su propio aprendizaje. Fomentar este diálogo interno es una de las claves para desarrollar estrategias para fomentar autonomía y formar aprendices para toda la vida.
Prácticas pedagógicas para potenciar el lenguaje
Sabiendo la importancia del lenguaje, ¿cómo podemos hacer de nuestras aulas entornos lingüísticamente ricos? Aquí tienes algunas estrategias prácticas.
📚 En nivel inicial y primaria:
En esta etapa, el foco está en la oralidad, el juego y la exposición a un lenguaje rico y variado.
- Juegos de palabras, cuentos, rimas y canciones: Estas actividades desarrollan la conciencia fonológica, amplían el vocabulario y familiarizan a los niños con las estructuras rítmicas y narrativas del lenguaje de una forma lúdica y placentera.
- Preguntas abiertas y narración de experiencias: En lugar de preguntas cerradas (“¿De qué color es la manzana?”), haz preguntas que inviten a la elaboración (“¿Qué pasaría si…? ¿Por qué crees que…?”). Dedica tiempo a que los niños narren sus experiencias del fin de semana, animándolos a dar detalles y a secuenciar los eventos.
- Asambleas y dramatizaciones: Las asambleas diarias son un espacio privilegiado para aprender a dialogar, escuchar y respetar turnos. Las dramatizaciones de cuentos o situaciones cotidianas permiten a los niños usar el lenguaje en diferentes roles y contextos.
🧑🏫 En secundaria:
En esta etapa, se debe seguir potenciando la oralidad, pero con un énfasis creciente en la precisión, la argumentación y el lenguaje académico.
- Debates y exposiciones orales: Organiza debates estructurados sobre temas relevantes para ellos. Esto les enseña a investigar, a construir argumentos sólidos, a escuchar críticamente las posturas de los demás y a defender las propias con respeto. Las exposiciones orales, si se guían y evalúan formativamente, desarrollan la capacidad de estructurar y comunicar información compleja de forma clara y coherente.
- Escritura reflexiva y diarios de aprendizaje: Pide a los estudiantes que escriban no solo para demostrar lo que saben, sino para descubrirlo. Un diario de aprendizaje donde reflexionen sobre qué aprendieron, qué dificultades tuvieron o qué preguntas les surgen, es una herramienta metacognitiva muy poderosa.
- Uso del lenguaje académico y técnico: Cada asignatura tiene su propio registro lingüístico. Es tarea del docente de cada área enseñar explícitamente el vocabulario y las formas de expresión propias de la ciencia, la historia o el arte. Esto es clave para la educación por competencias.
Obstáculos y desafíos
Potenciar el lenguaje en el aula no está exento de dificultades. Es importante reconocerlas para poder abordarlas eficazmente.
Déficit en habilidades lingüísticas y comprensión
Algunos estudiantes llegan al aula con un vocabulario más limitado o con dificultades en la comprensión lectora, a menudo por factores socioeconómicos. Esto crea una brecha que, si no se atiende, se irá ampliando. Es crucial implementar programas de apoyo temprano y usar estrategias de enseñanza multisensorial para estos alumnos.
Dificultades en la expresión oral y escrita
La timidez, la falta de confianza o los trastornos del aprendizaje pueden dificultar la participación oral. La escritura puede ser un desafío por problemas de motricidad, organización de ideas o desconocimiento de las convenciones. Un enfoque paciente, basado en la evaluación formativa y en la celebración del progreso, es fundamental.
Necesidad de desarrollar alfabetización académica
Pasar del lenguaje coloquial al lenguaje académico (más abstracto, preciso y descontextualizado) es uno de los mayores saltos en la vida escolar. Muchos estudiantes fracasan no por no entender los conceptos, sino por no dominar el lenguaje en el que se expresan. Es una tarea que debe ser abordada por todas las asignaturas, no solo por el área de Lengua.
Inclusión de estudiantes con otras lenguas maternas
En aulas cada vez más diversas, la atención a la diversidad cultural y lingüística es un desafío y una oportunidad. Es vital valorar la lengua materna del estudiante como un recurso y no como un obstáculo, y proporcionar el andamiaje necesario para que adquiera la lengua vehicular de la escuela, promoviendo un entorno de educación inclusiva.
Hemos visto que el rol del lenguaje en la educación es totalizante. No es una asignatura más, sino el medio en el que ocurre todo el aprendizaje. Es el hilo con el que tejemos el pensamiento, la herramienta con la que construimos el conocimiento y el puente con el que nos conectamos con los demás. El lenguaje no es solo un vehículo para transportar ideas preexistentes; es el motor mismo que las genera.
Por tanto, el desafío para todo docente, sin importar la materia que imparta, es convertirse en un maestro del lenguaje. Esto implica crear una cultura de aula donde se hable mucho, se escuche con atención, se escriba con intención y se lea con profundidad. Un aula que sea una verdadera comunidad de diálogo, donde las palabras se usen no para juzgar, sino para explorar; no para silenciar, sino para empoderar.
Educar en y desde el lenguaje es la forma más segura de fortalecer todas las áreas del conocimiento y, lo que es más importante, de formar ciudadanos críticos, reflexivos y capaces de construir su propio pensamiento y de participar activamente en el mundo.
FAQ: Preguntas Frecuentes
1. Soy profesor de Matemáticas/Ciencias, no de Lengua. ¿Por qué la enseñanza del lenguaje es mi responsabilidad?
Porque cada disciplina tiene su propio lenguaje. Enseñar matemáticas es enseñar a “hablar” en términos de axiomas, variables y funciones. Enseñar ciencias es enseñar a “escribir” hipótesis, describir procedimientos y “leer” datos de un gráfico. La alfabetización académica —la capacidad de usar el lenguaje especializado de cada materia— es crucial para un aprendizaje profundo. Si un estudiante no entiende el lenguaje de tu asignatura, no podrá entender los conceptos, sin importar cuán bien los expliques. Todos los docentes son, en esencia, profesores del lenguaje de su disciplina.
2. ¿Cómo manejo a los estudiantes que nunca participan oralmente por timidez o miedo?
Forzar la participación es contraproducente. La clave es crear un entorno de bajo riesgo y ofrecer múltiples formas de “hacer oír su voz”:
- De lo individual a lo colectivo: Utiliza la técnica “Piensa-En Parejas-Comparte”. Los estudiantes primero ordenan sus ideas solos, luego las discuten con un compañero y finalmente, si se sienten cómodos, las comparten con el grupo grande.
- Participación sin voz: Emplea pizarras blancas individuales o herramientas digitales donde todos puedan escribir y mostrar su respuesta simultáneamente. Esto garantiza la participación del 100% sin la presión de hablar.
- Fomenta la escucha activa: Valora y elogia públicamente no solo a quien habla, sino a quien escucha atentamente y hace preguntas pertinentes sobre lo que dijo un compañero. Ser un buen oyente también es participar.
3. Mis alumnos tienen un vocabulario muy pobre. ¿Qué estrategias concretas y rápidas puedo usar?
- Sé el modelo lingüístico: No simplifiques tu lenguaje; en su lugar, hazlo accesible. Usa palabras ricas y precisas, pero detente siempre un segundo para explicar su significado en contexto.
- Crea una “Pared de Palabras”: Instala un mural visible en el aula donde añadas las palabras clave que surgen en cada tema. Haz referencia a este mural constantemente. Es una herramienta visual de refuerzo muy potente.
- Prioriza la lectura en voz alta: Sin importar la edad de tus alumnos, leerles un texto interesante durante 5-10 minutos al día es una de las formas más efectivas de exponerlos a vocabulario y estructuras gramaticales complejas de forma natural y placentera.
4. Fomentar la escritura me genera una montaña de trabajos para corregir. ¿Cómo puedo hacerlo sostenible?
La solución es separar la “escritura para pensar” de la “escritura para evaluar”. No todo lo que se escribe debe ser calificado.
- Escritura de bajo impacto: Utiliza rutinas cortas como los “tickets de salida”, donde los alumnos escriben durante 3 minutos qué fue lo más importante que aprendieron. No se corrigen, solo te sirven a ti como evaluación formativa rápida.
- Corrección entre pares coevaluación: Enseña a tus alumnos a darse retroalimentación efectiva entre ellos usando una lista de cotejo o una rúbrica sencilla. Aprenden a ser críticos y reflexivos, y aligera tu carga.
- Feedback selectivo: No tienes que corregir cada error en cada texto. Comunica a la clase: “En este trabajo, solo me voy a fijar en la organización de los párrafos y en el uso de los conectores”. Esto hace la corrección más manejable para ti y más útil para ellos.
5. ¿El lenguaje de las redes sociales y los videojuegos está arruinando la capacidad de expresarse de mis alumnos?
Más que arruinarla, la está transformando. Los estudiantes son expertos en el “cambio de registro” (code-switching): saben que no se habla igual en TikTok que en un examen. El desafío no es prohibir su lenguaje, sino usarlo como puente.
- Hazlo explícito: Habla con ellos sobre las diferencias entre el lenguaje formal e informal. Analicen un tuit y un párrafo de un libro de texto. ¿Por qué son diferentes? ¿Cuándo se usa cada uno?
- Usa sus intereses: Pídeles que escriban el guion para un vídeo de YouTube explicando la fotosíntesis o que creen un hilo de Twitter resumiendo un evento histórico. Al conectar con sus formatos, los motivas a usar el lenguaje de forma más intencional y a tender puentes hacia el registro académico.
Glosario: Conceptos Clave sobre Lenguaje y Educación
- Mediación lingüística: Concepto central de Vygotsky. Se refiere al proceso por el cual el lenguaje actúa como una herramienta psicológica que media nuestra interacción con el mundo y con nuestro propio pensamiento. No pensamos directamente, sino “a través” de las palabras.
- Lenguaje interior (o habla interna): Es el diálogo que mantenemos con nosotros mismos para planificar, regular nuestra conducta y reflexionar. Según Vygotsky, este lenguaje interior se desarrolla a partir de la internalización del diálogo social que el niño mantiene con los adultos y pares más capaces.
- Alfabetización académica: Es la competencia para usar el lenguaje (oral y escrito) de forma apropiada dentro de una disciplina específica. Implica dominar el vocabulario técnico, los géneros textuales (informes de laboratorio, comentarios de texto) y los modos de argumentación propios de cada área del saber.
- Función epistémica del lenguaje: Se refiere al rol del lenguaje no solo para comunicar conocimiento preexistente, sino para crearlo y transformarlo. Al intentar explicar o escribir sobre una idea, la organizamos, la clarificamos y llegamos a una comprensión más profunda.
- Andamiaje verbal: Es el apoyo temporal que un docente o un par más experto proporciona a un estudiante a través del lenguaje para ayudarlo a realizar una tarea que no podría hacer solo. Incluye hacer preguntas guía, ofrecer modelos de frases, reformular ideas o proporcionar vocabulario clave.
Bibliografía
- Vygotsky, L. S. (1995). Pensamiento y lenguaje. Ediciones Paidós.
- Cassany, D. (2006). Tras las líneas: Sobre la lectura contemporánea. Anagrama.
- Cassany, D. (1995). La cocina de la escritura. Anagrama.
- Bruner, J. (1991). Actos de significado: Más allá de la revolución cognitiva. Alianza Editorial.
- Piaget, J. (1983). El lenguaje y el pensamiento en el niño. Ediciones Paidós.
- Wells, G. (2001). Indagación dialógica: Hacia una teoría y una práctica socioculturales de la educación. Paidós.
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- Edwards, D., & Mercer, N. (1988). El conocimiento compartido: El desarrollo de la comprensión en el aula. Paidós.