Como docentes, todos hemos vivido esa frustrante sensación: explicamos un tema con claridad, usamos los mejores ejemplos, pero al final de la clase, las caras de confusión nos dicen que algo no funcionó. “¿Por qué no aprenden si lo explico tan bien?”, nos preguntamos. A menudo, el problema no está en la explicación, sino en el punto de partida. Cometemos un error fundamental: asumimos que los estudiantes son recipientes vacíos listos para ser llenados, ignorando el complejo universo de ideas, experiencias y conocimientos que ya traen consigo. Ese universo es lo que en pedagogía llamamos saberes previos.
Entender qué son los saberes previos no es un mero detalle teórico; es la llave que abre la puerta a una enseñanza verdaderamente eficaz y significativa. Ignorarlos es como intentar construir un edificio sin revisar los cimientos: la estructura, tarde o temprano, se tambaleará.
En este artículo, vamos a explorar en profundidad qué son exactamente los saberes previos, por qué son la piedra angular de todo aprendizaje según las más importantes teorías del aprendizaje, y lo más importante: cómo podemos, como docentes, detectarlos y utilizarlos para transformar nuestra práctica, planificar mejor y construir puentes sólidos entre lo que nuestros estudiantes ya saben y lo que necesitan aprender.
Qué vas a encontrar en este artículo
¿Qué son los saberes previos? Definición pedagógica
En el ámbito educativo, el concepto de saberes previos se refiere a todo el conjunto de conocimientos, concepciones, representaciones, creencias y experiencias que un estudiante ya posee sobre un tema antes de enfrentarse a un nuevo contenido escolar. Es el bagaje cognitivo y experiencial con el que cada alumno llega al aula.
Es crucial entender que este concepto es mucho más amplio que simplemente “lo que aprendieron en el grado anterior”. Los saberes previos incluyen una mezcla diversa de conocimientos de distinta naturaleza:
- Saberes formales: Aquellos adquiridos en la escuela u otros contextos de educación formal. Por ejemplo, saber que los planetas giran alrededor del Sol.
- Saberes informales: Provenientes de la vida cotidiana, la familia, los medios de comunicación o la interacción con pares. Por ejemplo, saber que si sueltas algo, se cae. Este es un saber de la educación informal.
- Saberes erróneos o misconceptions: Ideas o explicaciones intuitivas que son incorrectas desde el punto de vista científico, pero que tienen una gran lógica interna para el estudiante. Por ejemplo, creer que el verano ocurre porque la Tierra está más cerca del Sol.
- Representaciones y creencias: Ideas más abstractas sobre cómo funciona el mundo, a menudo cargadas de valores culturales o personales. Por ejemplo, la creencia de que las matemáticas son “difíciles” o “para genios”.
Este bagaje no es un simple listado de datos. Es una red de ideas interconectadas que funciona como el filtro a través del cual el estudiante interpretará cualquier nueva información. Por tanto, el rol del docente no es solo transmitir información nueva, sino interactuar con esa red preexistente.

Fundamento teórico: ¿por qué los saberes previos son clave para aprender?
La importancia de los saberes previos no es una moda pedagógica, sino uno de los principios más sólidos y consensuados del aprendizaje constructivista. Grandes pensadores de la educación lo han señalado como el factor más determinante del aprendizaje.
La teoría del aprendizaje significativo de Ausubel
David Ausubel lo expresó de forma contundente: “Si tuviera que reducir toda la psicología educativa a un solo principio, diría esto: el factor más importante que influye en el aprendizaje es lo que el alumno ya sabe. Averígüese esto y enséñese en consecuencia”. Para Ausubel, el verdadero aprendizaje, el que perdura y se puede aplicar, es el aprendizaje significativo. Este ocurre cuando el nuevo contenido se puede relacionar de manera lógica y no arbitraria con los saberes previos que ya existen en la estructura cognitiva del estudiante. Sin ese anclaje, el aprendizaje es meramente memorístico, frágil y fácil de olvidar.
Andamiaje y Zona de Desarrollo Próximo (Vygotsky)
Lev Vygotsky, desde su teoría socioconstructivista, nos aportó el concepto de Zona de Desarrollo Próximo (ZDP). La ZDP es la distancia entre lo que un estudiante puede hacer por sí solo y lo que puede lograr con la ayuda de un otro más experto (el docente o un par). La enseñanza eficaz ocurre precisamente en esa zona. Pero para poder operar ahí, para poder ofrecer el “andamiaje” (scaffolding) justo y necesario, el docente debe conocer con precisión el punto de partida del alumno, es decir, sus saberes previos. El andamiaje se construye sobre ese conocimiento base.
La construcción del conocimiento (Piaget y Bruner)
Tanto Jean Piaget con su teoría cognitiva como Jerome Bruner con su aprendizaje por descubrimiento, defendieron que el conocimiento no se transmite, se construye. Los estudiantes no son grabadoras, son arquitectos de su propio entendimiento. En esta construcción, los saberes previos son los cimientos y los primeros ladrillos. Cada nueva pieza de información es interpretada, asimilada o acomodada en función de las estructuras mentales ya existentes.
En definitiva, todas estas corrientes pedagógicas coinciden en una poderosa metáfora: el aprendizaje es un puente que conecta lo que el alumno ya sabe con lo que debe aprender. Y el docente es el ingeniero a cargo de diseñar y construir ese puente. Ignorar los saberes previos es como intentar construir el puente partiendo de la orilla equivocada.
Saberes previos y enseñanza significativa
La conexión entre lo que se sabe y lo que se va a aprender no es automática. Requiere una intervención pedagógica intencionada. El objetivo de una enseñanza significativa es gestionar activamente esa relación. Esto implica un proceso en tres fases:
- Activar los saberes previos: Antes de presentar un nuevo tema, es imprescindible “despertar” en la mente de los estudiantes todo lo que ya saben o creen saber al respecto. Esto prepara el terreno cognitivo.
- Confrontar los saberes previos: Una vez activados, el nuevo contenido debe dialogar con ellos. A veces los complementará, otras los ampliará, y en ocasiones los contradecirá abiertamente, generando un “conflicto cognitivo” necesario para el cambio conceptual.
- Resignificar y reestructurar: Como resultado de esa confrontación, los saberes previos se modifican, se vuelven más complejos, precisos y potentes. El conocimiento se ha reestructurado.
¿Qué ocurre cuando este proceso se ignora y el docente simplemente “da su clase”? Los riesgos son enormes y explican muchos de los fracasos escolares:
- Aprendizaje superficial y memorístico: El alumno, al no poder conectar lo nuevo con nada, recurre a la memoria a corto plazo. Repite para el examen y olvida a la semana siguiente.
- Desmotivación y desconexión: Si el contenido parece totalmente ajeno a su mundo y a sus ideas, el estudiante no encontrará sentido a lo que se le enseña. El rol de la motivación en el aprendizaje es crucial, y nace de la percepción de relevancia.
- Confusión y bloqueo: Si los nuevos conceptos chocan frontalmente con ideas previas muy arraigadas sin que se medie en ese conflicto, el resultado es el caos mental.
- Rechazo activo: El estudiante puede optar por ignorar la nueva información y aferrarse a sus ideas previas, que le resultan más lógicas o cómodas.

Formas de detectar los saberes previos
Para poder trabajar con los saberes previos, primero hay que hacerlos visibles. El diagnóstico inicial no es solo una formalidad de principio de año; es una práctica continua y fundamental. Afortunadamente, existen muchas estrategias didácticas para recuperar saberes que no requieren complejas pruebas estandarizadas.
Este proceso es la esencia de la evaluación diagnóstica, cuyo objetivo no es calificar, sino comprender el punto de partida para poder planificar mejor. Algunas técnicas efectivas son:
- Lluvia de ideas (Brainstorming): Al iniciar un tema, lanzar una pregunta abierta como “¿Qué saben sobre los volcanes?” o “¿Qué palabras se les vienen a la mente cuando digo ‘democracia’?” y anotar todo lo que surja sin juzgarlo.
- Mapas conceptuales o mentales: Pedir a los estudiantes que representen gráficamente sus ideas sobre un tema y las relaciones que establecen entre ellas. Es una excelente ventana a su estructura cognitiva.
- Rutinas de pensamiento visible: Estrategias como “Veo-Pienso-Me pregunto” ante una imagen, o “Antes pensaba… Ahora pienso…” son muy útiles para externalizar el pensamiento.
- Preguntas guía y debates cortos: Plantear preguntas provocadoras que inviten al diálogo y a la exposición de diferentes puntos de vista sobre un tema.
- Técnica SQA (o KWL en inglés): Un organizador gráfico simple con tres columnas: Qué Sé, Qué Quiero saber, Qué Aprendí. La primera columna se completa al inicio y es un diagnóstico directo de los saberes previos.
La clave de todas estas técnicas es el rol del docente como un buen entrevistador: hacer preguntas abiertas, escuchar atentamente sin interrumpir, y crear un clima escolar de confianza donde los estudiantes se sientan seguros para expresar sus ideas, incluso si son erróneas.
Saberes previos y planificación educativa
Una vez que hemos detectado los saberes previos del grupo, esa información no puede quedar en una anécdota. Debe impactar directamente en nuestra planificación didáctica. Una planificación que ignora el diagnóstico es un plan destinado a fracasar.
La información recogida nos permite:
- Ajustar los objetivos de aprendizaje: Podemos hacerlos más ambiciosos si detectamos una buena base, o más focalizados si encontramos lagunas importantes.
- Diseñar una secuencia didáctica pertinente: Si sabemos que los estudiantes tienen una idea errónea sobre un concepto, la primera actividad de nuestra secuencia debe ser precisamente una que confronte esa idea.
- Seleccionar actividades y recursos adecuados: Podemos elegir ejemplos, analogías o problemas que conecten directamente con las experiencias y conocimientos que el grupo ya ha manifestado poseer.
- Adaptar los contenidos sin simplificar: Conocer el punto de partida nos permite adaptar contenidos y hacerlos más accesibles. Esto no significa “bajar el nivel”, sino construir los andamios necesarios para que todos puedan llegar al mismo objetivo de aprendizaje.
Enseñar partiendo del contexto real del grupo es el corazón de una pedagogía situada y eficaz.
Estrategias didácticas para trabajar con los saberes previos
Una vez que hemos hecho visibles los saberes previos, el siguiente paso, y el más crucial, es ponerlos a trabajar. No basta con diagnosticarlos y anotarlos en nuestra planificación; debemos usarlos activamente como el motor que impulsa el aprendizaje. El aprendizaje basado en conocimientos previos es una práctica dinámica que se integra en el día a día del aula.
A continuación, exploramos diversas estrategias didácticas para recuperar saberes y convertirlos en aliados de la enseñanza.
El “Gancho”: La Activación al Inicio de la Clase
Toda buena lección debería comenzar con un “gancho”, una actividad corta y motivadora diseñada específicamente para activar conocimientos previos. Su objetivo es traer a la superficie de la mente de los estudiantes las ideas, experiencias y emociones relacionadas con el tema que se va a tratar, preparando así el terreno cognitivo para recibir nueva información.
- ¿Cómo funciona?: Al iniciar una unidad sobre el sistema solar, en lugar de empezar con la definición de planeta, podemos mostrar una imagen impactante de una galaxia y preguntar: “¿Qué ven aquí? ¿Qué les hace sentir? ¿Qué preguntas les surgen?”. Esto activa ideas sobre el espacio, las estrellas y la inmensidad, creando un anclaje emocional y cognitivo.
- Ejemplos prácticos:
- Preguntas provocadoras: “¿Podría un dinosaurio sobrevivir en el mundo de hoy? ¿Por qué?”.
- Objetos o sonidos misteriosos: Traer un objeto antiguo (ej. un teléfono de disco) y pedirles que hipoteticen sobre su uso.
- Videos cortos o noticias de actualidad: Un clip de 2 minutos sobre un coche eléctrico antes de hablar de energía y circuitos.
Analogías y Metáforas: Construyendo Puentes Cognitivos
El conocimiento abstracto es difícil de asimilar. Las analogías y metáforas son herramientas increíblemente poderosas para construir puentes entre un concepto nuevo y un saber previo concreto y familiar para el estudiante.
- ¿Cómo funciona?: Para explicar la función del ADN, podemos usar la analogía de un “manual de instrucciones” o una “receta de cocina” que contiene toda la información para construir un ser vivo. El estudiante ya entiende qué es un manual o una receta (su saber previo), y usa esa estructura para comprender la nueva idea.
- Ejemplos prácticos:
- Explicar el sistema inmunológico como un “ejército que defiende el cuerpo”.
- Describir el proceso de redacción de un ensayo como la construcción de una casa: cimientos (tesis), estructura (argumentos) y decoración (estilo).
- Comparar la memoria de un ordenador (RAM vs. disco duro) con la memoria humana a corto y largo plazo.
Aprendizaje Basado en Problemas y Proyectos (ABP)
Estas metodologías activas invierten la lógica tradicional. En lugar de enseñar primero la teoría y luego aplicarla, se presenta un problema o un proyecto desafiante que obliga a los estudiantes a movilizar sus saberes previos para poder siquiera empezar a abordarlo.
- ¿Cómo funciona?: Al plantear un desafío como “El patio de la escuela se inunda cuando llueve. ¿Qué soluciones podemos proponer?”, los estudiantes deben recurrir a lo que ya saben sobre el agua, los materiales, la medición y el drenaje. En el proceso, se dan cuenta de lo que saben, de lo que creen saber (y quizás es erróneo) y de lo que necesitan investigar. El saber previo no es el punto de llegada, sino el de partida de la investigación.
- Ejemplos prácticos:
- Aprendizaje Basado en Problemas (ABP): Resolver un caso de estudio sobre el impacto ambiental de una empresa local.
- Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP): Crear una campaña de concienciación sobre la importancia de la salud mental en la adolescencia.
La Anticipación: La Clave de la Comprensión Lectora
En ningún área es tan evidente la importancia de los saberes previos como en la lectura. Comprender un texto no es solo decodificar letras; es un diálogo activo entre las ideas del texto y el conocimiento del mundo que el lector ya posee. Por ello, las mejores estrategias de comprensión lectora se centran en el antes, el durante y el después de la lectura.
- ¿Cómo funciona?: Antes de leer un texto sobre la Revolución Industrial, es fundamental activar conocimientos previos sobre qué es una fábrica, qué es una máquina, cómo era la vida antes de la electricidad, etc. Esto crea un marco mental que permite al lector hacer inferencias, entender las causas y consecuencias, y, en definitiva, construir significado.
- Ejemplos prácticos:
- Observar el paratexto: Analizar el título, las imágenes y los subtítulos para predecir de qué tratará el texto.
- Lluvia de ideas previa: Anotar en la pizarra todo lo que el grupo sabe sobre el tema antes de leer.
- Formular preguntas: Pedir a los estudiantes que escriban dos o tres preguntas que esperan que el texto responda.
Conexión con la Cultura y el Contexto del Estudiante
La forma más segura de que el aprendizaje sea significativo es demostrar que el conocimiento escolar sirve para entender y enriquecer la propia vida del estudiante. Esto implica un esfuerzo consciente por conectar los contenidos curriculares con sus intereses, su cultura y su realidad cotidiana.
- ¿Cómo funciona?: En lugar de enseñar porcentajes con problemas abstractos, se pueden analizar los descuentos en su tienda de videojuegos favorita. En vez de estudiar las figuras retóricas con un poema del siglo XVII que les resulta ajeno, se puede empezar analizando la letra de una canción popular.
- Ejemplos prácticos:
- Estudiar geografía local investigando la historia de los nombres de las calles de su barrio.
- Analizar las físicas y las estrategias en un deporte popular.
- Debatir sobre dilemas éticos planteados en una serie o película de moda.
La implementación de estas estrategias transforma el aula. El estudiante deja de ser un receptor pasivo para convertirse en un constructor activo de su propio conocimiento, y el docente, en el arquitecto experto que diseña las experiencias para que esa construcción sea sólida, coherente y duradera.
Saberes previos erróneos o incompletos: ¿qué hacer?
Uno de los mayores desafíos para un docente es enfrentarse a saberes previos que no solo son incompletos, sino directamente incorrectos. Estas “misconceptions” o concepciones alternativas suelen ser muy resistentes al cambio porque, para el estudiante, tienen sentido y le han servido para explicar el mundo hasta ese momento.
¿Qué hacer? La peor estrategia es simplemente decir “eso está mal, lo correcto es esto”. Esto no suele funcionar. El camino más efectivo es el del conflicto cognitivo:
- No negar, sino evidenciar: No ataques la idea directamente. En su lugar, diseña una experiencia, un experimento o presenta una evidencia que choque frontalmente con la idea errónea del estudiante. Por ejemplo, si un alumno cree que los objetos pesados caen más rápido, realiza un experimento simple dejando caer dos objetos de distinto peso pero similar forma al mismo tiempo.
- Generar el conflicto cognitivo: La experiencia crea una disonancia, un “esto no encaja con lo que yo pensaba”. Este es el momento crucial. El estudiante se ve forzado a cuestionar su propio modelo mental. El papel del error en el aprendizaje es fundamental: no es un fracaso, sino una oportunidad para la reestructuración.
- Ofrecer un modelo alternativo: Una vez que el modelo antiguo ha sido puesto en duda, es el momento de presentar el modelo científicamente aceptado como una explicación más potente y completa, capaz de dar cuenta tanto de la nueva evidencia como de las observaciones anteriores.
- Promover la reestructuración conceptual: Dar tiempo y oportunidades para que el estudiante practique, aplique y explique el nuevo modelo en diferentes contextos, consolidando así el cambio conceptual.
Saberes previos y equidad educativa
Atender a los saberes previos no es solo una cuestión de eficacia pedagógica, sino también de equidad educativa. Los estudiantes no llegan al aula en igualdad de condiciones. Sus trayectorias personales, su capital cultural, su entorno socioeconómico y su lengua materna influyen enormemente en el bagaje de conocimientos que traen.
Ignorar estas diferencias y enseñar como si todos partieran del mismo lugar es una forma de perpetuar la desigualdad. Una pedagogía justa y una educación inclusiva deben:
- Reconocer y valorar la diversidad de saberes: Entender que los conocimientos adquiridos en la comunidad o la familia son valiosos y pueden ser un punto de partida para el aprendizaje escolar.
- Evitar los estereotipos: No asumir que un estudiante, por su origen, sabrá más o menos de un tema. El diagnóstico debe ser individualizado.
- Proporcionar los andamios necesarios: Identificar las brechas y ofrecer apoyos específicos para que todos los estudiantes tengan la oportunidad real de acceder a los contenidos curriculares. Se trata de igualar oportunidades, no de bajar expectativas.
La justicia curricular implica diseñar una enseñanza que, reconociendo los distintos puntos de partida, garantice un punto de llegada común y de alta calidad para todos.
Los saberes previos son los cimientos sobre los que se construye todo nuevo aprendizaje. Son el anclaje que permite que el conocimiento sea significativo, la brújula que guía nuestra planificación y el punto de partida indispensable para una enseñanza justa y eficaz. Lejos de ser un obstáculo o un ruido en la comunicación, son la materia prima con la que debemos trabajar.
El gran cambio de paradigma que nos proponen las teorías constructivistas es abandonar la idea del docente como un simple transmisor de información y abrazar el rol de un mediador, un facilitador, un constructor de puentes entre el universo de conocimiento que el estudiante ya trae y el universo de conocimiento que la escuela le ofrece.
Hacer visibles esos saberes, dialogar con ellos, confrontarlos y enriquecerlos es el corazón del acto educativo. Al final del día, la frase que mejor resume esta idea es simple pero poderosa: en educación, nunca se parte de cero. Siempre se parte del otro. Y en esa aceptación radical del estudiante como un ser pensante y portador de cultura, reside la clave para enseñar bien.
Glosario de Términos Clave
Saberes Previos: Conjunto de conocimientos, experiencias, creencias, representaciones e ideas que un estudiante posee sobre un tema antes de una nueva instancia de aprendizaje formal. Constituyen el punto de partida cognitivo y el filtro a través del cual se interpreta la nueva información.
Aprendizaje Significativo: Concepto acuñado por David Ausubel. Se produce cuando un nuevo contenido se relaciona de manera sustancial y no arbitraria con la estructura cognitiva del estudiante, es decir, con sus saberes previos. Se contrapone al aprendizaje memorístico o repetitivo.
Constructivismo: Corriente pedagógica que sostiene que el conocimiento no se transmite pasivamente, sino que es construido activamente por el sujeto que aprende. El aprendizaje es un proceso de construcción personal que se edifica sobre los cimientos de los saberes previos.
Conflicto Cognitivo: Estado de desequilibrio mental que se produce cuando una nueva información contradice o desafía las creencias o saberes previos de una persona. Es considerado un motor fundamental para la reestructuración conceptual y el aprendizaje profundo.
Zona de Desarrollo Próximo (ZDP): Término de Lev Vygotsky que define la distancia entre el nivel de desarrollo real de un estudiante (lo que puede hacer solo) y su nivel de desarrollo potencial (lo que puede hacer con la guía de un adulto o un par más capaz). La enseñanza eficaz opera en esta zona, partiendo de los saberes previos.
Andamiaje (Scaffolding): Conjunto de ayudas, apoyos y guías temporales que el docente proporciona al estudiante para que pueda resolver un problema o realizar una tarea que estaría fuera de su alcance individual. Este “andamio” se construye sobre los saberes previos y se retira gradualmente a medida que el estudiante gana autonomía.
Evaluación Diagnóstica: Proceso de evaluación que se realiza al inicio de un período de enseñanza (año, unidad, clase) con el propósito de identificar los saberes previos, las habilidades y las posibles dificultades de los estudiantes. Su finalidad es informar y ajustar la planificación didáctica, no calificar.
Preguntas Frecuentes (FAQ)
¿Detectar los saberes previos no me quita tiempo para enseñar el contenido nuevo?
Es una inversión de tiempo, no una pérdida. Dedicar una o dos sesiones al inicio de una unidad para diagnosticar y activar conocimientos previos te ahorrará mucho tiempo después, ya que evitarás tener que re-explicar conceptos, lidiar con la desmotivación o corregir malentendidos muy arraigados. Una buena base permite construir más rápido y de forma más sólida.
¿Qué diferencia hay entre una evaluación diagnóstica y un examen tradicional?
La diferencia fundamental está en el propósito. Un examen tradicional busca medir y calificar cuánto sabe un alumno (evaluación sumativa). Una evaluación diagnóstica busca comprender qué y cómo sabe un alumno para poder adaptar la enseñanza. No tiene una finalidad calificadora, sino informativa para el docente. Su objetivo es mejorar el proceso de enseñanza, no certificar un resultado.
¿Todos los saberes previos son verbales? ¿Cómo detecto los que no se pueden expresar con palabras?
No, muchos saberes previos son procedimentales (saber hacer algo) o actitudinales (creencias, disposiciones). Para detectarlos, la observación es clave. Puedes proponer una tarea práctica y observar cómo la resuelven, qué estrategias usan, qué errores cometen. El diálogo durante la tarea (“¿por qué lo estás haciendo así?”) también ayuda a hacer visible el pensamiento que hay detrás de la acción.
¿Es posible que un estudiante no tenga ningún saber previo sobre un tema muy nuevo o abstracto?
Es muy improbable. Incluso en temas que parecen totalmente nuevos, los estudiantes suelen tener ideas o experiencias análogas que pueden servir de puente. Por ejemplo, para un concepto abstracto como la “justicia”, pueden no tener una definición formal, pero sí tienen experiencias de situaciones que consideran justas o injustas en su vida. La tarea del docente es encontrar y tirar de esos hilos, por muy finos que parezcan.
Bibliografía
- Ausubel, David P. Psicología educativa: Un punto de vista cognoscitivo.
- Bruner, Jerome. La educación, puerta de la cultura.
- Carretero, Mario. Constructivismo y educación.
- Coll, César; Martín, Elena (Coords.). Aprender contenidos, desarrollar capacidades.
- Pozo, Juan Ignacio. Teorías cognitivas del aprendizaje.
- Perkins, David. La escuela inteligente: Del adiestramiento de la memoria a la educación de la mente.
- Vygotsky, Lev. Pensamiento y lenguaje.
- Vygotsky, Lev. El desarrollo de los procesos psicológicos superiores.